Cuándo vamos por la vida sin saber a dónde, experimentamos un estado de inestabilidad constante, podemos llegar a percibir que la vida es hostil, poco amigable, incluso, sumergirnos en la desesperación, depresión y ansiedad. En cambio, cuando sabemos a dónde ir y lo que queremos, es más probable que orientemos nuestras actividades y esfuerzos hacia una dirección con una meta más concreta, aportándonos más claridad siendo nuestra mejor hoja de ruta, para vivir una vida más armónica.
¿Qué aporta el proyecto de vida a cada familia?
El sentido de nuestra vida, aflora cuando comenzamos a plantearnos un «proyecto de vida», que nos permitirá experimentar vivencias con significado profundo y trascendente que nos aportará:
– Alinearnos con nuestros valores
– Misión y propósito de vida
– Capacidad para trascender desafío
– Mayor claridad y dirección a la hora de tomar decisiones
¿Cómo encontrar nuestro sentido de la vida?
El sentido de vida lo encontramos cuando nos sentimos autorrealizados, dejando nuestro legado, compartiéndolo con el mundo. Muchas personas sienten el «vacío existencial» a falta de ese sentido tan importante (la humanidad se detiene a pensar en ello muy poco) por ende, nuestros hijos crecen sin conocer la importancia que esto tiene para el desarrollo óptimo de su experiencia de vida.
El niño que crece integrando poco a poco el sentido de su «proyecto de vida» tendrá grandes posibilidades de sentirse autorrealizado e impactar de forma positiva a la sociedad en la que vive.
Es fundamental que en las familias exista la conciencia del desarrollo personal integral de cada miembro en todas las dimensiones de su ser físico, psicológico, social y espiritual. Para ello, los adultos debemos comenzar a construir ese sentido en nuestra persona y apoyar a los demás miembros de la familia para que construyan cada uno el propio.
3 herramientas para descubrir el sentido de la vida
Hay 3 Herramientas que nos ayudarán a descubrir nuestro propio sentido en la familia:
1. Analizar el presente. En primer lugar, preguntarnos si nuestra vida actual tiene sentido para nosotros y si está alineada con lo que anhelamos o si vamos en esa dirección.
2. Dar valor a lo que tenemos. Reconocer que cada miembro de la familia es único y valioso, respetando su personalidad, aceptando su individualidad con sus capacidades y talentos, sin prejuicios. De esta forma se puede comprender lo valioso que es y lo que aporta ese miembro a la familia y cómo contribuye a la realidad que se vive en ella.
3. Crecer en resiliencia. Fomentando el desarrollo de la habilidad de la resiliencia desde pequeños, trascendiendo desafíos e incorporando el aprendizaje que nos aportan.
Es importante detenernos por un momento a reflexionar profundamente, ser sinceros con nosotros mismos y preguntarnos con la mano en nuestro corazón:
– ¿Me siento autorrealizado?
– ¿Me siento alineado con mi vida actual?
– ¿Qué quiero lograr realmente en mi vida para sentirme autorrealizado?
– ¿Qué plan de vida debo trazar para lograrlo?
– ¿Qué mentalidad necesito para poder trascender los obstáculos que se me presenten?
– ¿Qué acciones debo ejecutar para ir en esa dirección?
– ¿Necesito corregir trayectoria?
De esta manera, cada integrante de la familia, a medida que va evolucionando, tiene la posibilidad de desarrollar al máximo sus capacidades y qué mejor si aprende a compartirlas y ponerlas al servicio de sus seres queridos para continuar su propio crecimiento y el de sus familiares. Esto nos permitirá ser adultos autorrealizados, experimentando una vida con sentido siendo los mejores guías para nuestros hijos.
Gabriela García. Autora del libro La mejor coach para tus hijos ¡eres tú!, es una referente del coaching para niños y el empoderamiento infantil y femenino.
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