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Transforma tu crianza: descubre el poder de la parentalidad positiva

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La parentalidad positiva es mucho más que una simple etiqueta; es un enfoque transformador que busca construir relaciones sólidas y saludables entre padres e hijos. Este paradigma, basado en la comprensión, el respeto y el amor incondicional, se centra en el desarrollo integral del niño, fomentando su bienestar emocional, social y cognitivo.

Los principios fundamentales de la parentalidad positiva

Según declara Leticia Garcés Larrea, pedagoga por la Universidad de Navarra, especialista en Disciplina positiva y autora de los libros Infancia bien tratada, adolescencia bien encaminada y Padres formados, hijos educados, «la parentalidad positva es el estilo educativo con más respaldo científico que conocemos, nos invita a reflexionar y a poer en práctica continuamente el buen trato y a llevar a cabo acciones respetuosas para que a través de ellas nuestros hijos e hijas se sientan amados y motivados, no tanto a comportarse bien, sino más bien a expresarse mejor».

Entre los principios fundamentales de la parentalidad positiva destacan los siguientes: 

1. Apego y conexión emocional: la base de la parentalidad positiva

La parentalidad positiva se basa en la creación de un vínculo seguro y afectuoso entre padres e hijos desde las primeras etapas de la vida. Fomentar un apego seguro proporciona a los niños la seguridad emocional necesaria para explorar el mundo y desarrollar una autoestima saludable.

2. Comunicación efectiva: escuchar y eer escuchado

El diálogo abierto y respetuoso es una piedra angular de la parentalidad positiva. Escuchar activamente a nuestros hijos, comprender sus emociones y expresar las nuestras de manera asertiva crea un ambiente propicio para el entendimiento mutuo. La comunicación efectiva fortalece los lazos familiares y facilita la resolución de conflictos.

3. Enfoque en las fortalezas y desarrollo de habilidades

La parentalidad positiva se centra en identificar y potenciar las fortalezas individuales de cada niño. Reconocer sus logros y fomentar el desarrollo de habilidades contribuye a construir una autoimagen positiva y la confianza necesaria para enfrentar desafíos.

4. Disciplina positiva: educar con amor y respeto

En lugar de imponer castigos punitivos, la parentalidad positiva aboga por la disciplina positiva. Este enfoque se basa en establecer límites claros y razonables, enseñando a los niños sobre las consecuencias de sus acciones y brindando oportunidades para el aprendizaje y la autorreflexión.

5. Autocuidado de los padres: un elemento esencial

La parentalidad positiva reconoce la importancia del bienestar de los padres. Cuidarse a sí mismo, física y emocionalmente, permite a los padres ser modelos de comportamiento saludable y equilibrado para sus hijos.

6. Flexibilidad y adaptabilidad: claves para la resiliencia familiar

La vida familiar está llena de cambios y desafíos. La parentalidad positiva promueve la flexibilidad y la adaptabilidad, enseñando a los niños a afrontar situaciones inesperadas con resiliencia y optimismo.

Decálogo emocional y buen trato

Pero, ¿qué es buen trato? Para aclarar esta cuestión, Leticia Garcés asegura que «si no tenemos un conocimiento científico sobre las bases de la educación, corremos el riesgo de confundir educación emocional con permisividad, sobreprotección o con educar sin límites (…) La parentalidad positiva no consiste en nada de eso, no es una moda pasajera ni una educación blanda que deja que los niños hagan lo que quieran».

Con el fin de responder a las dudas de los padres Leticia Garcés ha seleccionado 10 principios de la parentalidad positiva que no son los únicos, ni los más importantes, pero que sí son imprescindibles para llevar a cabo esa educación afectiva que tanto deseamos: 

1. Los hijos llevan mi apellido, pero no me pertenecen
2. El amor es incondicional, no un premio al buen comportamiento
3. Educamos sin castigos porque, aunque corrigen la conducta, no educan
4. La empatía se aprende sintiéndola desde la infancia
5. Los límites ayudan a madurar y a ser responsables
6. Los padres asertivos se hacen, no nacen
7. Reparamos vínculos afectivos mientras aprendemos competencias emocionales
8. Expresar emociones es mejor que reforzar conductas positivas
9. Las etiquetas dañan la autoestima, es mejor describir conductas
10. El afecto es lo primero para legitimar emociones

La parentalidad positiva va más allá de las técnicas específicas de crianza; es un compromiso continuo con el amor, el respeto y el desarrollo integral de nuestros hijos. Al adoptar este enfoque, no solo contribuimos al bienestar de la familia actual, sino que también sentamos las bases para generaciones futuras de individuos seguros, compasivos y equilibrados.

Marisol Nuevo Espín
Asesoramiento:Leticia Garcés Larrea, pedagoga por la Universidad de Navarra, especialista en Disciplina positiva

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