Cansados de ser identificados como vagos y personas sin futuro, son muchos los jóvenes que han decidido rebelarse contra la generación ni-ni (chicos/as que ni estudian ni trabajan) y demostrar que con esfuerzo, pueden llegar hasta donde se propongan.
Como si en la actualidad los jóvenes no lo tuvieran difícil para conseguir un trabajo digno y alcanzar un nivel de vida que les permita ser independientes y lograr sus objetivos, pesa sobre ellos además la mala imagen que les ha dado la generación ni-ni: esos jóvenes que ni estudian, ni trabajan, ni tienen pensado hacerlo por el momento, viviendo de sus padres y rodeados de comodidades, sin querer madurar.
Por suerte, son muchos los jóvenes que no se siente identificados con este perfil y han decidido ir por delante, sin esperar que nadie haga nada por ellos: se trata de la bautizada como generación sí-sí. Quieren trabajar, estudiar y lo que haga falta para poder vivir por sus medios. Son jóvenes maduros y dispuestos a poner voluntad y responsabilidad en las obligaciones que quieren asumir. No quieren ser una generación perdida.
El perfil de la generación sí-sí
Los jóvenes que pertenecen a esta generación sí-sí han aprendido a sacar partido a las múltiples ventajas que les ofrece la sociedad moderna, ya sean becas o Internet. Así, aprovechan las oportunidades que les ofrecen el programa Erasmus o el Interrail, gracias a los cuales han abierto su mente y dejado atrás prejuicios. Compaginan el estudio o el trabajo con sus aficiones, viajan, hablan otros idiomas, manejan muy bien las nuevas tecnologías…
Decir que son la generación mejor preparada no es un tópico, sino una realidad. Tienen estudios y competencias, pero están en un mal momento; un momento que obliga a muchos a dejar su país y a abandonar la vieja costumbre de vivir siempre en el mismo sitio y tener el mismo trabajo para toda la vida. Son por lo tanto, jóvenes decididos, sin miedo al cambio y dispuestos a sumir riesgos. Por supuesto, encuentran en la familia su máximo apoyo, además de encontrarlo también en su grupo social.
Además, aunque no suelen ser contestatarios, sí que actúan si se ven en situaciones límite. Cada vez son más conscientes del mundo en el que están viviendo y se sienten interesados y preocupados, lo que les mueve a participar y exigir. La actual crisis económica y social, así como la precaria situación de la educación, les han abierto los ojos y son más conscientes de los problemas que les afectan. Se está comprobando un cambio de tendencia importante: los jóvenes buscan causas y responsabilidades y exigen soluciones.
Se trata, en resumen, de un grupo heterogéneo para el que establecen unas pautas generales: están bien preparados, se preocupan por el mundo que les rodea y han crecido en un contexto estable, pero luchan cuando se encuentran en situaciones que creen inadmisibles.
Trabajar y estudiar: el duo de la generación sí-sí
Lejos de la desesperanza y la frustración que transmite la situación general de la juventud y que ha contribuido a crear malestar social, son miles los jóvenes comprometidos con la sociedad: asisten a cursos, realizan actividades de voluntariado, leen, se forman, etc.
Además, muchos trabajan para poder pagarse los estudios, o simplemente, para no depender económicamente de sus padres mientras son estudiantes. Es, sin duda, una decisión que requiere mucha capacidad de organización, voluntad y orden, y por lo tanto, el joven debe dar muestras de cierta madurez. No es fácil, y por eso, es necesario llevar a cabo una serie de pautas para que estudiar y trabajar no se convierta en un infierno:
– Diferenciar tiempo de estudio y de trabajo.
– Comprometerse con las horas destinadas a la vida académica.
– Ser constante y disciplinado.
– Fijarse horarios, aunque sean reducidos.
– Abarcar sólo lo que se pueda.
– Identificar las propias fortalezas y debilidades para trabajar sobre ello.
– Pedir ayuda al profesorado, a la familia, a la empresa, que está obligada a conceder, al menos, las horas de examen. En ocasiones, también se concede el día e, incluso, la víspera para prepararlo.Todo esfuerzo tiene su recompensa, y desde luego, la de trabajar y estudiar es muy gratificante.
El joven se forma a nivel educativo y a nivel laboral, lo que le pondrá en una situación de ventaja en un futuro, ya que además de tener más opciones de trabajo debido a su experiencia, cuando se decida a buscar un nuevo trabajo para desarrollar esa profesión para la que se has formado, se valorará muy positivamente en los procesos de selección el haber conseguido la carrera u otros estudios trabajando.
Ideas para motivarse si perteneces a la generación sí-sí
– Tener claros los objetivos es muy importante para no caer en la desmotivación, algo que podría hacer que dejes de asistir a las clases.
– Según vayas terminando, intenta cambiarte a un trabajo más relacionado con los estudios. Irás obteniendo ya experiencia profesional relevante, aparte de las prácticas que debas hacer para completar los estudios.
– Administra el tiempo: hay que planificar la jornada día a día, por semanas o meses. Quien estudia y trabaja no se puede permitir nunca el lujo de dejar los estudios para el día antes del examen.
– Busca un trabajo o cerca del domicilio o cerca de la universidad para reducir el tiempo de desplazamiento y el cansancio que produce.
– Intenta pedir días de permiso antes de los exámenes con anticipación para poder organizar el trabajo sin tu presencia y para acudir mejor preparado a la convocatoria.
– Busca un trabajo de media jornada o máximo unas 6 horas por día: es una alternativa más llevadera que trabajar un horario normal y acudir al centro de estudios en horario nocturno.
Marisol Nuevo Espín
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