Una familia está compuesta por varios miembros que interactúan entre ellos. No solo los padres mantienen una relación con sus hijos, sino que estos también crean un vínculo entre ellos. Los hermanos hablan, juegan, se apoyan y crean generan un nexo basado en el amor y cariño que hace que cuenten con un compañero para compartir los buenos momentos y tener alguien que los ayude en los malos.
Sin embargo, en algunos casos los celos o el sentimiento de que el hermano es demasiado pequeño para relacionarse con él, hacen que no se fomente tanto el vínculo entre estas personas. En este punto los padres pueden hacer mucho por afianzar este nexo entre sus hijos haciendo que la familia se una todavía más y el clima dentro del hogar sea perfecto.
El cuidador del hermano
Tal y como explica Janis Keyser, miembro del Departamento de Educación de la Primera Infancia de Cabrillo College, California, un buen primer paso es hacer sentir al hermano mayor como el cuidador del pequeño. Una labora que comienza desde el embarazo del próximo hijo, momento en el que los padres pueden hacer sentir a los más grandes que tienen una responsabilidad: asegurar que cuando el nuevo miembro llegue a casa, no tenga ningún problema.
En este sentido, sugiere ‘relajar’ un poco las labores de padre. Por ejemplo, a la hora de salir a la calle, que sea el hermano mayor el que acompañe al menor en sus juegos sin una intervención directa de los progenitores, quienes quedarán como vigilantes. El objetivo es simple, convertir a los hijos en sus compañeros de ocio perfectos para que vean lo mucho que pueden disfrutar juntos.
En el caso de que el hermano mayor sepa leer, puede permitirse que se siente junto al pequeño para contarle las historias de los libros. De este modo, uno practicará este hábito y el otro se beneficiará de las narraciones que escucha. Hay muchas otras actividades que pueden compartir, como por ejemplo realizar una receta sencilla juntos o realizar manualidades por las tardes.
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Respetar su individualidad
También hay que recordar que cada hijo merece su propio espacio para desarrollarse como persona y esto en ocasiones pasa por formar su propio grupo de amigos. No hay que reprimir que el hermano mayor se divierta con actividades propias de los niños de su edad y que no puede hacer con los más pequeños de la casa. Hay que aprovechar los momentos que pueden pasar juntos pero sin obligarlos.
También hay que aceptar que habrá ocasiones para el conflicto. No hay que verlas como un fracaso, sino como una oportunidad para mejorar todavía más la relación entre hermanos. Bien sea por celos o por rencillas del juego, habrá momentos en los que los hermanos se peleen, ya que como recuerda Keyser es bastante improbable que los hijos no se peleen entre ellos en alguna ocasión.
En estas situaciones hay que sentar a los niños y ejercer de mediador, que ambos compartan su punto de vista. El objetivo en estos casos será hacerlos llegar a un acuerdo y que solucionen sus problemas para que vuelva el buen clima a la casa. Los progenitores deben procurar no decantarse por ninguno de ellos, salvo que claramente uno haya cometido un error como golpear al otro.
La mejor intervención es encontrar un medio de apoyar a los dos. Es bueno recordar que si un niño se comporta agresivamente es fruto de una frustración, seguramente. Si la discusión se ha convertido en pelea, hay que separarlos y dejar claro que este comportamiento no está permitido. Cuando los hayas separado, se les debe dejar un momento para que se tranquilicen antes de comenzar un diálogo.
Damián Montero
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