Los padres no podemos tener una preocupación excesiva por satisfacer al momento las necesidades de nuestro hijo y prevenirles o evitarles cualquier mal o sufrimiento. Ejerciendo de hiperpadres no le hacemos un bien, ni le ayudamos a robustecer su voluntad. Los padres tampoco podemos estar continuamente alarmados y avisando a nuestros hijos de todos los peligros que le acechan o que le acecharían porque les estaríamos convirtiendo en niños miedosos.
Es positivo que se lancen a realizar, en la medida de los posible, actividades con un riesgo razonado. «Sufrir un poquito» hace fuerte a los niños. Algún día nos lo agradecerán. El sacrificio y la austeridad no producen frustraciones.
Hiperpaternidad: ¿por qué sobreprotegemos a nuestros hijos?
Según la psicóloga Carmen Birke estas son las principales razones por las que impera en nuestra sociedad la hiperpaternidad, un modelo de paternidad que se caracteriza por sobreproteger demasiado a los niños. Así explica esta psicóloga por qué y qué mueve a algunos padres a practicar la hiperpaternidad.
1. Los padres que han tenido unos padres sobreprotectores siempre tienden a repetir ese modelo.
2. Los padres que no quieren repetir la falta de cariño que les tocó experimentar a ellos y se van al extremo opuesto.
3. Caso de padres adoptivos que buscan compensar la falta de paternidad biológica.
4. Padres mayores: cada vez son más frecuentes, porque la gente cada vez se casa más mayor.
5. Niños que se educan con los abuelos porque los padres están siempre demasiados ocupados con su trabajo y otras «obligaciones».
6. Padres de un hijo único o dos hijos que padecen grandes soledades, y los padres intentan sustituir la falta de hermanos con su propia presencia. Pero es indudable que el papel de los hermanos no es sustituible por los padres: por su situación jerárquica en la casa, sus conversaciones, su apoyo en el colegio, etc.. Los hermanos son una gran fuente de beneficios.
7. Padres con sentimiento de culpa: cuando el trabajo les mantiene gran parte del día lejos de la casa, compensan esa ausencia con mimos excesivos, transigiendo con actitudes perjudican a los niños: -«pobrecito, como le voy a reñir cuando estoy con él, si apenas le veo».
8. Padres separados o divorciados que compiten por ver si el hijo se encuentra más a gusto en una casa o en otra, resultando casi imposible una educación adecuada.
Receta para evitar la hiperpaternidad y la sobreprotección infantil
Las consecuencias de sobreproteger a los hijos son negativas. Aunque se hace con la mejor de las intenciones, no debemos cometer el error de sobreproteger a los hijos ni salvarles en cada situación que les saque de su zona de confort.
Si quieres que tu hijo no sea:
Inmaduro; Inseguro; Bajo de autoestima; Con poca capacidad de decisión; Torpe; Egoísta; Que sufra en exceso cuando no tiene a sus padres; Que no sepa enfrentarse a los problemas solo; Que tenga miedos y ansiedades.
No te olvides que el secreto está en:
Tu autoridad; Su autocontrol; Su autonomía; Su autoestima; Tu amor generoso e incondicional para hacer de él un niño ahora y un adulto después maduro, seguro, capaz, libre, responsable y sobre todo feliz.
Consejos para evitar ejercer la hiperpaternidad
– Deberes, el niño debe realizarlos de manera autónoma. «Es que no me sale el problema», nos puede decir nuestro hijo. Pues le debemos ayudar a razonar, nunca resolverle nosotros la tarea, ni ocn los amigos ni con los profesores…
– Caprichos. El niño que también consume todo lo que le apetece (chucherías, ropa de marca, caprichos al instante, refrescos), tendrá más dificultades a la hora de enfrentarse ante problemas más serios que le traerá la vida en un futuro.
– Resolución de problemas. Si el niño se acostumbra a que todos sus encargos, obligaciones, tareas se lo resuelven otros o sus padres, terminará cargando sus responsabilidades sobre los demás. El mundo girará en torno a él.
¿Piensas que sobreproteges demasiado a tus hijos?
Estáis a tiempo para cambiar y dejar de sobreproteger a tus hijos. El primer día que tu hijo venga con un problema y te diga: «Por favor, resuélvemelo», escúchale y dile: «¿Qué soluciones propones? Entre los dos podemos buscar la mejor, la más acertada, pero tu solo te tienes que enfrentar al problema. Si no lo haces ahora, de mayor no sabrás cómo hacerlo y ya no estaremos para solucionártelos». Nuestro hijo debe aprender a razonar y llegar a una conclusión, también con nuestra ayuda.
Nuestra tarea no consiste en defender a nuestro hijo del mal, sino más bien consiste en formarle, para que con sus fuerzas lo combata toda su vida.
Marisol Nuevo Espín
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