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Gestiona la empresa de tu propia vida: evita ser una víctima

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Quizá una de las características que define a muchos de los jóvenes de hoy en día es el conformismo, el dejarse llevar, la falta de riesgo… Nos encontramos en la época de los JASP: Jóvenes aunque sobradamente preparados…  pero que no saben gestionar su propia vida.

Tienen toda la vida por delante, pero no son felices: no estudian lo que quieren o para lo que valen, ven el futuro profesional como un campo de batalla competitivo… ¿Por qué nos cuesta tanto generar un cambio, desde dejar de fumar hasta cambiar esa situación con los amigos que no nos realiza y con la que nos sentimos mal?

Hay que tener la capacidad de ser crítico, de replantearse lo que no funciona o de lo que podría ir mejor y asumir riesgos. Y para eso hace falta valentía, arriesgarse. Ahora todo lo tienen más fácil que la generación de sus padres y no digamos que la de sus abuelos.

¿Qué supone arriesgarse?

Como reza un dicho popular: «Reírse es arriesgarse a parecer tonto. Llorar es arriesgarse a parecer sentimental. Alargar el brazo para coger a otro es arriesgarse a implicarse. Mostrar los sentimientos propios es arriesgarse a mostrarse uno mismo. Exponer tus ideas o sueños ante una multitud es arriesgarte a perderlos. Amar es arriesgarse a no ser correspondido. Vivir es arriesgarse a morir. Tener esperanzas es arriesgarse a perderlas. Pero se tienen que correr riesgos. Porque el mayor peligro en la vida es no arriesgar nada. Si no haces nada, si no arriesgas nada, tu existencia se oscurece. Es probable que de este modo evites sufrimientos, pero no vas a aprender, a sentir, a cambiar, a amar ni a vivir. Encadenado a una actitud de miedo, uno se convierte en esclavo…Y pierde su libertad. Sólo eres libre si te arriesgas».

No es fácil mostrarse como uno es, llevar a cabo lo que uno quiere en la vida. «Qué van a pensar de mí si estudio esta carrera, si sigo este camino…» El que quiere puede llegar, pero el camino no es fácil. Todos, cuando nos enfrentamos a un cambio importante en nuestras vidas, tenemos miedo. Pero hay que enfrentarse a ese miedo para cambiar. No hay vuelta de hoja. Porque el miedo es nuestro mayor freno.

La empresa de tu propia vida

La empresa más importante a la que podemos dedicarnos es nuestra propia vida: nosotros hemos de ser los protagonistas, más que las víctimas. Hay profesionales muy respetados que a lo largo de su carrera realizan decenas de estudios y análisis sobre su empresa o sus productos. Pero, curiosamente no investigan ni planifican lo más importante: ellos mismos, su vida… Quizá por pereza, por ignorancia, por prisa, por miedo. O porque repensarse es un ejercicio que requiere mucha honestidad, perseverancia y coraje.

Decía Séneca: «Si no sabes hacia qué puerto navegas, ningún viento es bueno». Merece la pena dedicar algún tiempo de nuestra vida a plantearnos hacia dónde queremos llegar.

Vivir rodeado de circunstancias inoportunas es también la excusa ideal que tienen muchos para no abandonar su posición de víctima y manifestar permanentemente los síntomas de un victimitis con la que se acaban sintiendo de manera constante «jodidos, pero contentos».

Algunos de los síntomas más evidentes de la victimitis son la queja continua sobre la vida y los demás, la sensación de vivir como resultado de las circunstancias más que como generador de ellas, el uso frecuente de los demás como muleta o paño de lágrimas, una visión dura y difícil de la vida (en la que hay muchos más enemigos y amenazas que amigos y oportunidades) y la dificultad para experimentar placer, entre otras.

6 consejos para gestionar tu propia vida

1. Descarta alternativas: qué es lo que no queremos. Empezar así es más fácil, si en una lista escribes aquellas situaciones que no te satisfacen y que no quieres que vuelvan a repetirse.

2  Descubre cuáles son tus talentos naturales. Todos los tenemos, pero quizá los hemos ido «tapando» con los años o por las opiniones de otras personas o por la presión de los demás. Ejercitar el propio talento es la clave de la propia prosperidad.

3. Escríbete cartas a sí mismo: es terapéutico. Ayuda a expresar y explicitar lo que nos pasa, a tener distancia sobre nosotros mismos. Siéntate y escríbete en papel una carta a ti mismo contándote lo que te pasa.

4. Lo que parece un revés, puede servir para echar raíces. Esa es la virtud oculta que guardan las contrariedades y aquello que parece que no va.

5. Para ayudar a conocerte, se puede preguntar a los que nos aprecian y tienen una actitud positiva ante la vida. Se les puede preguntar abiertamente, diciéndoles que sean honestos en sus respuestas y que destaque, sobre todo, lo que de positivo ven en nosotros.

6. Crea tus propias oportunidades. Las oportunidades no son solo fruto del azar, sino que pueden crearse. La cantidad y calidad de oportunidades que nos aparecen en la vida son directamente proporcionales a la actitud que tenemos frente a ella.

Eres joven y estás a tiempo. Plantéate qué quieres ser, qué quieres hacer con tu vida, cómo vas a ser más útil y cómo puedes sentirte más satisfecho contigo. Qué puedes aportar a la sociedad y a los demás. Da un paso más allá y construye esos proyectos sanos y solidarios que bullen en ti, usando las únicas materias primas que son ilimitadas para el ser humano: el amor, al generosidad, la cooperación y la confianza.

No arriesgué y así me quedé

Podemos encontrarnos con gente que no es feliz, como las que cita Alex Rovira en su libro La brújula interior:

– «Yo quería ser empresaria… Montar comercios, boutiques de moda para la mujer. Pero en aquel momento lo tenía fácil para entrar en la Administración y ahora soy funcionaria… Es un empleo seguro, un seguro de vida».-

«Mi vocación era ser psicóloga, pero como en casa me dijeron que no me ganaría la vida, decidí hacer Empresariales. Y acabé aquí, vendiendo seguros».

– «Mira, te voy a decir algo muy íntimo. Yo he sido un empresario que ha ganado mucho dinero, con mucho prestigio. Hoy ya tengo 72 años y ¿sabes una cosa? Me arrepiento de no haberme arriesgado tratando de cumplir mi sueño, y sobre todo lamento profundamente no haber vivido a mis hijos».

– «Lo mío siempre han sido los animales: los caballos y los perros, concretamente. Pero en casa estaba mal visto ser veterinario, así que estudié derecho, como mis hermanos mayores, mi padre, mi tío y mi abuelo».

– «La vida está ahí fuera (señalando una ventana), pero ¿quién se arriesga? En realidad, siempre me hubiese gustado tener mi propia empresa y hacer algo relacionado con el mundo del marketing, pero creo que ya es demasiado tarde» (¡el que lo dice tiene 35 años!).

Ricardo Regidor
Asesoramiento: Alex Rovira. Licenciado en Administración y Dirección de Empresas y MBA por ESADE. Consultor y formador de ejecutivos y directivos.

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