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Deja de sentirte como la mala madre que no eres

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No somos malas madres, pero a veces dudamos de nuestras capacidades para lidiar con nuestro ajetreado día a día. Por eso debemos darnos cuenta de que, para disfrutar de la maternidad, debemos aprender a bajar los estándares, pedir ayuda y simplificar algunos aspectos de nuestra vida.

Muchas madres tienen la sensación de no estar haciendo un buen trabajo a la hora de criar a sus hijos. Existe, incluso, una célebre expresión que se ha acuñado en los últimos años y que refleja de forma evidente cómo muchas veces creemos que no somos lo suficientemente buenas. Es la conocida como «Malas madres«, que ha generado un nuevo síndrome que en psicología ya se conoce como el síndrome de la mala madre.

Pero, ¿cuál es el motivo que existe tras esta falta de confianza en nuestro trabajo como madres? Es muy sencillo: tenemos la impresión de que no somos capaces de estar en todo y resolver todos los problemas. Vivimos en una época de ritmo frenético, en la que muchas mujeres nos hemos sumado al mercado laboral. Por esta razón, nos vemos obligadas a compaginar los horarios del trabajo con el cuidado de nuestra familia.

Es cierto que, en la actualidad, los padres colaboran constantemente con la educación y el cuidado de los hijos, pero los datos todavía indican que las madres son las que suelen ocuparse del día a día. Por este motivo, te ofrecemos algunos consejos que podrás utilizar para dejar de sentirte como la mala madre que no eres.

¿Por qué nos sentimos culpables?

Lo primero que debemos hacer es entender por qué nos sentimos culpables. Las madres tienden a ponerse estándares muy altos y poco realistas sobre cómo deben llevar el día a día en familia. Bajar un poco los estándares es difícil, pero posible. Para conseguir esto es necesario que nos perdonemos a nosotras mismas por nuestros errores.

Es normal que de vez en cuando se nos olvide algo, pero no debemos martirizarnos por ello. Al fin y al cabo, aunque muchas veces parezcamos tener súper poderes, las madres somos seres humanos y, en ocasiones, nos equivocamos.

También es importante que dejemos de preocuparnos en exceso por ciertas cosas que no son realmente importantes. No hace falta que nuestros hijos vayan vestidos de punta en blanco siempre, no importa si de vez en cuando cedemos y los dejamos ver televisión a deshoras, o si un día no nos apetece hacer el esfuerzo de inventar un menú saludable. No por ello dejaremos de ser unas buenas madres.

Aprender a pedir ayuda

Estamos demasiado acostumbradas a hacerlo todo por nuestra cuenta y en muchas ocasiones no sabemos delegar el trabajo en otras personas. Esto hace que nos veamos desbordadas muchas veces, por lo que es necesario aprender a pedir ayuda y a aceptarla.

En ocasiones, cuando pedimos ayuda, esperamos que quienes nos echan una mano hagan las cosas exactamente como nosotras queremos. Y no nos damos cuenta de que las cosas pueden hacerse de diversas formas y obtener los mismos resultados. Esto ocurre mucho con el sexo masculino. Nos cuesta comprender que los hombres actúan y piensan de forma diferente, pero, esto no los hace menos competentes. Por eso debemos confiar en nuestros maridos o parejas para que se encarguen de parte de las labores que implica tener una familia.

Otra forma de delegar en el día a día es hacer una lista con las responsabilidades de cada miembro de la familia, especialmente para los niños, para por ejemplo organizar las tareas domésticas en familia. Podemos encontrar tareas que se adapten a cada uno, como ordenar la habitación o regar las plantas. Esta será una forma de aligerar la carga laboral y de, al mismo tiempo, enseñar a tus hijos a ser responsables y colaboradores.

Simplifica tu vida

En relación con bajar un poco los estándares para vivir mejor, debemos darnos cuenta de qué es lo verdaderamente importante. No tendremos tiempo de hacerlo todo, así que tenemos que definir cuáles son nuestras prioridades y no dejar que lo urgente le quite peso a lo más importante.

Si hacemos esto, nos libraremos, poco a poco, del estrés y podremos disfrutar de nuestros hijos y familia. De esta forma, nos daremos cuenta de que somos buenas madres y nos desharemos de cualquier célebre expresión que diga lo contrario.

Isabel López Vasquez

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