¿Nunca te has preguntado si correspondes bien a las invitaciones que recibes? Ser la invitada perfecta es otra faceta de nuestras relaciones sociales que puede elevar nuestro caché de la manera más fácil. El éxito de nuestra empresa radica, como tantos aspectos de nuestra vida, en pensar un poco en los demás, en este caso, el anfitrión, en valorar su afecto y esfuerzo, y corresponder en consecuencia.
Cómo ser la invitada perfecta en 5 pasos
1. La invitada perfecta siempre está dispuesta
Las personas dispuestas a acudir o a apoyar cualquier iniciativa resultan enormemente agradables y encantadoras. Entre los principales consejos para ser la invitada perfecta destaca mostrar nuestro agradecimiento nada más recibir la invitación y las ganas enormes que tenemos de acudir. En principio, nunca se declina una invitación a no ser que la invitación sea poco recomendable.
– Si la invitación es por vía telefónica la respuesta refleja debería ser siempre algo similar a «fenomenal», «estupendo», «divinamente*»; o sea, mostrar de manera inmediata un agradecimiento manifiesto. Cuando empiezas a dudar o recurres al viejo «Se lo pregunto a Maripili y te digo», «Uff, ese día lo tengo liadísimo», «Pero, ¿quién más va?»… queda penoso y se te ve el plumero enseguida.
– Cuando la invitación es vía correo electrónico, lo mejor es contestar inmediatamente, porque si no todos sabemos que ese correo se perderá en la noche de los tiempos.
– Cuando el que invita es un niño y envía una tarjeta, lo lógico es que llames a la madre enseguida, más que nada por cuestiones de organización.
– Siempre que se acepta la invitación, hay que acudir. No vale ni no acudir, ni no avisar y, atentos, ni mandar el recado de no asistencia por medio de otros asistentes por miedo a las represalias del anfitrión.
2. La invitada perfecta siempre es puntual
Excusas para llegar tarde las tenemos todos; no importa que tengas 10 hijos, no estás exenta -normalmente el truco consiste en levantarte una hora antes de la siesta-. Siempre puede haber unos 10 minutos de cortesía, no más. Si hay ceremonia religiosa previa, ya sí que no valen excusas de ningún tipo, aquí incluso habría que llegar con 10 minutos de antelación.
– Llegar tarde es una forma de egoísmo, de pensar en ti mismo y de falta de delicadeza con el anfitrión quien, sin embargo, valora enormemente la puntualidad del público, sobre todo cuando es una hora intempestiva.
– La puntualidad para irse también es importante, sobre todo en las cenas y más si el anfitrión tiene hijos pequeños. Ojo, porque una mirada furtiva al reloj o un bostezo contenido pueden significar perfectamente: «Dios mío, ¿pero no se van a ir nunca?».
3. La invitada perfecta sabe vestir correctamente para la ocasión
No hay normas fijas ni generales, pero lo lógico no sólo es que evites «el trapillo», sino que te arregles en consonancia con la importancia del evento.
– Si es una comida puedes ir «de día», pero con lo más aparente que tengas en el armario.
– Las ceremonias religiosas exigen algo más de etiqueta. Ah! Y ellos siempre con corbata, aunque protesten.
– La ropa más apropiada para una cena o una fiesta:
– Destierra tu ropa de mañana. Prohibidas especialmente las camisas blancas sin gracia, los estampados mate y los jerseys con bolillas.
– Los colores oscuros son los más apropiados para la noche.
– El negro es el color estrella, pero siempre enseñando algo de piel.
– Los colores brillantes también encajan si el tejido es algo festivo, como el raso.
– Evita a toda costa el punto -a no ser que sea de seda o con brillo o algo de lurex.
– Tacón, por supuesto.
– Ellos: ya sabemos que son más anárquicos, pero trata de convencerle para que al menos lleve camisa, cinturón y pantalón de pinzas, claves de la elegancia masculina.
4. La invitada perfecta siempre tiene un detalle
– Los niños siempre tienen que regalar en los cumpleaños, aunque te empeñes en parar el consumismo reinante, no es el momento. Hay que regalar cuando hay que regalar, en ninguna otra ocasión.
– Si vas invitada a una casa lleva un detalle a la anfitriona, por ejemplo: flores, vino, bombones o unas trufas caseras son buenos regalos. Si tienes otro detalle para los hijos quedarás estupendamente.
5. La invitada perfecta siempre se muestra agradecida
Quizá te cueste llamar por teléfono, pero un SMS o un correo electrónico, al día siguiente, alabando las excelencias del evento cuesta muy poco.
Marina Echánove. Estilista y escritora. Autora del libro Tu estilo. Las claves de la elegancia, la feminidad y la distinción, de Editorial Palabra
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