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Una vuelta de tuerca a la Navidad: recupera los valores

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Una vuelta de tuerca. Eso es precisamente lo que le hace falta a la Navidad. Sorprende, ayuda, disfruta, sueña y enseña. Basta descubrir que las experiencias también se envuelven pueden envolver. Y proponemos escribir este año a los Reyes  Magos una carta muy especial en la que regalemos solidaridad, entrega y familia.

Tal es el desafío que se nos presenta enredado en el caos consumista de la sociedad en que vivimos. Porque nunca viene mal pensar un poco en los demás. Al fin y al cabo, no hay experiencia más gratificante que la de ayudar.

El gran problema ante el que nos podemos encontrar es la falta de costumbre, porque lo que planteamos escapa de lo tradicional. Pero ¿y si nos hubiesen enseñado a obsequiar a los nuestros con regalos de este tipo cuando éramos niños? Estamos a tiempo de inculcar en nuestros hijos el gusto de pedir por los demás.

Además, en el empeño que pongamos por conseguirlo y en el camino que, en familia, vayamos a recorrer, descubriremos lo apasionante que resulta dar por dar. Solo tenemos que hacer de la imaginación nuestra herramienta.

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Regalos no materiales en función de la edad

Estas son algunas ideas de regalos no materiales que podréis hacer a vuestros familiares en función de su edad. No solo les van a gustar sino que, al hacerlos, estaremos ayudando, al mismo tiempo, a construir un mundo mejor.

Desde muy lejos hasta muy lejos

Se puede ser solidario desde la más tierna infancia. Es verdad que, para los niños muy pequeños, de menos de cinco años, lo que centra su atención es el juego. Pero ¿saben ya que podrían tener compañeros en la distancia? ¿Y si les damos la posibilidad de contar con amigos al otro lado del mundo? Mandar una carta solidaria a los Reyes Magos de Oriente puede ser una oportunidad como ninguna otra para enseñar a nuestros hijos que hay más niños que necesitan nuestra ayuda. Podemos aprovechar el tiempo que corresponde al Adviento para empezar a colaborar con alguna asociación. Basta con hacer una pequeña aportación económica mensual.

Seguro que hay algún capricho del que podamos prescindir y, frente a la satisfacción personal que sintamos al renunciar, nuestro esfuerzo siempre resultará nimio.Todo lo que tenemos que hacer es proponer a nuestros hijos que pidan a los Reyes Magos esos amigos en la distancia. Muchas organizaciones e instituciones religiosas disponen de programas especiales para sensibilizar a la infancia y acercarlos a los problemas de otros niños.

También podemos suscribirlos a revistas misioneras infantiles en las que podrán conocer cómo es la vida en el resto del mundo. Esto mostrará a los pequeños que hay otra realidad que ahí está y que en sus manos queda hacer más sencilla la vida de otro niño.

Debemos explicarles que el fin de nuestra colaboración es ofrecer a otros niños un futuro mejor. Mantener el contacto con las personas con las que colaboramos puede ser una experiencia cargada de valores positivos. Cuando nuestro hijo sea más mayor, quizá podamos hacer además un viaje para conocernos todos.

Creatividad por sonrisas

A nuestros hijos les encantan las manualidades y cualquier excusa es buena para despertar su creatividad. Por eso, lo mejor que les podemos regalar es un baúl de instrumentos con los que crear su propia guirnalda de Navidad.

Pasta con forma de lazos, cuerda y pintura roja es todo lo que necesitamos para materializar la primera de nuestras ideas. Basta con pintar los lazos con ayuda de un pincel y atarlos uno a uno con una cuerda no muy gruesa.

También podemos hacer una guirnalda agujereando distintos moldes de papel para cupcakes y pasando una cuerda de uno a otro. Llevaremos nuestras guirnaldas a residencias o centros de día cercanos y trasladaremos a sus residentes nuestra destreza e ilusión. La solidaridad es uno de los mejores regalos de esta Navidad.

Cuando alcanzan la edad de los seis años y hasta bien entrada la adolescencia, las niñas suelen ser muy coquetas. Además, crecen muy deprisa y la ropa se les queda pequeña enseguida. Por eso podemos invitarlas a convertirse en estilistas por un día. Prepararemos con ellas varios conjuntos para llevarlos después a algún centro de apoyo a personas sin hogar, a una casa de acogida o a viviendas sociales.

Por otro lado, tanto a los niños como a las niñas de entre 6 y 12 años, una de las tareas que más les gusta practicar con nuestra ayuda en casa es la cocina. Podemos enseñarles a jugar con las recetas e invitarlos a valorar las propiedades nutricionales de los distintos alimentos. Todo ello sin dejar pasar la oportunidad de explicarles que no todas las familias del planeta disponen de esas comidas a las que tan acostumbrados estamos.

Por eso, vamos a ponerlas al alcance de quienes más lo necesitan. Juntos vamos a diseñar el menú de Navidad de un comedor social. Una operación kilo que vaya más allá. Lo llevaremos preparado y, si tenemos oportunidad, ayudaremos a servirlo. Este año, proponles pedir a los Reyes la oportunidad de cocinar para los demás.

Un mundo inmenso

Los jóvenes y adolescentes tienen cada vez más claro que hoy todos somos ciudadanos del mundo. No tienen miedo a traspasar fronteras y uno de sus gustos comunes es siempre viajar. Por eso, un regalo que jamás olvidarán, del que aprenderán y con el que disfrutarán es una experiencia de voluntariado para el próximo verano.

Contactad con una organización que os llame la atención y entregadle las pautas del viaje el próximo 6 de enero. Para encontrar alguna oferta basta con sumergirse en Internet y dedicar un ratito a bucear e investigar. ¡Animémoslos a pedir que este sea su regalo!

Pero el viaje previsto para el verano empieza mucho antes. Por ejemplo, para participar en experiencias misioneras durante el verano, se organizan en el inviernos cursos de preparación en los que los jóvenes entran en contacto con otros que ya han vivido la experiencia y con misioneros que les explican el verdadero sentido de esta labor.

Las ONG que también disponen de oportunidades de voluntariado para jóvenes, suelen organizar encuentros similares para que los chicos se vayan preparando. De esa manera, percibirán desde el primer día que no se trata de unas simples vacaciones, sino de una verdadera oportunidad de ayudar al prójimo.

Tiempo en familia

No solo debe haber regalos para los hijos. También los padres merecen su sorpresa. El mejor regalo para la familia es que el matrimonio esté unido. Cada uno puede diseñar para el otro el plan perfecto en una jornada sorpresa. No requiere dinero alguno. Podemos incluso quedarnos en casa y preparar algo rico para cenar. Lo importante es que en ese «vale por un día fantástico» vaya incluido todo nuestro esfuerzo.

También hay ideas para los abuelos. Una de las cosas que más gustan a nuestros mayores es recordar sus etapas de juventud e infancia. Pero a veces las imágenes del pasado se vuelven algo borrosas. Se transforman en flashes inesperados que requieren un estímulo para aterrizar de nuevo en la memoria. La emoción que produce en cualquiera de nosotros el triunfo de rescatar antiguas vivencias puede ser el mejor regalo que podamos hacerle al abuelo esta Navidad.

¿Cómo lo conseguimos? Basta con generar ese impulso del que hablábamos. Pediremos a nuestros hijos que diseñen un «vale por un viaje». Escogeremos un fin de semana cualquiera y nos lo llevaremos nada más y nada menos que al lugar en el que creció. Tal vez los alrededores hayan cambiado un poco pero, si se trata de un pueblo, por ejemplo, seguro que hay ciertos recovecos por los que poco se nota el paso del tiempo. Tomar el aperitivo con sus hijos y sus nietos en la misma plaza de la Iglesia en la que tanto jugó es un buen regalo. Pero habrá otro más bonito para el resto: escuchar las historias que recuperen en el viaje.

Elisa García Faya

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