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Tras la pandemia, vuelven las bodas y, con ellas, la duda sobre los regalos

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Uno de los mayores retos a los que se enfrenta cualquier amiga es al de un regalo de boda. Si bien antaño los electrodomésticos y otros utensilios del hogar eran el regalo estrella, hoy en día es preciso dar con un regalo, más que útil, profundamente emocional. Más todavía, tras una pandemia que, pese a sus efectos, no ha hecho más que aplazar las bodas, pero no erradicarlas.

¡Vivan los regalos de los novios!

De entre el gran repertorio de eventos y actividades que encauza la llegada del verano, uno de los acontecimientos que más podemos advertir bajo el curso de la estación vacacional es la proliferación de las bodas. Un momento, huelga decirlo, de suma importancia para la vida de esas dos personas que, a partir de dicho enlace, iniciarán una nueva etapa donde la sinergia y el trabajo en equipo debe actuar como una sola maquinaria en dirección a los objetivos tanto mutuos como individuales. Pero, a la par -y no lo neguemos-, un momento también de grandes males de cabeza en aras de dar con qué regalar a nuestras amigas cuando se casan.

Si conversamos con matrimonios de cierta edad podremos constatar un manual de regalos de boda que poco tiene que ver con las tendencias actuales. Si bien antaño solían regalarse utensilios domésticos, donde a menudo se establece un patrón de cierta futilidad y relajado costumbrismo, hoy en día las exigencias son distintas, aunque no por ello más caras. De hecho, uno de los regalos para amigas que más triunfa en nuestro tiempo es el de impresiones fotográficas en objetos comunes que, en este caso, tanto pueden ilustrar momentos íntimos de la pareja como divertidas anécdotas de amistad. Un regalo certero y que jamás caerá en la obsolescencia.

El cambio generacional y los regalos de boda

Evidentemente, la premisa de los presentes de casamiento de nuestros padres o de nuestros amigos más mayores es realmente buena. Regalos cuya intención es la de proveer al recién estrenado matrimonio de elementos básicos para su convivencia ahorrándoles la inversión económica que ello supone. Ciertamente, una opción que se compaginaba con el hecho de que muchas parejas realizaban en paralelo su boda y su entrada a una vivienda, por lo que el gasto del conjunto -el convite es siempre un bolsillo roto- dificultaba la recolección de ciertos bienes de primera necesidad. Aunque hoy en día o bien ya tenemos dichos elementos o lo cubre nuestra familia más allegada.

Sin embargo, el regalo de una amistad va más allá del de un familiar, en el sentido que, muy posiblemente, una amiga conoce mucho mejor nuestra dualidad existencial, desde los momentos más luminosos hasta los más sombríos de nuestra vida. Por ello, el regalo de una amiga no debe ser exactamente útil, tal y como se entiende el termino, sino que debe dar sutilmente en el clavo. Por supuesto, aconsejar sobre qué regalar a una amiga que se casa sin conocerla hace flaco favor a la originalidad de quien la vive con más cercanía, aunque algunas ideas variadas siempre vienen bien para una lluvia de ideas o como detonante de un regalo asombroso.

La clave del regalo perfecto radica en la amistad

Como se ha mencionado, un regalo que nunca falla puede ser recopilar imágenes de grandes momentos para la novia. Un regalo insignia de los casamientos, pero que nunca falla, dado que se trata de un espejo temporal mediante el que trasladar a nuestra amiga a los mejores vagones del tren que recorre nuestra vida compartida. En esa línea, empresas como la reconocida Hofmann disponen de todo tipo de posibilidades, que van desde los tradicionales álbumes de fotos hasta lienzos collage, fundas de móvil e incluso tazas y cojines con estampación fotográfica. Al fin y al cabo, una foto puede albergar un sinfín de emociones de gran significado para ambas.

Asimismo, podemos encontrar otras opciones de regalo para nuestras amigas y futuras esposas que obedezcan a su modo de ser. Desde la restauración de muebles viejos para recordar que el matrimonio abre una nueva etapa del mismo modo que una ventana abierta ventila una habitación cerrada, hasta la popular organización de «secuestros» en la despedida de soltera que acaben en un fantástico viaje. Todo se rige por distintos factores. Por una parte, nuestra imaginación y creatividad, pero, y más importante, también a través de nuestro conocimiento único respecto a ella. Lo que puede traducirse tanto en cantar una canción que defina nuestra amistad como recuperar y regalar un juguete con el que ambas jugamos en nuestra infancia.

Celebrar la vida en tiempos de pandemia

Como añadido, es preciso recordar que hoy en día las bodas, en un contexto como el actual, son más importantes que nunca. Su celebración nos recuerda que nunca estamos verdaderamente solos, que la media naranja está siempre esperándonos para un enlace histórico en nuestra existencia unida. Más aún, cuando las bodas en pandemia han reducido drásticamente sus eventos, pero que, con la llegada del desconfinamiento, se eleva entre la ruina circundante para iluminar una nueva ruta. Una travesía que, no exenta de temporales y momentos de dureza, es capaz de sacar lo mejor que guardamos dentro.

Porque el matrimonio ya no es lo que era antes. Ya no se trata de acatar la presión social para verse inmersa en la marginación de una sociedad que fuerza los enlaces por tradición. Sino que se trata de un momento decisivo de profundo autoconocimiento al que acontecen nuestras amigas bendiciendo el paso y nuestro ritmo. Y, por ello, nada mejor que el regalo de esa persona que siempre estuvo, que jamás se irá pese a cuán complejas sean las circunstancias. Un regalo de por vida cuyo precio no es jamás el que marca su factura, sino el valor que se halla tras su acierto y que resistirá al paso del tiempo como las bodas han podido esperar y resistir a esta pandemia.

Marina Berrio

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