Entre planes, promesas y becas, los investigadores y doctorandos de España están confundidos. Ser investigador en España no es nada fácil y lo que piden todos los colectivos es que se tenga en cuenta el valor de la labor investigadora para la riqueza de nuestro país. Esto supone que los becarios sean considerados como verdaderos profesionales más que como estudiantes que continúan formándose. ¿En qué acabará todo esto?
Lo que ocurre es que la investigación en España adolece de serias deficiencias. En primer lugar, no existe una adecuada consideración, ni política ni social, del trabajo de los investigadores. La investigación no solo constituye uno de los pilares básicos del patrimonio cultural, sino que, además, forma parte de la base fundamental que proporciona el desarrollo económico, social y cultural de un país de cara al futuro. En concreto, se da la circunstancia de que la profesión de investigador, a pesar de requerir titulación superior y posteriormente de doctor, que es la máxima posible en el sistema español, no merece la consideración de un trabajador durante muchos años de su desarrollo, a pesar de la demostrada productividad.
Investigación: trabajador o becario
Como afirma Xosé Afonso Álvarez, presidente de la Federación de Jóvenes Investigadores/Precarios, el «Estatuto del Becario» sigue teniendo defectos ya que solo establece dos años de contrato tras dos años de beca para los investigadores que aún no han realizado su tesis doctoral. En este sentido, Álvarez entiende que el Estatuto no respeta la «Carta Europea del Investigador», donde se recomienda la contratación desde el inicio de la carrera investigadora. Y con este Estatuto, parte de los investigadores «siguen sin ser trabajadores con sus derechos y obligaciones, una situación discriminatoria pues se realiza el mismo trabajo».
Desde luego, nuestro país nunca se ha caracterizado por sus abultadas partidas presupuestarias en programas de Investigación y Desarrollo. La escasa inversión en I+D es considerado como el principal obstáculo a nuestro desarrollo científico y tecnológico. Y eso lo viene denunciando la comunidad científica desde hace varios años; como dato relevante, la inversión en I+D no llega al 1% del PIB, mientras que en países científicamente competitivos como Estados Unidos, Japón, Francia o Alemania supera el 2%.
Baja inversión en programas de Investigación y Desarrollo
Esta baja inversión repercute negativamente en distintos aspectos: sobre todo, se dificulta notablemente el trabajo de los investigadores, de modo que muchos proyectos han de salir adelante en situaciones precarias, de falta de personal, medios o incluso de medidas de seguridad. Es especialmente remarcable la repercusión que esto tiene sobre el uso de «mano de obra barata», a través de becarios de investigación, que carecen de derechos tan básicos como la desprotección absoluta frente a los posibles accidentes laborales propios de la profesión, así como muchas otras cuestiones de carácter social (cotización a desempleo o jubilación durante largos períodos, bajas, vacaciones etc.), algo que quiere remediar -en parte- el nuevo estatuto.
Además, se cae en la errónea consideración de fomentar prioritariamente la investigación tecnológica con rendimientos a corto plazo, ignorando que ésta se alimenta y apoya necesariamente en disciplinas básicas y que, por tanto, producen rendimientos a más largo plazo, siendo muchas veces las disciplinas de humanidades las más perjudicadas. Esta consideración hace que el sistema en su conjunto se debilite progresivamente.
El camino hacia el extranjero
Pese a que lo anterior son pequeños pasos que van en la buena dirección, todavía los aspirantes a investigador no están en condiciones de lanzar campanas al vuelo. Lo cierto es que en el extranjero sigue habiendo, en numerosos campos, oportunidades bastante más atractivas que despiertan el interés de los jóvenes investigadores. Quizá, porque en nuestro país, por ahora, no es fácil una planificación profesional a medio o largo plazo. Muchos investigadores se ven forzados a abandonar o a emigrar a otros países donde su labor goza de mayores posibilidades.
¿Qué tipos de becas de investigación existen?
Actualmente, el panorama es caótico, con cientos de becas de distinto tipo, de organismos públicos y privados, cada una con sus condiciones particulares. Únicamente nos ocupamos aquí de las becas de investigación, pero hay que indicar que también en otros campos laborales existe la figura de la beca.
a) Antes de la licenciatura
Se denominan «becas de colaboración», «becas de iniciación a la investigación»… Son para estudiantes universitarios, que deberán compatibilizarlas con sus estudios. El CSIC convoca becas para alumnos de penúltimo y último curso de carrera para trabajar de julio a septiembre a jornada completa en uno de sus centros. En las convocadas por el MEC y alguna comunidad autónoma, el becario deberá trabajar durante el curso académico en un Departamento una media de tres horas diarias.
b) Para licenciados
– Para realizar la tesis doctoral: la duración normal de estas becas es de 4 años, aunque algunas entidades convocantes permiten solicitar prórrogas. Algunas comunidades autónomas adoptan el modelo 2+2 (los dos primeros años de beca y los dos últimos con contrato laboral), pero el Estado sigue con el modelo 4+0 (cuatro años de beca). El nuevo estatuto quiere establecer como modelo el 2+2. El primer año, además de trabajar en un departamento universitario, organismo público de investigación o empresa, el becario predoctoral realiza los cursos de doctorado. El resto del tiempo, el becario trabaja en investigación a tiempo completo (en algunos casos, impartiendo también docencia), y en régimen de exclusividad. Algunas entidades ofrecen beneficios complementarios: pago de las tasas del tercer ciclo, estancias cortas en otros centros…
– Otras: estas becas no se conceden específicamente para realizar la tesis doctoral, aunque en no pocos casos los adjudicatarios intentan compatibilizar su beca con la tesis. Las hay de varios tipos: para formación de técnicos y ayudantes de investigación, de docencia (p.ej. lectorados del Ministerio de Asuntos Exteriores), de colaboración en proyectos de investigación, para realización de los cursos de doctorado… Sus características son muy heterogéneas.
c) Para doctores
A pesar de haber alcanzado el máximo grado académico previsto en el sistema educativo mundial, hay entidades que todavía ofertan «becas de formación» a doctores, por lo general en el extranjero.
Solicitar una beca de investigación
Antes de solicitar una beca de investigación, infórmate muy bien de todos tus derechos y obligaciones, ya sea en un organismo público o empresa, o a través de la web de precarios.org. Márcate unos objetivos muy claros y pide ayuda para que esos años de investigación sean productivos.
1. No cabe duda de que todos los países necesitan investigadores, y gente joven con ideales que quieran dedicarse a esta tarea básica* pero los obstáculos, al menos en nuestro país, son muchos. No es una decisión para tomar a la ligera.
2. Una buena medida de prudencia es pedir información y consejo a profesores universitarios, directores de departamento y otros investigadores de tu facultad para no dar palos de ciego, antes de decidirte por un camino u otro.
3. El título de Doctor debería gozar de un gran prestigio y facilitar el salto al mercado laboral más cualificado, aunque solo fuera por el alto nivel de conocimiento adquirido. Sin embargo, lejos de ello, los doctores tienen muy difícil su posterior desarrollo profesional, por no hablar de su falta de reconocimiento. Si tu futuro laboral no pasa por el mundo universitario, quizá haya que pensárselo un poco.
4. Es importante, en cualquier caso, tener claro cuál queremos que sea nuestro camino y para eso hay que conocer todo lo bueno* y todo lo malo, así como diferentes formas de conseguir los mismos objetivos.
Ricardo Regidor
Asesoramiento: Federación de Jóvenes Investigadores
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