El ritmo de vida que imponemos (o que nos viene impuesto) a nuestros hijos desde muy pequeños va a marcar su caracter y no solo su educación. Tenemos poco tiempo para estar con ellos y el poco del que disponemos no sabemos disfrutarlo en su compañía. ¿Cómo les afectará nuestro ritmo de vida?
Recordemos que a estas edades lo vivido con los padres son experiencias muy significativas para los niños, que marcan profundamente su talante en el futuro: pesimista/optimista, alegre/triste, introvertido/sociable…
Por tanto, es más importante de lo que parece: saca tiempo para estar con tus hijos, hazlo por ellos. Se trata de sacar el máximo partido al tiempo que tenemos para estar con nuestros hijos. No es tanto cantidad como calidad.
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Cómo conseguir que lo pasemos todos bien
Lo importante es que lo pasemos bien con nuestros hijos, que la relación sea gratificante para todos. Pasarlo bien con ellos y hacérselo pasar bien a ellos. ¿Cómo conseguir esto?
En primer lugar es fundamental que estemos con nuestros hijos relajados, sin prisas, sin pensar en lo que acabamos de hacer ni las mil cosas que nos quedan por hacer.
Hemos de idear actividades para casa, el tiempo de ocio, el fin de semana, que sean placenteras para toda la familia. Esto no significa que tengamos que estar todo el día jugando. De lo que se trata es de aprender a realizar cada actividad de la vida cotidiana en un clima relajado y amable. Gratificante no significa falta de exigencia. Más bien, la exigencia debe darse en un clima de calidez, en una buena relación afectiva. Recordemos que la verdadera felicidad del niño pasa por un estilo educativo que se compone a medias de ternura y disciplina.
También es muy importante un conocimiento profundo de nuestros hijos. Saber cuales son sus gustos, sus ilusiones, sus capacidades, sus problemas. Para esto es imprescindible escuchar y comprender a nuestros hijos. Saber intuir lo que necesitan o les preocupa. Así evitaremos formarnos una imagen irreal de ellos, hecha a nuestra medida, resultado muchas veces de nuestras frustraciones o fracasos.
Así pues, si observamos que nuestro hijo tiene pocos amigos, ninguna ilusión, está triste, se frustra fácilmente, pasa mucho tiempo solo,… una vez descartados los problemas físicos, es el momento de pensar que los valores (optimismo, alegría, tenacidad,…) no se explican sino que se transmiten con nuestra vida.
Ideas para reflexionar
1. Analicemos si la alimentación y las horas de sueño son las adecuadas para que pueda desarrollar todas sus actividades diarias con energía y entusiasmo.
2. Quizás sea el momento de volver a analizar las pautas educativas que seguimos en casa respecto a la tolerancia, la autoridad, el cariño,…
3. Cómo es el tiempo que dedicamos a nuestro hijo, si sabemos divertirnos con él, sin olvidar qué toda circunstancia de la vida es una oportunidad educativa, que tiene que llevarnos a ser y ayudarles a ser mejores personas.
4. Debemos conocer con profundidad a nuestro hijo: qué cosas le gustan, le divierten, qué deseos y aspiraciones tiene, que es capaz de hacer. Y dejarnos conocer por ellos. Del conocimiento mutuo surgirán aficiones y actividades comunes gratificantes para ambos, mejorará la comunicación y se creará el clima adecuado para la verdadera exigencia.
5. Sería bueno revisar el horario de actividades de nuestro hijo y plantearnos si todas ellas son necesarias y verdaderamente formativas. El exceso de actividad, en cualquier persona pero especialmente en los niños es una fuente segura de estrés.
Consejos para cambiar
1. Realicemos con nuestro hijo actividades que le permitan a la vez divertirse estar en contacto con los demás, superar pequeñas dificultades, el contacto con la naturaleza,… como por ejemplo: salidas al campo con marchas adecuadas a su edad, iniciarse en algún deporte como tenis o baloncesto, hacer trabajos manuales o maquetas.
2. Cuando le veamos triste o preocupado preguntémosle qué le pasa, escuchémosle atentamente y vayamos enseñándole a interpretar esos contratiempos en clave positiva ayudándole a que él mismo vaya proponiendo soluciones y alternativas.
Marisol Nuevo Espín
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