Actualizado 30/08/2024 08:34

Un viaje con niños no tiene por qué ser una odisea

Un viaje con niños no tiene por qué ser una odisea (Istock)
Un viaje con niños no tiene por qué ser una odisea (Istock)

Si planificamos un poco el viaje y programamos algunas actividades para mantenerlos entretenidos, podremos conseguir que la experiencia sea menos dura de lo que lo percibimos antes de arrancar.

Estamos deseando llegar, porque, lo de que el viaje forma también parte del encanto de la aventura vacacional, no es del todo cierto cuando hay gritos, mareos o canturreos del aburrimiento que nuestros hijos tienen encima.

Antes de salir, tengamos en cuenta de que nosotros somos los que mejor conocemos a nuestros hijos y, dependiendo de su personalidad, por lo general, sabemos a qué atenernos. Los habrá que caigan nada más arrancar, a los que el hecho de poder mirar por la ventanilla del avión las nubes le tenga entretenido o el que no aguante quieto en el asiento del tren.

Analizamos los medios de transporte habituales de cara a qué podemos tener en cuenta para que la familia tenga el viaje más apacible.

Sobre ruedas

La preparación previa será un indispensable en cualquier aspecto. En este caso, la puesta a punto del coche, ¡imprescindible! Revisar las ruedas, el aceite... Parece una tontería, pero si te quedas parado en mitad del arcén a las cuatro de la tarde, bajo el sol abrasador, y los niños en pleno apogeo... pueden surgir los remordimientos por no haber pensado en ello antes. Y, por supuesto, todo el papeleo en la guantera, que, si hay que llamar al seguro o ante otro imprevisto, mejor tenerlo todo bien ubicado para evitar más estrés. Después de esto, ya podemos planificar bien el viaje y para ello, es muy recomendable que toda la familia participe. Podemos ir hablando sobre las condiciones del trayecto y las paradas que vamos a realizar, de manera que nuestros hijos podrán ir haciéndose una idea de lo que pueden esperar.

Una vez que comencemos el viaje, procuremos mantenerlos distraídos. La música es nuestra aliada si desplegamos listas con sus canciones favoritas para que estén entretenidos y que, con algunos kilómetros y la magia del motor, caigan en un dulce sopor. Si no son de los que se duermen fácilmente, siempre podremos jugar a los típicos juegos de palabras encadenadas o de observación. Otras excepciones para los que no suelan marearse es ver una película en la tablet que puede llegar a engancharles el tiempo justo entre paradas, cada dos horas aproximadamente.

Otra clave para viajar en coche en verano es intentar que cuando entren al coche este se encuentre fresco o y que tomemos medidas para los que vayan en el lado del sol no estén incómodos, ya que el calor puede provocar que se encuentren mal, aguanten menos los trayectos o estén de peor humor.

Sobre las vías

Ay el tren, somos muy fans de este medio de transporte. Buscar las ofertas o coger los billetes con antelación es clave y ojalá los trenes de alta velocidad lleguen cada vez a más destinos y sean mucho más accesibles.

A su favor, en comparación al coche, no tenemos que estar pendientes de la carretera, por lo que podemos volcar nuestra atención en los pequeños. Y, con el avión, gana puntos también al no precisar largas esperar para embarcar. Por ello, viajar en tren con niños es bastante más relajado también por la movilidad que implica. Aunque, importante también tener en cuenta que, en este tipo de trayectos no se puede hacer tanto ruido como cuando vamos en coche por respeto a los demás viajeros. Los bonitos paisajes y la sucesión de casas, campos y ríos que podemos ver, pueden suponer una buena distracción para todos. El fácil acceso al lavabo es un punto a favor para los más pequeños, así como la posibilidad de ir a la cafetería sirve para romper la monotonía y estirar las piernas.

Además, es poco probable que los niños se mareen en el tren y, para entretenerse, es más fácil que puedan leer o dibujar sin tanto traqueteo. También habrá la opción de ver la película de turno, pero al no poder escoger, hay probabilidades de que no nos cuadre la sesión. Aprovechemos para llevar de forma accesible pinturas, cuadernos, juguetes y juegos.

Sobre las nubes

Los viajes con niños en avión están sometidos a una serie de normas que nos conviene saber de antemano. Si viajamos con algún bebé no pagaremos su billete, pero sí un seguro de vuelo y hay que sacarle tarjeta de embarque. Por lo tanto, cuando consigamos los billetes, hemos de dejar claro que llevamos un niño de menos de dos años.

El bebé debe viajar en brazos de sus padres, aunque, si tenemos suerte y el asiento de al lado está libre, podemos sentarle en una silla homologada: si es un trayecto de corto recorrido, esta silla debemos proporcionarla nosotros; si es un viaje largo, tendremos que avisar con antelación a la compañía aérea.

En cuanto a los niños de más edad, podemos amenizarles el viaje siguiendo unas pautas parecidas a las del tren. Siempre es una experiencia que les puede emocionar y llegan a estar entretenidos con el despegue y ver una realidad poco habitual a través de la ventana.

Si se trata de un viaje de largo recorrido las compañías aéreas suelen disponer de menú infantil, así como de entretenimiento cortesía de la compañía (recortables, muñequitos etc.), que distraen a los niños durante el vuelo, pero no lo dejemos al azar y llevemos nuestro set de entretenimiento particular.

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