En España, igual que en otros países desarrollados, hay un gran número de trabajadores que tienen un nivel educativo superior o mayor que el requerido por el empleo que desempeñan, es decir, que están sobreeducados.
Con frecuencia se afirma que estar sobrecualificado para desempleñar una función laboral menor tiene consecuencias negativas tanto para la economía y la sociedad en su conjunto como para los propios trabajadores sobreeducados.
Este ha sido el eje de esta investigación sobre el Impacto en la satisfacción laboral, el bienestar subjetivo y la integración cívica y política, realizada por Carmen Voces y Miguel Caínzos, de la Universidad de Santiago de Compostela, y publicada por el Observatorio Social laCaixa, y los resultados sugieren que la sobreeducación reduce de manera apreciable la satisfacción laboral, pero no parece que tenga impacto negativo en el bienestar personal en general ni en la integración cívica y política.
El 20% de los trabajadores está sobreeducado
En España, alrededor de un 20% de los trabajadores tienen un empleo que requiere un nivel educativo menor del que poseen, es decir, son trabajadores sobreeducados. Estar sobreeducado reduce la satisfacción con el trabajo. Más concretamente, si se mide la satisfacción laboral en una escala de 0 a 10, la sobreeducación lleva consigo una disminución de entre dos y tres décimas. Una reducción semejante se observa cuando, en lugar de atender a la satisfacción global con el trabajo, se atiende a la satisfacción con aspectos particulares como las actividades llevadas a cabo y el sentimiento de realización en el trabajo.
En lo que respecta a la satisfacción vital y el sentimiento de felicidad (esto es, el bienestar subjetivo), los resultados parecen indicar que la sobreeducación no tiene impacto en este ámbito o que, si lo tiene, es muy modesto. La sobreeducación no disminuye en modo alguno la integración cívico-política de quienes la experimentan. Concretamente, no afecta negativamente a su participación política, su satisfacción con el funcionamiento de la democracia, su confianza en las instituciones ni su sentimiento de eficacia política.
Analistas y científicos sociales han alertado acerca de las consecuencias negativas de la sobreeducación, tanto para quienes la experimentan como para la sociedad en su conjunto. Más allá del impacto estrictamente económico, se le han atribuido importantes efectos psicológicos y sociales, como una disminución de la satisfacción con el trabajo y del bienestar subjetivo.
Además, se ha sugerido que la sobreeducación, considerada como una faceta del subempleo y la precariedad laboral, podría contribuir a socavar la integración de los trabajadores en el sistema político, generando sentimientos de ineficacia, alienación, insatisfacción y desconfianza políticas. Comprobar si la sobreeducación tiene realmente estos efectos es relevante para decidir en qué medida son necesarias intervenciones dirigidas a mitigar sus consecuencias.
¿Afecta la sobreeducación a la satisfacción con el trabajo?
La sobreeducación va acompañada de una reducción de entre dos y tres décimas en la satisfacción con el trabajo que se desempeña, bien considerada globalmente, o bien en lo que respecta a aspectos particulares como la satisfacción con el tipo de actividades desarrolladas y el sentimiento de realización proporcionado por el trabajo. Por ejemplo, en los datos de la ECV (2018), estar sobreeducado disminuye la satisfacción laboral global en aproximadamente 0,3 puntos. El resultado es robusto: aunque la magnitud de esta reducción es variable, se pone de manifiesto con independencia de la encuesta, el momento temporal o la variable que se tenga en cuenta.
La disminución parece ser algo mayor para la satisfacción con el desarrollo personal en el trabajo.Los resultados obtenidos sugieren que las consecuencias negativas de la sobreeducación no tienen un alcance tan amplio como el que quizá se podría esperar. Son importantes y consistentes en lo que se refiere a la satisfacción con el trabajo, más inciertas en lo que respecta al bienestar subjetivo considerado de manera global, e inexistentes en el ámbito cívico-político.
¿Afecta la sobreeducación al bienestar subjetivo?
Los resultados son menos concluyentes en lo que se refiere al impacto de la sobreeducación sobre el bienestar subjetivo o la percepción del propio bienestar. Hemos puesto a prueba esta relación usando distintos indicadores (satisfacción con la vida, sentimiento de felicidad) en tres encuestas distintas. Y el resultado es que la sobreeducación lleva aparejada una cierta disminución de la satisfacción vital en una de ellas (la ECV 2018) pero no en otra (la ECVT 2007-2010); tampoco se observa impacto alguno en el sentimiento de felicidad usando la encuesta EPE 2015-2016.
Por tanto, en este caso no encontramos una pauta de resultados tan robusta como en el de la satisfacción laboral; no obstante, en la medida en que realmente se produzca, el efecto negativo de la sobreeducación sobre el bienestar subjetivo parece bastante más modesto que el que tiene sobre la satisfacción laboral.
Se puede concluir que, aunque la sobreeducación tiene un impacto negativo relevante en las actitudes centradas en el ámbito estrictamente laboral, ese impacto se va diluyendo a medida que se desplaza la atención a esferas vitales o sociales más amplias.
Hay que tener en cuenta que este estudio se refiere exclusivamente a la sobreeducación entendida como desajuste objetivo y referido a la educación formal. Por tanto, las conclusiones extraídas no son extrapolables al sentimiento subjetivo de tener más educación de la necesaria para el trabajo que se realiza ni a la cualificación o competencia en sentido estricto.
Marina Berrio
Fuente: Observatorio Social laCaixa
Más información en el libro de Cal Newport, Hazlo tan bien que no puedan ignorarte
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