Un virus respiratorio nos ha cambiado la vida en apenas cuarenta y ocho horas. Lo que parecía una enfermedad común más o menos inocua se ha convertido en una pandemia mundial que nos obliga a mantener unas medidas extraordinarias de seguridad e higiene para frenar la propagación del coronavirus.
La decisión de decretar el estado de alarma en todo el territorio nacional es una de las últimas medidas destinadas a contener la expansión del coronavirus y viene a sumarse a un goteo de resoluciones que han tenido toda la semana en vilo a la ciudadanía.
Primero fue la decisión de las autoridades sanitarias centrales de cerrar los centros escolares y recomendar el teletrabajo, a la que se sumó la de algunas comunidades autónomas en las que la propagación de la enfermedad sufrió un incremento alarmante. En Madrid, donde se concentra el mayor número de casos tanto de contagiados como de fallecidos, se ha venido pidiendo a los ciudadanos que se queden en casa y se han suspendido todo tipo de actividades relacionadas con el deporte y el ocio.
Calles desiertas, comercios, cines, y terrazas cerrados, parques infantiles vacíos y, de momento, incertidumbre en cuanto al final de la crisis.
Esta situación de interrupción de la vida cotidiana, que no se vivía en España desde la guerra civil, produce una sensación de irrealidad, que, unida al miedo al contagio, puede producir ansiedad y pánico social. Dos desenlaces que debemos evitar a toda costa.
Preocupación por el coronavirus sí, ansiedad no
Esta sería la máxima bajo la que actuar con la mayor responsabilidad individual y colectiva. La angustia es normal y lógica, puesto que pensamos que al contagiarnos podemos transmitirle la enfermedad a nuestros seres queridos y hacerles daño. No hay que mortificarse tampoco por sentir angustia o miedo, sólo hay que intentar racionalizar nuestros temores.
Una manera útil es pensar en cuál va a ser nuestro comportamiento y sus consecuencias derivadas en esta crisis del coronavirus si nos dejamos llevar por ansiedad.
Por este motivo, no debemos rechazar a personas que creemos que han estado expuestas, de manera irrespetuosa.
Debemos evitar comprar de manera compulsiva, generando colapso en los supermercados, nos lleva a privar a otros de alimentos básicos a otras personas que los pueden necesitar.
Mirar de manera compulsiva información, dar credibilidad a audios y vídeos virales que no tienen nombre y apellidos y reenviarlo a nuestro entorno, contribuyendo a retroalimentar el pánico social.
Contribuye a un ambiente de calma y serenidad
Por el contrario, si es la preocupación y no la ansiedad la que rige nuestra conducta durante el tiempo que tengamos que cambiar nuestras rutinas contribuiremos a un ambiente de calma, tranquilidad y civismo. ¿Cómo?
– Asumiendo y respetando las medidas propuestas por el gobierno de distancia de seguridad, de higiene, de reuniones y contactos sociales.
– Recordando que estas medidas son temporales, que actuamos por el bienestar general, y que esto va a pasar.
– Siendo responsables con nuestro tiempo y quedándonos en casa si no es necesario u obligatorio salir.
La convivencia en el hogar durante un tiempo indeterminado puede ser, por otro lado, difícil y puede dar lugar a pequeños roces, conflictos, además de fomentar la ansiedad y el miedo antes mencionados. Con el fin de evitarlo, estas pautas para la organización del trabajo y del ocio nos pueden ayudar:
– Intenta mantener tus horarios habituales tanto de trabajo como de alimentación.
– Si estás acostumbrado a realizar deporte, programa ejercicios dentro de
casa. Puedes ayudarte de videos on line.
– Mantén los hábitos de higiene habituales, y evita mantenerte en pijama. Vístete cómodo, pero con ropa de calle.
Si hay niños en el hogar, organiza las tareas a realizar en familia, implicándoles en la propia organización. Que sean ellos mismos, con tu supervisión quienes repartan el tiempo de estudio y el de ocio, y que sean conscientes de la importancia del orden y la higiene en estos días de convivencia, para no sobrecargar a los adultos con las tareas. En este sentido, se les puede hacer partícipes en el orden del hogar, pensado como un juego y la elaboración de las comidas.
Por último, válido para pequeños y mayores, si vais a salir a la calle, pensad que hay personas con miedo, por lo que lo apropiado es actuar siempre según las medidas de higiene y seguridad recomendadas por las autoridades.
Pilar Conde. Psicóloga y directora técnica de Clínicas Origen
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