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Preadolescencia, cómo acercarte a tus hijos antes del gran cambio

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La comunicación con tu hijo preadolescente es fundamental para garantizar un buen vínculo durante la aolescencia.

La comunicación con tu hijo preadolescente es fundamental para garantizar un buen vínculo durante la aolescencia. – ISTOCK

Crecer significa cambiar. Esto se hace evidente en la adolescencia, cuando quien era niño empieza a convertirse en adulto. Si bien en estas edades queda claro que los hijos tienen otra forma de ver la vida, la evolución comienza años antes. A esta fase se la denomina preadolescencia, y es cuando comienza el distanciamiento de los padres, empezando a buscar una mayor autonomía e independencia.

Pero, precisamente, es en esta edad cuando los padres deben empezar a acercarse a sus hijos con el fin de que el vínculo, que comenzará a debilitarse durante la adolescencia, se fortalezca. Para este fin, desde la Fundación Nemours se dan varios consejos con los que plantear una comunicación eficiente entre los padres y los jóvenes de estas edades. Todo ello con el fin de que exista una excelente relación en el hogar.

¿Qué se puede esperar de la preadolescencia?

Es de esperar que en la preadolescencia empiecen a aparecer algunos síntomas de lo que está a punto de llegar en poco tiempo. Por ejemplo que los hijos empiecen a comportarse como si ya no necesitara de la orientación de sus padres e incluso muestre vergüenza cuando esté junto a ellos frente a sus amigos. Y es que es en estos momentos cuando los niños pasan a confiar más en sus compañeros y exigen un mayor espacio y privacidad.

Aunque resulte difícil asimilar estos cambios, los padres no deben tomárselo como algo personal. Es lo típico en esas edades, reclamar más independencia y lo mejor para sobrellevarlo es encontrar un equilibrio entre el cuidado de los hijos y ceder ciertos límites, al tiempo que se sigue cumpliendo con los valores familiares y las reglas más importantes en la casa. Por ejemplo, si se reclama más privacidad, se le puede permitir desarrollar ciertas tareas en su cuarto, pero siempre con la puerta abierta.

Nunca, bajo ningún concepto hay que desentenderse de los hijos. Los padres seguirán siendo una referencia para los preadolescentes y nunca se debe olvidar el gran ejemplo que se es para ellos. Por tanto, hay que poner en práctica todo lo que se predica para que en casa exista siempre una coherencia entre lo que se pide y lo que se hace. Si no se es un modelo con las cualidades que se desean inculcar, el resultado esperado será complicado de alcanzar.

¿Qué pueden hacer los padres?

No hay que pensar en grandes esfuerzos para fortalecer el vinculo con los hijos preadolescentes, en ocasiones basta con pequeños gestos como los siguientes:

– Apostar por las comidas familiares. Preparar una comida puede parecer difícil, en especial en días con mucho trabajo, pero estos encuentros brindan un tiempo valioso juntos. Loe mejor es programarlas y organizarlas con antelación, en especial en fechas especiales.

– Establecer horarios para irse a la cama y nunca olvidarse de las «buenas noches». Es posible que los hijos ya no necesiten que que sus padres los arropen, pero mantener una rutina sistemática para la hora de irse a dormir ayuda a los preadolescentes a dormir lo suficiente para crecer sanos y fuertes.

– Compartir tiempo en el día a día. Siempre hay que encontrar pequeñas actividades que pasar tiempo juntos con los hijos preadolescentes, a través de rutinas como pasear al perro.

– Crear tiempo especial. Celebrar los fechas importantes para la familia permite poner énfasis y celebrar ocasiones menos importantes, como unas buenas notas o un éxito en las actividades extraescolares.

– Demostrar afecto. Nunca se ha de subestimar el valor de decirles y demostrarles a los hijos preadolescentes cuánto se les quiere. Al hacerlo, los niños se sienten seguros y se les demuestra fórmulas sanas de mostrar afecto.

– Involucrarse. Los padres deben involucrarse en las cosas que los hijos pongan en marcha. emprenda.

– Mantener interés. No solo hay que involucrarse en las actividades de los hijos, sino mantenerse interesado en estas rutinas, así como los sentimientos y las experiencias de los preadolescentes.

– Cambiar el estilo de comunicación. La nueva independencia de los hijos preadolescentes posiblemente provoque algunos cambios en la comunicación. Si bien un niño pequeño agradece que los padres les resuelva un problema con un amigo conversando con sus padres, a en estas ocasiones dicha solución le resultará difícil de aceptar.

Damián Montero

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