Va siendo hora de ponernos algunas metas para que el uso que hacemos de la tecnología sea lo más sensato posible. La sociedad necesita concienciarse de la necesidad de que prime el sentido común cuando utilizamos los diferentes aparatos y aplicaciones que la moderna tecnología pone a nuestro alcance, y que ésta se convierta en una aliada, y no en un adversario. Y especial atención tenemos que prestar a nuestros hijos, sobre todo a los más pequeños.
En España hay dos millones y medio de niños que tienen entre diez y quince años. La mayoría de ellos utiliza regularmente el ordenador, Internet y el móvil, que es el rey de todos los aparatos tecnológicos. El 65,8% de los chavales de esa edad disponen de, al menos, uno de estos teléfonos. Muchos de ellos se lo llevan de noche a la cama esperando un WhatsApp, lo que les impide dormir de un tirón. Esto significa que no descansan adecuadamente y se pasan dormitando en clase toda la mañana, con lo que el rendimiento escolar baja considerablemente y aumenta el número de suspensos.
En cuanto a los padres, no les queda más remedio que mejorar su conocimiento de la tecnología, de las redes sociales y de las ventajas, inconvenientes y peligros de Internet, que deja mucho que desear en ocasiones.
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Hay que lograr el punto intermedio entre el sentido común que tienen los padres, que suele ser mucho, y el conocimiento de la tecnología que tienen los hijos, que también es muy elevado. Se trata de evitar que este desfase entre conocimiento y sentido común sea un problema.
Por una tecnología sana
Los profesores también tienen que incorporarse a este mundo tecnológico, no sólo por la llegada de los ordenadores a las aulas sino porque es necesario conocer cómo repercute todo ello en la educación de los chavales. Son precisamente ellos los que tienen más posibilidades de evitar que los adolescentes lleguen dormidos a clase. Y deben trasmitírselo a unos y otros, a padres y estudiantes.
A todos ellos hay que formarles impartiendo charlas para que el uso que hacen de la tecnología sea sensato y saludable, o enviando notas informativas a las familias. Todo vale y todo ayuda, pero no podemos quedarnos de brazos cruzados.
Y en el ámbito laboral también hay que mejorar. No podemos pasarnos todo el día enganchados al ordenador en la empresa y cuando llegamos a casa seguir igual. Hay que saber desconectar, y dedicar el tiempo suficiente a la familia. Eso se logra con una buena gestión del tiempo en el trabajo. Si lo hacemos bien raramente tendremos que llevarnos trabajo a casa, pero hay que organizarse.
Las redes sociales, nuestro pasatiempo favoritio
Las redes sociales se han convertido en una aplicación más e imprescindible, de ordenadores y móviles. Muchos españoles pasan horas y horas enganchados a su red favorita, enviando mensajes, a veces intrascendentes, y perdiendo el tiempo.
Otras veces su uso es muy rentable, no sólo en el ámbito profesional sino también en el personal. Porque la tecnología esta concebida tanto para el trabajo como para el ocio, pero todo en su justo término. En cualquier caso, las redes sociales han permitido a muchas personas reencontrarse después de varios años y mantener contacto de forma continuada.
Para que todos estos aparatos hagan su trabajo, que no es otro que ayudarnos a ser más felices, tenemos que tener claras algunas normas de comportamiento. Normas que hemos de poner en casa a la hora de utilizarlos, para que sean cumplidas tanto por los padres como los hijos. Los primeros tienen que dar ejemplo para poder ejercer su autoridad moral sobre los segundos.
Tres normas para una vida tecnológica sana en familia
1. El ordenador estará siempre en una zona común de la casa.
2. Durante el tiempo de estudio estará apagado, a no ser que haya que hacer un trabajo para el colegio.
3. El móvil estará apagado por la noche y no se utilizará durante las comidas, reuniones familiares ni tiempo de estudio.
Malgastar todo el día enganchado al móvil y al resto de los aparatos que tenemos en casa, y que suelen ser muchos, no parece la mejor forma de disfrutar de esta tecnología. Y no hay que olvidar la buena educación, porque distraernos con el móvil mientras hablamos con otras personas es de mala educación, igual que utilizarlo mientras comemos o en otras situaciones.
La buena educación nunca viene de más. Si estamos comiendo no parece razonable que mientras lo hacemos con el resto de la familia, estemos chateando a través del móvil o consultando nuestras redes sociales. Tampoco parece sensato que estemos hablando con un grupo de amigos y nos pongamos a trastear con el móvil o a responder correos electrónicos.
Todo en su justo término y en el momento adecuado. Sentido común.
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