Con poco tiempo disponible en el hogar, no solo nos inunda la sensación de no nos estarnos ocupando de la familia sino que le sumamos la de no mantener adecuadamente las tareas domésticas.
Uno de los problemas que surge en la casa es que, a diferencia de nuestra agenda laboral, no sistematizamos el trabajo. Del mismo modo que en nuestra vida profesional solemos establecer plazos determinados para acabar tareas, reservamos espacio para reuniones y planificamos el tiempo de la jornada, podemos aprender a utilizar criterios profesionales para organizar el tiempo en casa.
No podemos cambiar los condicionantes propios de las familias del siglo XXI. No es sencillo buscar otro trabajo y encontrar uno que se ajuste a nuestras necesidades. No depende de nosotros adaptar los horarios del colegio o los del sol. Pero podemos hacer que la vida en nuestra casa sea más sencilla, que aprovechemos mejor los minutos y, sobre todo, que sepamos reservar tiempos libres para nuestra familia.
Artículo relacionado:
– 15 extralaborales especiales para padres: lo que necesitas para cuidarte
Planifica tu tiempo dando prioridad a lo importante
Atención plena a los hijos
Así, podemos reservar una franja horaria concreta para atender a nuestros hijos en la que no interfieran las tareas domésticas. No tienen que ser horas, sino minutos, y quizá no todos los días con todos los hijos. Pero tiene que estar tan reservado en nuestra agenda como lo estaría una reunión con un jefe. Si no atenderíamos al jefe mientras terminamos de rellenar unos papeles, no atendamos a la familia mientras ponemos la lavadora.
Tiempo en pareja: el pilar de la familia
De igual manera, para garantizar el buen funcionamiento de la familia es imprescindible que el matrimonio se reserve unos minutos al día. Es mejor si se convierte en costumbre y la pareja guarda para sí un momento determinado. Tampoco aspiramos a horas de charla tranquila, porque merece la pena ser realista y cumplir los objetivos previstos.
Cuidado personal de la familia
Para disponer realmente de estos tiempos es imprescindible que las tareas propias del hogar no se nos cuelen en el cuidado personal de la familia. Pero en la casa tenemos muchas veces la impresión de que todo tiene que estar hecho y hecho ya.
Por eso conviene sistematizar mejor las tareas domésticas. Una buena idea es establecer calendarios: por ejemplo: cambiamos sábanas de tal habitación el martes. Antes del martes no le dedicaremos ni un minuto a pensar en esas sábanas.
Horarios para las tareas domésticas
Ahorra mucho tiempo en casa -tiempo que regalamos a los nuestros- hacer buenas planificaciones de los procesos más largos. Si hacemos la compra ajustada a los menús de la semana, sabemos que no tendremos que salir a buscar algún ingrediente de última hora que nos descabala la semana. Si establecemos los días de lavadora y plancha en función de las necesidades de nuestros hijos -uniformes, equipación deportiva- evitaremos momentos de estrés innecesarios con el consiguiente sentimiento de culpa.
Trucos para aprovechar al máximo el tiempo de calidad
Es el debate del siglo XXI: ¿es mejor tiempo en cantidad con la familia o tiempo de calidad? Lo mejor es mucho tiempo y de calidad, pero como lo mejor puede ser enemigo de lo bueno, si no disponemos de demasiado tiempo, tenemos que conseguir que el que tenemos sea de calidad.
Para que el tiempo que la familia se dedica sea relajado es bueno tener la sensación de haber ‘cumplido’ con lo asignado ese día cuando nos sentamos juntos. Es decir, a diario es poco probable que consigamos tiempo de calidad nada más levantarnos, porque las tareas pendientes son muchas. Pero sí podemos reservar un rato después de cenar, porque ya están terminadas casi todas las asignaciones de la jornada.
Si adelantamos la cena, dejamos algo más de tiempo disponible entre el final y la hora de acostarnos, de modo que, además de la lectura y el rato dedicado a la conversación, caben minutos de felicidad en familia. Es el momento para charlar -que no sermonear-, para buscar un juego en familia que pueda resultar divertido y educativo, para leer.
Cuando los niños aún son pequeños, leer en familia es un ejercicio que genera mucha unidad. Los pequeños sienten admiración por los mayores. Si los padres o los hermanos que ya sean capaces, leen en voz alta novelas aptas pero que los pequeños aún no podrían leer, despertarán su imaginación y su afición por la lectura.
Otra afición a la que no hay que tener miedo porque sirve para hacer familia es el deporte. La práctica de un deporte en familia genera puntos de conexión muy fuertes entre sus miembros. Pero basta con disfrutar pasivamente del deporte -afición a un equipo o a una disciplina en particular- para que se generen también vínculos familiares.
Así que una noche en que, los que tengan edad suficiente, se acuesten un poco más tarde para ver a su equipo favorito en competición, no solo estamos disfrutando, sino que estamos estrechando lazos entre padres e hijos, entre hermanos.
Convertir los momentos cotidianos en vivencias familiares
Hay tiempos en el hogar en los que queda mucho por hacer. La tarde, tras la vuelta del colegio, suele ser un momento complicado: revisar agendas, ponerse con los deberes, echar una mano en cuestiones puntuales… Si conseguimos superponer tareas, podremos hacer varias cosas al mismo tiempo.
Por ejemplo, si en vez de que cada niño estudie en una habitación diferente, generamos el hábito de estudiar todos juntos en la misma mesa como si se tratase de una biblioteca, podremos vigilar a todos nuestros hijos al mismo tiempo. Incluso nosotros podremos adelantar algo de trabajo, con lo que, en lugar de invadir con la actividad laboral la vida familiar, estamos dando ejemplo de tesón. Eso sí, será imprescindible que impongamos unas normas básicas de convivencia en esa ‘biblioteca doméstica’. Pero si lo hacemos desde la infancia, lo tomarán casi como un juego.
Si disponemos de algún momento del día en el que repartimos labores del hogar, podemos convertir ese rato, con sus obligaciones, en un momento divertido. Por ejemplo, podemos aprovechar para poner música en la casa y que nuestros hijos participen en la elección de canciones. Si encargamos las tareas entre varios, aunque seguro que surgirá algún roce, descubrirán muchos momentos para pasarlo bien.
Del mismo modo que los trabajos de la casa, podemos aprovechar otros momentos para estar en familia. Aunque pueda parecer que terminamos antes si salimos solos a hacer unos recados o a la compra, podemos aprovechar los trayectos para charlar mucho con nuestros hijos. También en la vida cotidiana encontrarán una fuente inagotable de momentos para crecer.
María Solano
Te puede interesar:
– Iría Marañón: «La mejor manera de liberarse de la carga mental es con la corresponsabilidad»
– Hogares inteligentes: conciliar es cosa de todos
– 7 consejos para conciliar familia y trabajo