Internet y las nuevas tecnologías han traído una nueva forma de entender la vida. En la actualidad las personas no solo deben preocuparse por su imagen en el día a día, también deben gestionar su participación en plataformas como redes sociales. Una situación que está influenciando negativamente en los jóvenes, quienes están experimentando consecuencias negativas de su actividad en estas webs.
Así lo revela la Royal Society for Public Health, RSPH, en un nuevo estudio donde ha analizado el comportamiento de los jóvenes en relación a su uso de redes sociales. Ansiedad, baja autoestima y el sentimiento constante de estar perdiéndose algo. Todos estos efectos fueron advertidos por los investigadores que llevaron a cabo este trabajo.
Constantemente conectados
RSPH realizó este estudio contando con la participación de 1.479 jóvenes de entre 14 y 24 años. Todos ellos tuvieron que contestar a un test sobre el uso de nuevas tecnologías, participación en redes sociales y estado mental. Preguntas como el nivel de ansiedad y la calidad del sueño también estuvieron presentes en este cuestionario que pretendía profundizar en este aspecto.
El 91% de los participantes admitieron que el uso prioritario de las nuevas tecnologías era para gestionar su perfil en redes sociales. En cuanto a la salud mental, las tres consecuencias más observadas entre los participantes fue una menor autoestima, una sensación de angustia al pensar que se está perdiendo algo o el padecimiento de un caso de ciberbullying, con todos los efectos que esto conlleva.
Desde RSPH se destaca cómo en los últimos años los niveles de ansiedad han crecido en un 70%, coincidiendo con la expansión de las redes sociales y de las nuevas tecnologías. Los investigadores señalan que una de las tendencias habituales es no querer perderse nada dentro de este mundo digital, querer contestar a todos los mensajes que lleguen y actualizar constantemente sus perfiles en estas plataformas.
Constante conexión
La expansión de las redes sociales y las nuevas tecnologías no solo ha influido en la calidad de la salud mental. La integridad física de los jóvenes también se ha visto alterada, especialmente en la calidad del sueño de estas generaciones. Uno de cada cinco participantes en este trabajo reconoció despertarse de madrugada para revisar los mensajes de sus dispositivos.
Esta situación se relaciona directamente, según RSPH, con la gran expansión de las nuevas tecnologías. Los jóvenes que lo deseen pueden conectarse constantemente sin preocuparse por barreras como la batería. Si el smarthpone se apaga, se puede hacer uso de la tablet mientras carga este terminal, y viceversa. En conclusión, se pasa gran cantidad de horas gestionando esta vida social.
Cultura de imagen
Este estudio señala que otro de los peligros de exponer a los jóvenes a las redes sociales es la alteración de su propia percepción. Quienes acceden a estas plataformas desean parecer lo mejor posible en las fotos que suben, y esto suele traducirse en una obsesión por cambiar su apariencia y ajustarla a las modas, e incluso pedir a los padres someterse a cirugía estética.
«Las redes sociales se han convertido en un espacio donde se forma y se construyen relaciones, se forma una identidad propia, los jóvenes se expresan y aprenden sobre el mundo que les rodea. Toda esta actividad está intrínsecamente ligada a la salud mental de estas generaciones», explica Shirley Cramer, directora de RSPH. Por ello este organismo solicita la introducción de estas herramientas:
– Introducción de una advertencia cuando los jóvenes estén realizando un uso abusido de las redes sociales.
– Herramientas que pudieran identificar a aquellos usuarios que empezaran a experimentar problemas mentales a través de la información expuesta en sus post.
– Detección de fotos manipuladas digitalmente, señal de una preocupación excesiva por la imagen.
Herramientas que en definitiva buscan saber quién está siendo influenciado negativo por su actividad en redes sociales. La temprana detección iniciaría con igual celeridad tratamientos para evitar que la salud mental de los jóvenes se resienta en exceso y se puedan poner en marcha mecanismos en donde confluyan tanto padres como profesionales educativos.
Damián Montero
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