¿Alguna vez te has parado a pensar lo que puedes inspirar en los demás y en ti misma con los colores de tu ropa? Cada uno de los colores que llevamos puestos tienen un simbolismo y todos no estan indicados para las mismas ocasiones. Los colores de tu ropa hablan de ti y transmiten sensaciones y actitudes que, en ocasiones, nos pueden beneficiar y en otras, perjudicar. Descubre cuáles son para definir tu estilo personal de vestir.
Lo que los colores de tu ropa dicen de ti
– El rojo. Es un color pasional y estimulante, que comunica vitalidad y energía. Fisiológicamente, el rojo produce al verlo una aceleración del ritmo cardiaco y aumenta la presión sanguínea, preparándonos para algún tipo de acción física.
Cuándo llevarlo: llévalo siempre que quieras llamar la atención o para que no se olviden de ti. En una manifestación o entre la multitud de un centro comercial te vendrá bien para que tus hijos no se despisten. Es perfecto para la noche si quieres dejar huella.
Estimula la energía vital, pero el total-look puede despertar sentimientos agresivos, así que, cuando vayas de rojo chillón, nunca hagas colas sin número.
– El azul. Psicológicamente tiene un efecto tranquilizador y pacificante del sistema nervioso. Es un color conservador que se asocia con la serenidad, la suavidad de modales y los valores permanentes. El marino además transmite autoridad y seriedad, y dice de quien lo lleva que es trabajador, equilibrado y digno de confianza.
Cuándo llevarlo: por sus cualidades, le llaman el color de la comunicación, por eso se recomienda para las entrevistas de trabajo, para salir en televisión, para hacer una presentación o para causar una buena impresión a tu futura suegra.
El marino resulta casi igual de sofisticado que el negro, con la ventaja de no tener sus connotaciones tristonas y pesimistas, por eso lo elegimos a menudo para dar un toque elegante a los niños.
– El verde. Color de la naturaleza, tranquilizador por excelencia, su visión relaja y refresca.
Cuándo llevarlo: los caquis son muy aceptados como casual, pero por su relación con la caza y con el uniforme de campaña jamás se usan para vestir. El resto de gamas no son muy frecuentes en moda, pero un toque esporádico de verde te puede ser muy útil para atraer y mostrar tu lado más encantador.
– El rosa. Se asocia directamente con la feminidad y con el amor tierno, por eso lo suelen llevar las niñas pequeñas y las señoras de más edad.
Cuándo llevarlo: el total-look rosa no está contemplado, bajo pena de parecer una abuelilla inglesa. Sin embargo, en ocasiones que inspiren delicadeza -como un bautizo y una Primera Comunión– puedes permitirte cierto exceso.
Para lo demás, limítate a llevar un jersey o un pañuelo siempre que quieras suavizar tu aspecto o inspirar ternura.
– El marrón. Color de la tierra y de la naturaleza. Es el preferido de las estaciones frías; significa calor, es acogedor e íntimo, por eso resultamos cercanas y amigables cuando lo vestimos porque inspiramos simpatía y confianza en los demás. En su versión más clara (el beige), aunque poco enérgico y cero comunicativo, es relajante y agradable.
Cuándo llevarlo: es un color muy apropiado para el casual y también para trabajar (en discusiones de trabajo puede que te ayude a convencer) y se suele evitar para vestir. Con el beige, aunque elegante, puedes correr el peligro de resultar aburrida o pasar desapercibida (lo que, pensándolo bien, te puede venir bien en esas reuniones americanizadas donde cada uno tiene que contar un poco de su vida. Igual te libras).
– El amarillo. Como la luz del sol, el amarillo es a menudo considerado como el color más alegre y vital. Al igual que el rojo tiene sobre nosotros un efecto positivo, incita a la alegría y al júbilo, por eso quien lo lleva suelen ser personas optimistas y extrovertidas.
Cuándo llevarlo: ir de amarillo cuando trabajas con niños te garantiza el éxito. De la misma manera, descártalo cuando la ocasión requiera una seriedad especial como un funeral, o cuando necesites inspirar estatus y prestigio.
– El negro. Simboliza la elegancia y la clase por excelencia, quizá porque también se asocia con las indumentarias que representan respeto, autoridad y poder, como las de los jueces y sacerdotes. Su problema es que también es distante y frío pero, a la vez, esa individualidad es la que te proporciona cierto misterio.
Cuándo llevarlo: como casual, mejor en las estaciones frías y en los días apagados. Perfecto para la noche y menos adecuado para bodas y celebraciones muy festivas. Por sus connotaciones fúnebres no lo lleves si tienes que animar a alguien, o visitarle en el hospital para evitar «una posible depresión».
– El blanco. Símbolo de la pureza, tanto externa como interna. Aunque no sea un color fácil porque engorda ópticamente, te aporta frescura y dice de ti que eres cuidadosa, inocente y delicada.
Cuándo llevarlo: encaja mejor en verano, tanto de día como de noche -en invierno mejor limitarlo a la blusa-; pero trata de evitar el exceso de blanco, si no quieres que te confundan con personal sanitario o con el cafetero de Saimaza.
– Gris. Es un color ambiguo e indefinido, ir completamente de gris puede indicar retraimiento o excesiva discreción, y darte un aire aburrido y monótono -de ahí la expresión «es una persona gris»-. Su versión metalizada transmite, sin embargo, sofisticación por resultar futurístico y moderno. A medida que se acerca al blanco sugiere inocencia y, a la vez, es refinado y elegante.
Cuándo llevarlo: el gris es después del azul, el color más indicado para una entrevista de trabajo y para trabajar. El marengo proyecta autoridad, sin ser tan radical como el negro.
Marina Echánove. Estilista y escritora.
Autora del libro Tu estilo. Las claves de la elegancia, la feminidad y la distinción, de Editorial Palabra
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