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Un análisis en sangre puede ayudar a detectar la violencia de género

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MADRID, 16 Julio

Investigadoras de la Universidad de Sevilla aseguran que un simple análisis de sangre podría servir para obtener datos «fiables y objetivos» de un posible maltrato, tras comprobar que el nivel de hormonas como la oxitocina, la prolactina o el cortisol se ve alterado ante situaciones de estrés prolongado extremo, como el producido por la violencia de género.

Así se desprende de un proyecto llevado a cabo por las profesoras del departamento de Fisiología de esta universidad Susana Pilar Gaytán, Ana María Gómez y María Rosario Pásaro, y la estudiante Johanna Roxy Fernández, que aseguran que el análisis podría ser efectivo «incluso cuando la violencia cesa», ya que estas mujeres «no vuelven a la normalidad de forma inmediata».

Según han explicado las autoras al Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC), ya era conocido que los niveles de determinados tipos de hormonas se relacionaban con la resiliencia de la víctima, entendida como la capacidad que tiene la mujer maltratada de recuperarse frente a la violencia.

Pero el objetivo de este trabajo era diseñar un protocolo que permita identificar condiciones fisiológicas que, potencialmente, hagan más vulnerables a las víctimas ante la situación de maltrato, ha apuntado la catedrática María Rosario Pásaro.

Según esta experta, existen una serie de condicionantes fisiológicos, en concreto niveles sanguíneos hormonales, que garantizan que se genere el fenómeno denominado «apego», es decir, un vínculo que se establece, por ejemplo, en el reconocimiento mutuo entre la madre y el recién nacido y, en general, refuerza los lazos afectivos familiares. La hormona responsable de estas pautas de conducta y sus correlatos emocionales es la oxitocina.

Además, se sabe que también existen diferentes estudios sobre el impacto que los niveles hormonales tienen sobre los estados de ánimo de las personas y su capacidad de relacionarse.

«Se han obtenido datos que indican que la hormona oxitocina puede ser la principal encargada del establecimiento y mantenimiento de relaciones sociales sanas y, por tanto, la responsable fisiológica de que la víctima no sea capaz de romper la relación con su agresor, junto a otros motivos de carácter psicológico», ha explicado.

Con su investigación Pasaro y su equipo han desvelado que cuando el nivel de oxitocina es más alto de lo normal, la capacidad de respuesta de la víctima está muy mermada o incluso completamente anulada.

ESTUDIO CON AFECTADAS REALES

El estudio se ha llevado a cabo a través de la recogida de muestras y elaboración de una historia clínica previa sobre dos grupos de mujeres de edades similares, uno control y otro formado por mujeres voluntarias en diferentes fases de recuperación tras la exposición a maltrato y miembros de la Fundación Ana Bella de Sevilla.

En concreto, la técnica empleada ha permitido detectar la concentración relativa (pg/ml) de los niveles de oxitocina en sangre obteniendo como resultado que se producía un incremento del 16,24 por ciento en los niveles circulantes de oxitocina en la población de sujetos experimentales (mujeres que han sufrido maltrato).

Este incremento hallado es especialmente significativo, han asegurado las autoras del estudio, teniendo en cuenta que todas las mujeres del grupo experimental se encontraban ya en fase de recuperación.

Respecto a las otras hormonas señaladas, determinaron que los niveles de cortisol o prolactina también se relacionan con los niveles de estrés agudo en los individuos.

LA OXITOCINA, LA MEJOR CANDIDATA

No obstante, y aunque sólo muy recientemente se han empezado a realizar estudios para utilizarlos como indicadores de los efectos de la violencia prolongada, la realidad es que la oxitocina es el mejor candidato para este tipo de estudios, ya que se la ha relacionado con el establecimiento y mantenimiento de las unidades familiares y relaciones sociales en general.

En el estudio han observado además que los niveles circulantes de oxitocina están asociados a una percepción generosa de las inter-relaciones sociales y, asimismo, inducen una disminución de los niveles de ansiedad y un aumento de la confianza en los otros individuos, por lo que una alteración de los mismos podrían estar en la base de un proceso de generación de una situación especial de gran vulnerabilidad afectiva.

Además, en ese mismo sentido, existen datos que indican que la oxitocina puede ser importante para la inhibición de las regiones del cerebro asociadas a la evaluación del riesgo.

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