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Trabajo eventual: los beneficios de empezar pronto a trabajar

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Llega cierto momento en el que sufragar todos sus gastos no es ni factible ni beneficioso para ellos. Es entonces cuando podemos motivar a los jóvenes a que consigan un empleo a media jornada, o los fines de semana, para que ganen autonomía y aprendan a valorar el precio real de las cosas y lo que cuesta conseguirlo.

La paga, ese esperado gesto de buena voluntad parental que llega cada semana y que, con el paso de los años, los jóvenes esperan que aumente sus cifras como si hubiesen invertido en fructíferas acciones de la Bolsa, llega un momento en el que esta paga es insuficiente para los gastos previstos, por no añadir que, dicho en voz alta, el concepto queda poco «guay».

Es entonces cuando podemos plantearles que, si quieren hacer un mayor gasto de dinero, deberían empezar a pensar en ganárselo por sí mismos y administrarlo de forma responsable.

El trabajo eventual para los jóvenes es un concepto muy arraigado en otras culturas de nuestro entorno, que muchos estudiantes ven cuando salen a estudiar fuera, pero que en nuestro país todavía flojea, quizá, porque no concebimos que empiecen a trabajar siendo demasiado jóvenes, o no queremos que, lo que comienza como uno empleo complementario a su formación, acabe por distraerles de sus estudios o de otros objetivos.

No nos choca, en cambio, cuando lo vemos en una película, generalmente norteamericana, en la que aparece el típico muchacho de doce años recorriendo con su bicicleta, calle arriba, calle abajo, y lanzando periódicos al rellano de las casas. Ni tampoco a la quinceañera que cuida a los niños de los vecinos mientras aprovecha para hacer los deberes de trigonometría o el estudiante universitario que complementa el dinero de bolsillo con un trabajo como camarero.

Algo más que dinero: el trabajo eventual de los jóvenes

Sí, la recompensa económica es muy satisfactoria. Pero podemos ir más allá y contemplar estos primeros empleos como un aliciente a su desarrollo. Se trata de que descubran que el dinero no crece de ese árbol que tenemos en el jardín y que aprendan, de paso, que la realidad consiste en desempeñar labores no muy atractivas, en puestos nada sofisticados y empezando desde abajo.

¿Qué beneficios les reporta trabajar desde una edad temprana?

1. Es una opción positiva para que se formen como miembros maduros, productivos y responsables de la sociedad.

2. Ayuda a que los jóvenes forjen más rápidamente sus identidades y que ganen autonomía. Además, les impulsa a construir metas y ganar experiencia en el ámbito laboral que pueden extrapolar al académico.

3. Aprenden cómo manejar las finanzas. Incluso si su sueldo está orientado a cubrir sus gastos personales, pueden empezar a hacerse una idea de lo que cuestan realmente las cosas y de lo que supone hacer malabarismos con las cuentas.

4. Conecta a los jóvenes con las posibilidades del networking y también les orienta a la hora de pensar en una trayectoria profesional.

5. Les guía en cuanto a la construcción de su tiempo libre, así como el aprovechamiento de las horas dedicadas a una actividad determinada.

6. Obtienen habilidades útiles que pueden aplicar en diferentes hábitos de su vida, como puede ser, aceptar órdenes, cumplir horarios o comunicarse correctamente con otras personas y aprender a desenvolverse con ellas en según qué situaciones.

7. De cara al futuro, favorece su experiencia afrontando entrevistas de empleo y su resolución a la hora de manejar las solicitudes.

Trabajar, trabajar… ¿y qué más?

Para los jóvenes que se adentran en este concepto de trabajo, tienen claro que se trata de una experiencia transitoria, cuyo objetivo es encontrar una ayuda para cubrir sus gastos personales o incluso financiar sus estudios. En general, supone un periodo en el que se suceden una serie de trabajos de corta duración.

No obstante, es importante que aquellos jóvenes decididos a conseguir empleo sepan desde el principio que no es fácil compaginarlo con clases y estudios. Por eso, resulta fundamental orientarles para que tengan en cuenta los posibles inconvenientes.

– El trabajo puede interferir en el ámbito académico si las horas que les exigen coinciden o dificultan su programación de clases. Y lo mismo, si les restan de tiempo para estudiar y eso afecta a su rendimiento en el instituto o en la universidad.

– También les quita tiempo para realizar actividades extraescolares a las que antes se entregaban sin reservas, como puede ser practicar deporte o acudir a la academia de idiomas.

– No está de más establecer, de forma individual, un periodo de prueba tras el cual los jóvenes se aseguren de que son capaces de conciliar trabajo y estudios, u otra actividad. Y es que muchos caen en estado de estrés o ansiedad al verse abrumados por tanta responsabilidad.

¿Y qué empleos pueden desempeñar?

Buscar trabajo no es siempre una tarea sencilla. Algunos de los más socorridos son aquellos que se encuentran fácilmente a través de amigos, familiares o conocidos y que, además, no resultan demasiado complejos. Cuidar a niños pequeños y dar clases de refuerzo son las más habituales, pero no por ello son menos exigentes que otros empleos. Requieren de responsabilidad, implicación y disponibilidad, lo mismo que otros puestos, como monitor o socorrista, que pueden conseguirse a través de cursos y títulos que pueden resultar muy útiles.

Habrá algunos jóvenes que esperen un puesto de trabajo ideal, pero no siempre puede ser así. Si realmente quieren conseguir un empleo, es mejor que amplíen sus expectativas a un abanico de posibilidades laborales mucho más extenso: cafeterías, tiendas de ropa, supermercados…

Los supervisores, jefes o responsables de los jóvenes durante el desempeño de su labor, son conscientes de la falta de experiencia de estos, lo que no implica que, a la hora de presentarse a una entrevista se preparen a conciencia. Buscar datos sobre la empresa para que se les vea, no solo enterados, sino interesados; cuidar la primera impresión; ser amables, educados y humildes… Con algo de buena voluntad pueden conseguir un puesto que satisfaga sus necesidades y se adapte a su condición de novato en este aspecto de su vida.

Ana Cemborain y Laura Revuelta

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