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¿Cómo es tu estilo educativo?

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Padres con su hija

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Por Javier Urra. Escritor. Primer Defensor del Menor. Psicólogo Clínico
     

La mayoría de los padres utilizan métodos disciplinarios basados en unos enfoques básicos del entrenamiento. Estos modelos infieren sobre lo que los chicos entienden por cooperación, responsabilidad y un comportamiento aceptable o no.

El modelo errático o permisivo se caracteriza por mostrar indiferencia ante las actitudes y conductas del hijo, no existen los límites. Los padres no ofrecen un modelo eficaz al que imitar y a su vez, se sienten descontentos con el hijo. Creen que han de hacer felices a sus hijos y servirles, y que todo lo que les pueda resultar molesto, no es efectivo en su educación. Los hijos crecen sintiendo que son los únicos que valen en la familia, pero acaban creyendo que no son importantes para sus padres. Son niños con baja autoestima, egoístas y egocéntricos, con falta de respeto, que desafían reglas y autoridad. Ante cualquier problema, recurrirán a sus padres, utilizando la persuasión. Entienden que sus padres han de servirles.

En el modelo autoritario, el hijo es sometido temerosamente a las exigencias de los padres. El trato es estricto, severo. Se utiliza la fuerza, el chantaje emocional, sobrecorregir y reprochar. El hijo no es libre para expresarse y conducirse. Los éxitos no son reforzados, sólo se castigan los fracasos. Los hijos perciben a los padres como hostiles, sienten resentimiento hacia ellos. Son niños poco espontáneos, tienen dificultades para interiorizar valores morales, con poca motivación de logro, sienten ira, venganza, rebelión. Suelen ser introvertidos. Entienden que sus padres siempre tienen el control, deciden y resuelven (a la fuerza) los problemas que puedan surgir.

La sobreprotección es uno de los modelos más extendidos en los padres actuales que tienden a huir de las situaciones de conflicto buscando la tranquilidad. Se caracteriza por una exclusividad y ansiedad paterna, y falta de confianza en el hijo. Crea personas dependientes y con falta de iniciativa. Se trata de niños inseguros, sin autonomía, con temores. Toleran mal la frustración, se mueven por impulsos y buscan satisfacciones inmediatas, no son capaces de terminar actividades que conlleven esfuerzo. No se responsabilizan de las consecuencias de sus actos. Se hacen egoístas, intolerantes y en muchos casos, tiranos con fallas para adaptarse socialmente. Son niños que no maduran, más propensos para dejarse llevar por malas compañías y caer en conductas adictivas. No saben afrontar los problemas, porque alguien se ha ocupado de resolvérselos. Los niños marcadamente sobreprotegidos pueden terminar sufriendo el llamado «complejo de Peter Pan», con deseo de no crecer jamás, de no asumir responsabilidades.

El modelo de apoyo o democrático, mezcla los límites con una actitud afectuosa, alentadora y de aceptación por parte de los padres. La autoridad está basada en el diálogo, la relación padres-hijos se nutre de amor y comprensión. Hay un clima de libertad dentro de unas normas. Se busca que los hijos obedezcan de manera voluntaria. Los padres piensan que los niños pueden resolver problemas por sí mismos, que hay que dejarles elegir y tomar decisiones para que aprendan las consecuencias. Los hijos cooperan, tienen gran confianza en sí mismos, responsables, con una buena adaptación social.

El estilo educativo nunca es puro, aunque habrá uno dominante y se proyecta en las relaciones y en la resolución de conflictos entre padres e hijos.

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