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Vivir en familia contamina menos el medio ambiente

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Hay un valor que se interioriza en las familias y que ayuda a un comportamiento positivo con el medio ambiente: la austeridad. Las familias buscan reducir en la medida de lo posible su gasto. Y aunque la motivación inicial de determinados hábitos sea económica, tiene una importante repercusión medioambiental.

Se educa a los niños para que apaguen la luz cuando salen de la habitación, para que echen a lavar solo la ropa que está sucia, para que se duchen rápido y dejen pasar al siguiente, para que no se dejen comida en el plato… Todos estos pequeños gestos están confeccionando hábitos comprometidos con la ecología que tendrán tan interiorizados que no suponen un esfuerzo.

Mientras los políticos siguen discutiendo complejos modelos de gestión de los gases contaminantes, las familias seguimos trabajando en nuestra pequeña, pero necesaria, aportación desde cada hogar, a reducir el impacto medioambiental. En cada casa se aprende la importancia de cuidar del hogar común.

Somos más, en familia contaminamos menos

Vivir en familia es, de por sí, menos contaminante que vivir solo. Así lo explica Alejandro Liniers, arquitecto técnico y máster en instalaciones y eficiencia energética. Utiliza un símil certero: el nivel de contaminación que produce un hogar en el que vive una familia se puede comparar con el de un autobús que, en términos absolutos, contamina más que un coche, pero en términos relativos -contaminación por viajero- es mucho más eficiente.

En una casa familiar, la misma calefacción calienta a más personas que en un hogar unipersonal (cada vez más numerosos). Una misma luz del comedor está encendida mientras varias personas disfrutan de la cena y el mismo fuego permite cocinar para varios. Se pone más veces la lavadora, pero siempre en el máximo de carga, con lo que aumenta su eficacia. Aunque habitualmente las casas de familias son más grandes y por tanto generan un mayor gasto energético, son más eficientes si se mide su impacto por cada individuo.

Ocurre lo mismo con los coches familiares, utilizados para transportar a más personas. De hecho, este es uno de los argumentos que las familias utilizan para solicitar que, en aquellos municipios en los que se establezcan zonas de acceso restringido al tráfico rodado, los vehículos de familia con alta ocupación sean considerados como menos contaminantes que los demás.

La cesta de la compra es también un elemento significativo en la eficiencia energética de las familias. La profesora Henar Alonso Mosquera, especialista en retail en la Facultad de Humanidades de la Universidad CEU San Pablo, explica que las familias tienden a buscar productos a granel o en envases de grandes cantidades, con lo que se reduce la contaminación por el abuso de plásticos y cartones.

Alonso resalta la tendencia cada vez más marcada a que muchos productos vayan empaquetados de manera individual porque disminuye el número de familias y aumentan los compradores que buscan productos para hogares unipersonales o parejas con un solo hijo. Más plástico implica más contaminación.

Alicia Gadea

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