Ahora vivimos en una época en la que tenemos que estar muy pendientes de nuestros bolsillos. Tanto para ahorrar como para gastar el dinero en lo que necesitamos hemos de poner cuidado y buscar el punto medio para no caer en el derroche ni ser unos «agarrados». Poniendo sensatez en nuestros manejos con el dinero, podemos aprender a hacer un buen uso de éste que nos ayudará a valorarlo.
Saber ahorrar y saber gastar son dos conceptos que van estrechamente unidos y son algo difíciles de aprender. Es fácil que de vez en cuando se nos vaya la mano con gastos superfluos o que demos demasiada importancia al dinero y queramos preservarlo de tal manera que nos vemos convertidos en auténticos tacaños. No es sencillo aprender a encontrar el equilibrio. A veces, la llegada de una época de apuros económicos como la que estamos viviendo, supone una inyección de sensatez.
Suele ser el momento en que nos damos cuenta de lo poco que necesitamos para vivir dignamente. No es que los hechos por sí mismos tengan capacidad de enderezar el rumbo, es nuestra respuesta ante ellos la que nos descubre un panorama nuevo. Buscar la sobriedad en nuestros gastos y saber ahorrar nos ayudará a valorar más lo que tenemos y a poner cabeza en el manejo del dinero del que disponemos.
Ahorrar con vistas al futuro
Ser ahorrador implica estar con la vista puesta al futuro, es tener una idea más o menos concreta de lo que queremos y para ello, ponemos los medios para conseguirlo. También es una actitud previsora que busca seguridad económica ante posibles problemas que surjan más adelante.
Si aún vivimos en casa con nuestros padres, el ahorro irá enfocado de cara a alcanzar una serie de objetivos como independizarnos, tener una casa, formar una familia o cualquier otra meta que nos planteemos. Y para eso vamos a necesitar dinero. Pero ello no quita que tengamos que asumir nuestros propios gastos: ropa, salidas, regalos, etc. Y si queremos afrontar gastos mayores (un coche, por ejemplo), tendremos que saber ahorrar para afrontarlos.
Sea cual sea nuestra situación, vivamos en casa de nuestros padres o estemos independizados, es bueno que sepamos organizar el dinero con el que contamos y planificar los gastos del mes, así como ceñirnos a las necesidades que tenemos. Y para aquellos imprevistos que puedan surgirnos y no ser de primera necesidad, pensemos en destinar una cantidad determinada de dinero cada mes, que variará en función de la naturaleza de estas «urgencias».
Saber gastar es igual de importante que saber ahorrar
Tan importante como tener en cuenta el ahorro es el aprender a adquirir bienes en la medida de nuestras necesidades. No crearnos necesidades superfluas en un arte difícil que requiere aprendizaje. Todos, sin darnos cuenta, acumulamos cosas por si las necesitamos alguna vez. Por ejemplo, con el tema de la ropa: probablemente, si echamos un vistazo a nuestro armario, tal vez descubramos prendas que hace mucho tiempo que no utilizamos. Si pasa del año -o más-, es evidente que esa ropa que adquirimos está por encima de la que necesitamos.
Existe otro riesgo que nos coloca por encima de nuestras posibilidades: el gasto por comparaciones. Es decir, fijarse constantemente en quien nos rodea, para ver cómo estamos situados respecto a los demás. Sentirse feliz, sólo por comparación, es condenarse a no serlo nunca, pues siempre hay alguien que tiene más. Por otra parte, hemos de evitar caer en los lujos innecesarios, constituyendo estos una motivación más para el gasto.
También es importante realizar una diferenciación entre gasto e inversión, con independencia de lo que digan los manuales de economía. Hemos de valorar que por ejemplo, comprar nuestro primer coche o empezar un curso importante para nuestra formación de cara al trabajo con el dinero que hemos ahorrado es una inversión, mientras que cambiar de móvil cada vez que sale un modelo nuevo y más moderno, es un gasto.
Comprar con sentido común
En toda compra, debería darse un criterio de necesidad y de uso. Hay que diferenciar entre lo que es necesario (para todo el mundo), lo que es conveniente (según el trabajo, el oficio, los estudios, las aficiones de cada uno…) y lo que es superfluo. Ante las estanterías de un hipermercado, en un puesto callejero o viendo los anuncios de la televisión, tenemos que tener la cabeza despejada para no dejarnos engañar con «ofertas», «lo necesitas», «date un capricho«, «cambia…».
Entresacar lo superfluo de nuestras necesidades no resulta fácil, porque todos somos especialistas en engañarnos a nosotros mismos; en el fondo, nos interesa. Un vaquero, muy barato que combina con nuestro vestuario y nos vendría muy bien no resulta necesario cuando aún se conservan varios en el armario y en buen estado. Pero una cámara de fotos, que cuesta bastante más, puede resultar una buena compra si somos aficionados y la vamos a usar durante varios años, aunque tengamos que ahorrar meses para conseguir el dinero.
Hemos de ser críticos ante nuestra forma de consumir, incluso después de haber comprado, para reconocer, en su caso, que se ha hecho una mala compra, porque también de los errores se aprende. A veces, basta con pararnos a pensar muy poco tiempo: en el momento en el que nos ponemos la última camiseta adquirida, tan llamativo que nos pondremos pocas veces, a pesar de su marca. En otras ocasiones, el tiempo acaba por poner las cosas en su sitio, cuando las raquetas tan caras y buenas que compramos para jugar al tenis quedan abandonadas en un rincón del trastero a los pocos meses porque acabamos descubriendo que no nos interesaba tanto este deporte.
Consejos para saber ahorrar
– No compres por impulso, valora si tienes necesidad de comprar ese capricho.
– Revisa e infórmate de las subvenciones y ayudas que puedes recibir (carnet joven, ayudas para el alquiler, familia numerosa, etc.)
– Cuando hagas la compra o quieras hacerte con un producto, compara los precios y elige el más barato. Esto es más sencillo si realizas compras por Internet, ya que es fácil hacer la comparativa de precios.
– Si no sabes cuánto gastas en móvil, es una buena medida pasarte a prepago y así llevar un control sobre el gasto.
– Haz una lista cuando vayas a comprar, y adquiere sólo lo que necesites. También puedes elaborar un menú semanal para organizar bien la compra.
– Compra la ropa en época de rebajas, outlets, factorys, etc.
– Un coche supone un gasto muy grande, por lo que si no es imprescindible, no lo compres y usa el transporte público.
– Deja de fumar.
– Si quieres apuntarte a un gimnasio, opta por uno municipal.
– Si acudes a una academia de peluquería en lugar de una peluquería «profesional», puedes ahorrar hasta el 80%.
Teresa Pereda
Asesoramiento: Gerardo Castillo, Doctor en Ciencias de la Educación y Antonio Vázquez, Orientador familiar.
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