El actual modelo de universidad implica un mayor trabajo por parte del alumno. La metodología de trabajo, el sistema de estudio, la libertad de horarios y clases… desconcierta un poco a los estudiantes recién llegados y muchos buenos estudiantes pueden ver suspensos el primer curso de universidad. Estas son las claves para evitarlo.
Con menos horas de clase en la universidad, los jóvenes corren el riesgo de distraerse, de perder demasiado el tiempo, y no mantener un ritmo constante de trabajo, que es el objetivo final tanto de Bolonia como del concepto de la evaluación continua. Es importante que entiendan la necesidad de dedicar unas horas diarias a completar la preparación de sus clases.
Para sentar las bases de cada asignatura deben asimilar parte del contenido mediante lecturas obligatorias, proyectos personales, trabajos en grupo, exposiciones en público y otros sistemas que permitan a los alumnos ir adquiriendo personalmente sus conocimientos.
Los docentes cuentan con un horario de tutorías prácticamente tan amplio como el horario de clases y están disponibles en ese periodo para resolver cualquier duda o ahondar en cuestiones que hayan podido quedar poco claras.
Claves para aprobar en el primer año de universidad
1. Aprender a organizar el tiempo
A muchos padres nos sorprende comprobar las pocas horas de clase que suelen tener los estudiantes al llegar a la universidad si se compara con las muchas horas que habitualmente pasan en el colegio. Al mismo tiempo, también sorprende que, contrapeadas con el turno de mañana o de tarde, aparecen un buen número de horas dedicadas a prácticas, a trabajos en grupo o a clases en un laboratorio.
Efectivamente, el sistema actual tiende a la restricción de las antiguas lecciones magistrales en las que un profesor llegaba a clase, impartía sus conocimientos mientras los alumnos tomaban notas apresuradas, y se marchaba.
Para evitar corre el riesgo de distraerse y no mantener un ritmo constante de trabajo, una buena solución es establecer un calendario de trabajo adaptado a los horarios de clases y prácticas. Los alumnos reservan así determinados momentos para el estudio.
2. ¡Pero si no tengo apuntes!
La escasez de lecciones magistrales a lo largo del curso ha modificado sustancialmente la forma de actuar en las clases. Los chicos ya no pueden asistir de una manera pasiva al aula, armados con papel y bolígrafo, dispuestos a copiar de una forma casi mecánica todo lo que el profesor diga, escriba en una pizarra o muestre en una presentación.
Los alumnos tienen que ir a clase con los deberes hechos, y eso consiste en adelantarse a lo que se va a explicar para que el tiempo en el aula sea de prospección, de resolución de dudas, de desarrollo de los puntos más complejos de la materia en proceso de estudio.
Pero esta forma de trabajar suele poner nerviosos a los recién llegados a las aulas universitarias, acostumbrados al anterior sistema, aún de aplicación en la mayoría de los colegios. Para superar este cambio, necesitan aprender a trabajar tomando notas muy simplificadas de los conceptos que se tratan. A partir de ahí, podrán desarrollar mapas conceptuales que se completarán con material recomendado por el profesor o localizado en bibliotecas y fuentes documentales.
3. ¡Y tampoco tengo libros!
Después de años de Primaria, ESO y Bachillerato con un libro por cada asignatura, una de las grandes sorpresas de los estudiantes al llegar a la universidad consiste en descubrir que no les mandan un libro concreto por cada materia. En los programas, el profesor recomienda varios manuales y otras obras específicas de puntos concretos de la materia, pero es muy difícil hacerse con un texto que se adapte por completo al temario propuesto.
Los alumnos de universidad tienen que aprender a preparar su propio material de estudio. Para eso, es importante que conozcan bien la Guía Docente (el documento oficial que contiene los temas de la materia, los objetivos, la propuesta metodológica, los sistemas de evaluación y la bibliografía documentada) y aprendan a elaborar sus propios esquemas, apuntes y anotaciones manejando diversos materiales.
Bolonia ha llegado a las aulas en un momento en el que es muy fácil gestionar documentación de apoyo a la docencia. Los alumnos tendrán que tomar conciencia de que el material que aporte el profesor (trabajos académicos, artículos de revistas especializadas…) forma parte de ese compendio sobre el que habrá que estudiar.
4. ¿Cómo preparo el examen?
Los exámenes y el resto de las pruebas para la evaluación en la universidad pueden ser muy diversos, desde exposiciones orales hasta tipo test, pasando por preguntas más o menos amplias de desarrollo. Es importante atender al profesor cuando en las primeras clases detalla estos métodos de evaluación que, a su vez, quedan reflejados en la Guía Docente.
Para preparar el material que van a estudiar, necesitan precisamente esa Guía Docente que les sirve para comprobar que han trabajado todos los aspectos propios de la materia a través del material recomendado.
El EEES: títulos universitarios válidos en toda Europa
Las siglas EEES recogen el concepto de Espacio Europeo de Educación Superior, el llamado Plan Bolonia por la ciudad italiana en la que se acordó su puesta en marcha. El objetivo de este sistema, que nace al compás de la convergencia europea en otras materias, como libre circulación de personas y capitales o una moneda única, consiste en establecer criterios comunes para la ordenación de los títulos académicos superiores de tal modo que un título obtenido en un país se pueda emplear automáticamente en otro para el ejercicio de una profesión.
Esta posibilidad de cambiar de país para estudiar se ve completada con la opción de cursar parte de los estudios en el extranjero, una realidad muy habitual en los intercambios y las Becas Erasmus. Para que un estudiante que se marcha un año a otra Universidad sepa que sus estudios van a ser los adecuados, se creó la catalogación de asignaturas por créditos ECTS (European Credit Transfer System), sistema que otorga a cada materia un número de créditos en función de las horas prácticas y teóricas que incluye. Así, la materia que no se cursa en la universidad de origen, será intercambiada por otra u otras materias similares en la universidad de destino con la garantía de que el esfuerzo realizado por parte del alumno será común.
Alicia Gadea
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