El confinamiento ha cambiado nuestro modo de ver la vida. Para bien o para mal, este tiempo ha influido en las personas. Centrándonos en los aspectos positivos, muchas familias han tenido la oportunidad de reconectar. Un momento que los ha ayudado a redescubrirse y aprender la importancia de ciertos valores que, anteriormente, no han tenido la oportunidad de desentrañar.
De esta forma, el confinamiento ha enseñado a muchas familias la importancia de determinados valores y la influencia que estos tienen en su día a día. Los meses ha pasado y, sin duda, las lecciones ya se han grabado para siempre en los hogares de todo el mundo. La visión de muchas personas ya no es la misma gracias a este aprendizaje.
Valores aprendidos en el confinamiento
Entre los valores que muchas familias han aprendido durante el confinamiento destacan varios, como los siguientes:
– El valor la familia. Las rutinas del día a día han podido hacer que muchos miembros de las familias no valoren lo que supone este núcleo. Sin embargo, el devenir de los días ha supuesto el reencuentro entre los miembros del hogar, quienes han podido comprobar cómo apoyarse, dando lugar a un punto de equilibrio emocional.
– El valor de la responsabilidad. El confinamiento ha sido por el bien común de la sociedad. Respetar las normas para evitar el contagio y que otras personas sufran las consecuencias del coronavirus ha sido imprescindible. Una valiosa lección sobre la responsabilidad que debemos asumir, aquella que cuando se nos pide sacrificios se relaciona con un bien mayor: el bienestar de todos.
– Optimismo. Al mal tiempo, buena cara. Un refrán fácil de decir, pero que en las malas épocas se puede hacer difícil de seguir. El optimismo y su importancia ha sido uno de valores claves en el desarrollo de la cuarentena. En muchos casos, el virus ha llamado a las puertas de estas familias, haciendo más necesario una mirada positiva sobre el futuro.
– Paciencia. La esperanza en un mañana mejor es lo que ha hecho que muchas familias aguanten el confinamiento. Esto solo se explica gracias al valor de la paciencia, que ha permitido la espera de las personas hasta la llegada a la llamada «nueva normalidad».
– Empatía. El cóctel de sentimientos experimentados durante el confinamiento ha sido muy grande: de la alegría a la tristeza, pasando por otros tantos estados de ánimo. Aceptar estos momentos de las otras personas ha sido muy importante para que las familias no perdieran la estabilidad y pudieran apoyarse en momentos tan duros.
– Gestión del tiempo. ¿Cómo responder a una situación en la que los horarios saltan por los aires? Tanto tiempo en casa y en ausencia de las responsabilidades y actividades previas (trabajo, colegio, visitas a los amigos) no ha quedado otra que convertirse en gestores de horarios.
– Civismo. Pensar en normas para el bien común ha sido uno de los grandes valores del confinamiento. Aprender a toser en el codo, usar mascarilla en público o mantener una correcta higiene de manos solo solo algunos de los ejemplos de cómo las rutinas diarias de muchas personas han cambiado a favor del bienestar de todos.
Damián Montero
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