Los jóvenes que acaban de acceder a la universidad llegan todos bajo el paraguas del llamado Plan Bolonia, que supone, entre otras cosas, un cambio del paradigma de estudio. Pero también en la universidad, aprender a estudiar con Bolonia supone un cambio en la filosofía de trabajo que se espera tanto de profesores como de alumnos.
El Espacio Europeo de Educación Superior, el llamado Plan Bolonia, es el sistema universitario que ahora aúna toda Europa, con el fin de facilitar el movimiento tanto en la época de estudiantes universitarios -Erasmus y otros intercambios- como para los posgraduados -reconocimiento automático de títulos.
Con el Plan Bolonia, se impone la evaluación continua que requiere el trabajo constante y la asistencia a clase en la universidad. Se acabaron las lecciones magistrales -salvo en contadas ocasiones- y los exámenes finales en los que el estudiante se jugaba un curso universitario a una carta. El nuevo sistema que impone Bolonia, más cercano en su planteamiento al anglosajón, requiere afrontar el estudio con otra perspectiva.
6 claves del Plan Bolonia para estudiar en la universidad
1. Asistencia obligatoria. El Plan Bolonia implica menos horas de clase, pero más de trabajo. Para que el profesor pueda evaluar el día a día, el alumno tiene que asistir siempre al aula. Cada universidad establece unos ratios mínimos para poder optar a la evaluación continua.
2. Trabajo personal a diario. La desaparición de buena parte de las clases magistrales y su sustitución por otros sistemas de aprendizaje, como los seminarios y los grupos de trabajo, implican la necesidad de que los alumnos preparen parte del material de la asignatura por su cuenta. Los profesores mandan lecturas o casos prácticos que los alumnos deben llevar a cabo en sus casas y, sobre esa base, se desarrolla la siguiente hora lectiva.
3. Ensayos y otras presentaciones. Para fomentar capacidades transversales como la redacción o la exposición oral, se encargará a los alumnos un buen número de trabajos sobre diversos aspectos de las asignaturas.
4. Necesidad de una mayor organización. Las horas lectivas en sentido estricto han disminuido con Bolonia respecto a planes anteriores. Eso no significa que se reduzcan las horas de trabajo sino que los alumnos deben establecer sus propios ritmos para completar las explicaciones en el aula.
5. Búsqueda de información. En la era de las Nuevas Tecnologías ningún profesor entiende que su materia esté contenida en los apuntes o en un único manual. Los alumnos tienen que aprender a localizar, gestionar y sintetizar información de diversas fuentes tradicionales y digitales.
6. Exámenes extraordinarios en julio. El calendario de curso universitario ha cambiado. Se empieza mucho antes en septiembre y, sin embargo, el estudiante que supera todo en convocatoria ordinaria ha terminado a principios de junio. Desaparecen, pues, los exámenes de septiembre que se trasladan al mes de julio. La idea de unos veranos tan extensos es que los alumnos puedan aprovechar tanto para realizar prácticas como para mejorar los idiomas.
Alicia Gadea
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