Iría Marañón, autora de Líberate de la carga mental, es editora en una multinacional de educación. Tras estudiar Filología Hispánica, ha desarrollado toda su carrera en el ámbito de la edición de libros y materiales literarios, artísticos y educativos.
Con el paso del tiempo y con el objetivo de educar a los niños en la igualdad, creó el blog Comecuentos Makers, con el que pretende dar herramientas a los niños para que aprendan a pensar por sí mismos, y al mismo tiempo desarrollen la sensibilidad artística, el pensamiento creativo y el espíritu aventurero.
La carga mental compartida es más soportable
¿Cómo definirías la carga mental?
La carga mental es todo el trabajo invisible que realizamos las personas para organizar nuestras vidas y las vidas de aquellos que dependen de nosotros. Incluye la planificación, la creación de listas, detalles y fechas para organizar nuestra vida.
¿Quiénes viven principalemente esa carga mental en la familia?
Las mujeres, normalmente, asumimos más carga mental en nuestras familias con respecto a los hombres.
¿Cómo nos podemos liberar un poco de esa carga mental, sobre todo cuando tenemos niños?
La mejor manera de liberarse de esa carga mental es con la corresponsabilidad. Lo que necesitamos es que los hombres se sientan corresponsables del trabajo doméstico y del trabajo reproductivo. Necesitamos que ellos se hagan cargo, exactamente igual que nosotras, de criar a los hijos y llevar adelante un hogar.
Se estima que todavía quedan 200 años para lograr la igualdad. ¿Cómo podemos avanzar para conseguir esa corresponsabilidad real en la pareja?
Para conseguir esa corresponsabilidad real, hay que hacer un esfuerzo por parte de ambos. Los hombres van a tener que hacer el máximo esfuerzo, porque ellos sí que van a tener que empezar a cambiar muchos de sus hábitos. Hasta este momento, la igualdad en la sociedad, en el trabajo, en el empleo… no será posible. Ahora ya parece normal que las mujeres, en cualquier puesto de trabajo, alcancen el mismo éxito, sin embargo, parece que, dentro del hogar, esa igualdad no la hemos conseguido todavía.
Cuando haya una corresponsabilidad en el hogar, podremos llegar a tener una sociedad un poquito más justa.
Hay estudios que dicen que el 95% de las mujeres nos ocupamos del cuidado de los niños. Pero, ¿es ésta una elección libre?
En las sociedades formalmente igualitarias, es decir, en aquellas sociedades que hay leyes y en las que parece que hemos conseguido la igualdad y que hay muchas personas que creen que todos somos iguales, tenemos el problema del mito de la libre elección. De pensar que las elecciones que tomamos las mujeres son totalmente libres. Este problema reside en que muchas de las decisiones que tomamos forman parte del sistema en el que nos encontramos. Las tomamos dentro de un sistema, por lo que aquellas decisiones que tomamos acerca de la maternidad, las tareas, los cuidados, las responsabilidades en el hogar, no son elecciones libres y personales.
Muchas mujeres se sienten malas madres porque no llegan a todo. ¿Cómo explicarías este fenómeno? ¿Cómo superar ese sentimiento de mala madre?
El problema es que la sociedad exige a las mujeres mucho más dentro de la maternidad que a los hombres. El hombre puede elegir cómo implicarse en su paternidad; es decir, él puede decidir hasta qué punto se siente responsable, hasta qué punto va a hacer una serie de cosas ligadas a la crianza. Sin embargo, las mujeres no, las mujeres tenemos que hacernos cargo completamente, no es una decisión. El trabajo de la maternidad es absolutamente nuestro, y no podemos decidir hasta qué punto somos responsables. Debemos ser responsables completamente. Pero esto forma parte del sistema patriarcal que hace que seamos nosotras las que nos encarguemos de las tareas de cuidados y de las tareas domésticas. En este sentido es muy importante que estas preguntas que nos cuestionamos las propias madres al pensar hasta qué punto lo estamos haciendo bien o lo estamos haciendo mal, hasta qué punto estamos dedicándole más tiempo a nuestro trabajo en detrimento del tiempo que le dedicamos a nuestros hijos… se las hagan también los padres para llegar realmente a esa igualdad. No tenemos que ser madres perfectas, pero ellos sí que tienen que ser mejores padres, seguramente.
¿Es el trabajo femenino una trampa?
Es cierto que el trabajo fuera del hogar, el empleo y la independencia económica nos libera a las mujeres. Pero en todo este proceso de cambio, no ha cambiado nada dentro de la casa. Ellos no han entrado en el hogar; nosotras hemos salido, pero ellos no han entrado. Es el momento de que los hombres empiecen a asumir su trabajo, lo que ellos tienen que hacer, para que realmente esto sea igualitario. Todas las mujeres estamos de acuerdo en que, en el terreno laboral debemos ser iguales. Sin embargo, dentro de casa, parece que tenemos súper poderes para ser madres y que tenemos que hacernos cargo de forma íntegra de la educación de los hijos. Parece que somos nosotras las que solamente sabemos criar. Y eso no es cierto.
Por eso, es el momento en el que los padres asuman su parte de responsabilidad en la crianza porque lo van a hacer exactamente igual de bien.
Todavía hay muy pocas directivas y pocas mujeres en carreras de ciencias o Stem. ¿Cómo educar para que esto cambie?
En la educación igualitaria tienen que estar implicadas, no solo las familias, sino también la sociedad. No educamos únicamente los padres, las madres y los profesores. Educan los medios de comunicación, el tendero de la calle… toda la sociedad. Es preciso que seamos conscientes de ello y empezar a cambiar los hábitos para que, efectivamente, nuestras niñas no reciban constantes mensajes de que están a un paso por detrás en esta sociedad. Hay un estudio de la revista Science que dice que las niñas a partir de los 6 años se consideran menos inteligentes que los niños. Eso significa que esa niña, a tan pronta edad, ya ha recibido toda la información referente a su género.
¿Por qué somos las mujeres tan esclavas del espejo?
Como decía Simone de Beauvoir, el sistema necesita aliados dentro de los reprimidos, de lo contrario no tendría éxito. Algunas veces, nosotras mismas somos aliadas del machismo y perpetuamos ese tipo de cosas, como en el tema de la belleza. Recibimos tanto impacto a través de la publicidad, medios de comunicación y todo lo que tenemos a nuestro alrededor… que es necesario hacer autocrítica y pensar hasta qué punto el aspecto físico, el canon de belleza, nos tiene que afectar. Ha llegado el momento de que reflexionemos sobre eso. Es difícil porque todas estamos socializadas, por lo que es complicado empezar a romper los estereotipos, pero hay que intentarlo.
Algunas marcas ya proponen un estereotipo de mujer distinto. ¿Debe haber una mayor conciencia social?
Es crucial que las empresas que se dedican a la moda, a la belleza, nos emitan unos referentes mucho más diversos porque la belleza es muy amplia. No podemos cerrarnos a un tipo de belleza exclusivo, a un tipo de mujer delgada, sin arrugas, con la piel tersa, con el pelo perfectamente arreglado sin una sola cana… Al final, ese estereotipo nos perjudica a todas, porque nadie encaja en él. Creo que es bueno que las empresas que dedican a esto sean conscientes y empiecen a transmitir otro tipo de referentes distintos, donde realmente las mujeres nos identifiquemos en una gran variedad de bellezas. Porque la belleza es muy subjetiva.
¿Qué papel tienen los hombres en este momento?
Los hombres tienen mucha responsabilidad y ahora es su momento. Pero parece que se están quedando paralizados y se sorprenden de las reacciones que tienen sus parejas o demás mujeres que tienen a su alrededor. Los hombres necesitan abrirse para comenzar a entendernos, a escucharnos y a sentir empatía para empezar a ser mucho más generosos con su tiempo, con su espacio y ser más autónomos. Con respecto a nuestros hijos es importante que eduquemos en la no violencia, en la empatía, en la generosidad… para que sepan dedicar su tiempo, su esfuerzo y su espacio a otras personas.
Marisol Nuevo Espín
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