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Teletrabajo, la mejor solución para la conciliación según los españoles

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Trabajar desde casa podría ayudar a la conciliación
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Trabajo y maternidad, o paternidad, no son fáciles de combinar. Cuidar un niño mientras se atiende un puesto de trabajo es una tarea que está al alcance de todos y para la que la conciliación juega un papel muy importante. Lograr que las empresas inicien políticas que permitan a sus empleados dedicarse a sus hijos durante los primeros meses de vida de estos.

La falta de conciliación laboral es uno de los problemas con los que se enfrentan las parejas que se plantean tener un niño. Un estudio realizado por Wave Application explica que la rigidez de horarios y la precariedad en los sueldos son los principales obstáculos que se encuentran para formar una familia. ¿La solución? Según los españoles que se les permita trabajar desde casa.

Mejora en los horarios

Según los datos de este estudio los trabajadores de España valoran en gran medida un puesto de trabajo que les facilite un horario flexible con el que hacer frente a circunstancias como la paternidad. Del mismo modo, el 60% de los encuestados explica que quisieran tener un empleo en el que pudieran realizar sus funciones desde casa cuando lo necesitasen.

De hecho, tres de cada cuatro trabajadores españoles quisieran tener un puesto de trabajo que pudieran realizar desde casa para poner una solución a la conciliación laboral. Otra medida en este sentido sería la inclusión de una política que midiera los esfuerzos de la persona en objetivos y no por asistencia. De este modo se conseguiría compaginar el ejercicio de un puesto con la crianza de un bebé.

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Medidas por la conciliación

Mientras las empresas apuestan por políticas de conciliación, desde casa se puede trabajar por ella con algunas medidas como las siguientes:

1. Planificarse. El primer paso para conciliar familia y trabajo es tener claro qué tareas tenemos por delante. Por eso, será necesario hacer una lista que nos permita organizarnos y decidir el orden de importancia y los tiempos que necesita cada tarea. Será la forma más efectiva para asignar el espacio y el tiempo correspondiente a la consecución de cada tarea sin equivocarnos. Aunque toda planificación implica invertir tiempo, en este caso, no será una pérdida de tiempo sino un tiempo bien invertido. Así, cada uno, conociendo las tareas que tiene pendientes, podrá dosificar su esfuerzo y sus recursos de una manera más efectiva.

2. Priorizar tareas. Es necesario darles un orden de importancia. Aunque al final del día, de la semana o del mes, todas las tareas que tenías pendientes deben quedar concluidas, decidir cuál haces primero o a cuál dedicas más tiempo y esfuerzo es necesario para distinguir lo que es realmente importante de aquello que es recomendable. Para ello, es necesario diferenciar entre tres tipos de tareas: las imprescindibles, las deseables y las innecesarias:

– Las tareas imprescindibles: son las tareas prioritarias, aquellas que debemos hacer de manera obligatorias para evitar consecuencias negativas, como por ejemplo: acudir al trabajo cada día o ir al médico cuando uno se encuentra mal.

– Las tareas deseables: son las tareas que, a veces, posicionamos con prioritarias para la conciliciación de la vida familiar y laboral, pero que en realidad no son estrictamente necesarias. Son aquellas tareas que nos gustaría hacer pero que no debemos ponerlas en primer lugar de importancia, como, por ejemplo: lavar el coche antes de un evento social, llevar a los niños a multitud de actividades extraescolares, organizar una comida complicada para los amigos.

– Las tareas innecesarias: son las tareas que suponen una complicación añadida al día a día y aportan un beneficio muy pequeño. Por ejemplo: recorrer diversas tiendas para encontrar un vestido de fiesta cuando tenemos otros en casa que nos podrían valer, dedicar horas a arreglarnos antes de salir.

3. Hacer antes lo importante que lo urgente. Aquellas tareas que consideramos urgentes siempre van a ocupar el primer lugar dentro de nuestras prioridades para conciliar. Por una parte, muchas de esas cosas urgentes, en ocasiones, son cosas importantes pero no «de vida o muerte», es decir, son tareas deseables que nosotros hemos convertido en imprescindibles. En segundo lugar, esas cuestiones urgentes pueden provocar, a su vez, que seamos incapaces de ver otras cuestiones importantes que, por no tener fecha y hora de entrega, dejamos para el final. En este sentido, es necesario recordar que merece la pena disfrutar de algunas cosas importantes y relegar algunas cosas que parecían urgentes.

4. Pedir ayudar, delegar. A veces, abarcar todo es imposible. En estas ocasiones, es necesario pedir ayuda. Por un lado, esta decisión necesita de un previo ejercicio de humildad, es decir, de reconocer que una persona sola a veces no puede solucionar todos los problemas. Además, exigirá un ejercicio de confianza ya que, delegar significa confiar en otra persona aquello que, seguramente, querríamos hacer nosotros pero la falta de tiempo no nos permite. Por último, pedir ayuda exige tener autoconfianza para reconocer que pedir ayuda no es sinónimo de «inútil», sino de persona inteligente que sabe gestionar sus recursos y entender sus necesidades. Así, delegar en otra persona alguna de las tareas del día a día será una forma responsable de enfrentarse a la sobrecarga de tareas.

5. Renunciar a la perfección. Muchas veces no solo queremos abarcar todo sino que, además, pretendemos hacerlo todo perfecto. Sin embargo, el tiempo es limitado y nos obliga a renunciar a la perfección. Cuando una persona tiene sobrecarga de tareas, seguramente sea porque se empeñe en hacerlo todo al máximo nivel. No obstante, aunque siempre es importante que las cosas estén bien hechas, hay que saber que, a veces, por conseguir hacer de 10 una tarea, suspendemos en todas las demás.

6. Eliminar el sentimiento de culpa. Fracasar en una tarea es algo normal que nos puede pasar en cualquier momento. En ocasiones, los objetivos no habrán sido lo suficientemente realistas, en otras, la pereza o la mala organización nos ha obligado a dejar algo pendiente. En todos estos casos, lo más recomendable es hacer autocrítica pero sin ser demasiado duros con nosotros mismos, aceptando que los fracasos y los objetivos incumplidos son parte del día a día.

7. Ser felices. El primer objetivo del día a día debe ser la felicidad. Por eso, cuando planificamos cómo sobrellevar la sobrecarga de tareas, debemos tener presente que la calidad de vida y la salud nunca debe quedar relegada a un segundo puesto. Así, las tareas son un medio para hacer que la vida sea más cómoda, conseguir los objetivos, aquellos que nos acercan a la felicidad.

Damián Montero

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