Personalidad viene de Persona. Y así llamaban los griegos a la máscara que utilizaban en los teatros. El rostro del actor aparecía durante la representación, merced a la máscara o careta, con unos rasgos acordes al papel que tocaba representar. Y de ahí hemos trasladado el término Personalidad a la imagen que damos en nuestro vivir, a lo que se espera de nosotros en razón de lo que, hasta ahora, hemos dicho a los demás con nuestra propia vida.
La Personalidad es algo que cala hondo. Nos gusta tener personalidad, nos alegra ser reconocidos como individuos con personalidad. Más aún si está bien definida por rasgos positivos por parte de quienes nos tratan.
En el ámbito psicológico la Personalidad se define como «el conjunto de peculiaridades individuales constitucionales y adquiridas». Siempre que se aborda este tema se le suele asociar a otros dos términos muy usados en Psicosomática y que vamos a definir para poder situarnos:
Temperamento: El conjunto de disposiciones y cualidades que nos vienen dadas por nuestro código genético, es decir lo que de positivo y negativo, se nos da al nacer.
Carácter: Lo aprendido que incorporamos a nuestra vida -en actitudes y hábitos, en habilidades y estrategias- a lo largo de nuestro proceso educativo.
Así pues la Personalidad incluye y combina Temperamento y Carácter en un dinamismo vivo y constante.
Libertad y Personalidad son dos conceptos que entrañan cierto misterio. ¿Cómo compaginamos nuestro ser libres con el condicionamiento que nuestra naturaleza implica? Será tema para otra ocasión y hoy podríamos empeñarnos en un mayor y mejor conocimiento de nosotros mismos para así poder acrecentar nuestra conciencia de vivir y nuestra libertad.
El estudio de la personalidad
La Personalidad ha sido objeto de multitud de estudios psicológico-médicos en los últimos dos siglos. Y se han ido decantando una serie de Tipologías en base a los rasgos más acusados y a la combinación de los mismos. Resultan así ciertas anomalías o Trastornos de la Personalidad, definidos por la Organización Mundial de la Salud, la Sociedad de Psiquiatría Americana y otros organismos y autores ( Komberg, Kurt Schneider, Cloninger, Millon, etc.) Los más conocidos y frecuentes son el Ciclotímico, Hipocondríaco, Explosivo, Histérico, Inmaduro, Anancástico u Obsesivo, Esquizoide, Esquizotípico, Dependiente, Evasivo, Narcisista y Pasivo-agresivo.
Y en este mapa psicopatológico: ¿Dónde podríamos estar situados algunos de nosotros? Quizás, al menos «rozando» el listón, bien que podríamos encontrarnos en alguno de ellos. Ya les ofreceremos algunas pistas o cuestionarios.
Y para terminar, ¿qué hacer con todo ésto? Pues echar una mirada a nuestra personalidad y sus posibles anomalías estudiarnos un poquito aprovechando los cambios de lugar, entorno y actividad aprovechando lo que «nos quieran decir» quienes conviven con nosotros.
Así podremos enriquecernos en algo tan decisivo como nuestra personalidad y mejorar-modificar algún que otro «desperfecto» que vayamos localizando. Y si no * ¡a estudiar el tema profundizando en él! Será útil y hasta divertido.
Manuel Álvarez Romero. Presidente de la Sociedad Andaluza de Medicina Psicosomática
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