Actualizado 18/07/2024 11:56

Tareas del hogar en verano: un excelente camino a la autonomía

Tareas del hogar en verano. Un excelente camino a la autonomía
Tareas del hogar en verano. Un excelente camino a la autonomía - GETTY

Las vacaciones son un momento perfecto para que nuestros hijos vayan adquiriendo el hábito de colaborar en casa. Poco a poco conseguiremos que pase de una ayuda puntual a que tengan interiorizadas tareas básicas. Aunque parezca que les cuesta, estarán creciendo en autoestima porque ganan en autonomía y confianza.

A veces las familias cometen el error de "ahorrarles" a los hijos el esfuerzo de tener que llevar a cabo tareas domésticas porque "ya las harán cuando sean mayores". Sin embargo, no se dan cuenta de que si esos encargos que, además, contribuyen al bienestar de todos, se van incorporando de manera gradual al día a día de los hijos, cada vez les costará menos, los interiorizarán mejor y conseguirán que no les suponga un esfuerzo. Si lo pensamos bien, encargarles labores del hogar los hace más felices porque son más capaces, más resilientes y se frustran menos, así que todos son ganancias.

El mayor de los beneficios de pedirles que lleven a cabo tareas del hogar desde pequeños es que ganan en autoestima. Como ven que son capaces de un grado elevado de autonomía y que les confiamos labores que, en otras familias, están reservadas a los adultos, incluso aunque protesten, sienten que confiamos especialmente en ellos. Eso hará que ellos también confíen más en ellos mismos y por lo tanto se potencie su autoestima. Desde ese punto de partida, van a poder emprender nuevos retos cuando vayan creciendo porque sabrán que no les cuesta conseguirlo.

Cuando les encargamos tareas, debemos tener en cuenta algunos aspectos:

Tareas adaptadas a su edad. Las funciones de cada miembro de la familia no tienen por qué ser idénticas. Tenemos que valorar qué puede hacer cada uno dependiendo de su capacidad. Especialización de tareas. Aunque el reparto debe ser equitativo, no tiene que ser igualitario. Si a un miembro de la familia se le da especialmente bien algo, debemos potenciar que lo haga.

Mejor momentos que encargos. En las familias a veces es un problema repartir encargos porque empiezan a comparar unas tareas con otras. Por eso a veces es más cómodo hacer zafarrancho de limpieza en la casa y que nadie pare hasta que todos hayamos acabado, sin tareas concretas, sino con una lista larga que hay que ir completando.

Las tareas cotidianas no se pagan. No es un trabajo, es un servicio a la comunidad que representa la familia, la pequeña aportación que cada uno puede dar. Sí se puede pagar un trabajo extraordinario como pintar la valla, que se hace muy de vez en cuando.