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Los peligros de convivir con los padres para los jóvenes adultos

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Los riesgos de volver a casa de los padres tras un periodo de independencia.

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El ciclo habitual en la crianza de todo hijo termina cuando este se independiza. El niño va creciendo, ganando autonomía hasta que abandona el hogar paterno para formar su propia familia, sin romper los vínculos con sus padres ni la que antes fue su casa. Pero, ¿qué ocurre cuando este proceso se altera? ¿Qué pasa cuando no se produce esta emancipación?

Sobre este asunto trata el estudio elaborado por el Max Planck Institute for Demographic Research, MPIDR. En esta investigación, el equipo de Jennifer Caputo, profesora de la Universidad de Alabama, se ha centrado en comprobar cómo aquellos jóvenes que todavía no se han independizado, o que han tenido que regresar al hogar paterno tras un revés económico.

Transición interrumpida

Tal y como indica Caputo, aquellos jóvenes que regresan al hogar paterno tras haber iniciado su emancipación sufren un duro revés en la transición que realizan hacia su vida adulta. La autora explica que volver a casa de los padres supone decir adiós a aspectos como la independencia económica, no solo porque vuelven a depender del dinero que les dan sus padres.

Junto con la emancipación, los jóvenes deben prever una agenda de gastos y tener en cuenta sus ingresos para poder afrontarlos. Sin embargo, al regresar al hogar de los padres, vuelven a ser éstos quienes se hacen cargo de estas responsabilidades. Una situación que, como ya se ha dicho en el anterior párrafo, hace que se interrumpa la transición hacia la vida adulta.

Por otro lado, hay que tener en cuenta la independencia social que se pierde al regresar al hogar paterno. Cuando un joven cuenta con su propia vivienda, puede llevar sus relaciones con amistades a otro nivel y, por ejemplo, organizar cenas y otro tipo de reuniones. Posibilidad que se pierde cuando el camino de la emancipación se revierte.

Otro de los efectos comprobados al analizar los casos de 20.000 jóvenes nacidos en la década de los 90. Los investigadores analizaron esta muestra y pudieron ver cómo aquellos que habían regresado al hogar paterno mostraban más síntomas de depresión y tristeza, no solo porque se pierde la independencia antes mencionada. También hay que tener en cuenta que conseguir la independencia es visto como un gran logro, perderlo supone decir adiós a una de las metas obtenidas en la vida.

Síndrome del nido lleno

Tampoco hay que olvidar a los padres. El regreso de los hijos al hogar paterno tras un periodo de independencia tiene una serie de efectos que son conocidos como el Síndrome del nido lleno. Hay que tener en cuenta que esta vuelta «trastoca» la vida de los progenitores también, ver cómo sus vástagos, a los que creían asentados y emancipados, ya no lo están, tiene como consecuencia una sensación de frustración.

Por un lado, los padres sienten que algo no hicieron bien cuando sus hijos no han conseguido mantener la independencia que empezaron. Por otro lado, hay que tener en cuenta que dentro del ciclo de cualquier persona llega un momento en el que tras la crianza, los padres se quedan solos en su propia casa y que esta situación hace que este proceso también se pare.

Decir adiós a un hijo no es fácil y verlo regresar hace que este proceso también se detenga, impidiendo que los padres se acostumbren a ver a s sus hijos como personas responsables de su propio hogar.

Damián Montero

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