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Cómo ser un ciudadano activo, un reto para los jóvenes

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¿Cómo se puede ser un ciudadano activo? Para llegar a ser un ciudadano activo, es imprescindible que el joven conozca sus derechos y obligaciones como ciudadano. Los jóvenes pueden aportar soluciones y presentarlas ante los políticos que gobiernan y en los medios de comunicación.

La misión de un ciudadano no es simplemente cumplir las leyes, no molestar a su vecino, trabajar las horas indicadas o pagar sus impuestos. Eso son más bien las labores de lo que llamamos «ciudadano común». Un ciudadano activo es aquel comprometido con la sociedad en la que le ha tocado vivir y que se ha preocupado por conocer bien tanto sus derechos como sus obligaciones. Como miembro de ésta tienes mucho que aportar a los demás a través de distintas actividades.

Conoce tus derechos y deberes como ciudadano

Para llegar a tomar parte activa de la sociedad, hay que tener iniciativa y capacidad de organización. La sociedad actual requiere personas con disposición, que marcan pautas, comprometidas con unos objetivos… en definitiva, dispuestas a mojarse lo que haga falta para lograr aquello que se han propuesto en beneficio de todos. Para llegar a este punto, es imprescindible que el joven conozca sus derechos y obligaciones como ciudadano para ser consciente de hasta qué punto influyen en nuestra vida cotidiana.



Para estar informado de lo que acontece alrededor disponemos de muchos medios de comunicación que además nos permiten conocer las leyes y normas que rigen la sociedad. Por otra parte, para saber qué se puede hacer frente a estos acontecimientos, Internet y las entidades competentes pueden ofrecer toda la información necesaria. Hay que señalar que la participación social no consiste únicamente en manifestarse, quejarse y agitarse; los jóvenes podemos aportar soluciones y presentarlas ante los políticos que gobiernan y en los medios de comunicación, para ello es necesario involucrarse en las plataformas adecuadas.

Pensamiento crítico y debate: claves de un ciudadano activo

El éxito o fracaso de los objetivos que se proponga el ciudadano activo dependerán, en gran medida, de la capacidad de tomar uno mismo sus propias decisiones e influir en los demás que están a nuestro alrededor para ponerlos a nuestro favor.

Un joven comprometido con la sociedad sabe que debatir es una habilidad que tiene que poseer para transmitir sus ideas. Puede aprender a hablar en público y dar su opinión en las distintas asociaciones para jóvenes desligadas de los partidos políticos o en las instituciones educativas. En las universidades, por ejemplo, cada vez se incorporan más los debates a las clases para que los alumnos aprendan a tener buena oratoria, capacidad de argumentación y pensamiento crítico.

Para transmitir ideas y debatirlas, los ciudadanos activos tenemos que estar previamente informados con detalle. Hay que tener en cuenta que siempre habrá gente que quiera que le demos explicaciones sobre nuestra forma de pensar para exponer la suya, de ahí la importancia de saber debatir, manejar conceptos y sobre todo, escuchar. Los debates que mantengamos no tienen por qué acabar como el rosario de la aurora entre gritos y discusiones violentas, podemos exponer sosegadamente nuestros argumentos. Debatir, al fin y al cabo, no es más que sopesar los pros y los contras en una decisión o a la hora de defender una opinión.

Teresa Pereda

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