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La pareja y sus respectivas familias

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Cuando dos personas comienzan un nuevo núcleo familiar, cada uno aporta una «mochila» de experiencias previas obtenidas en su familia de origen, que influirá, incluso determinará de alguna manera la convivencia entre los cónyuges. 

Hablar de nuestras familias durante el noviazgo

Un elemento muy importante entre los futuros cónyuges es la comunicación. El tema de la comunicación interpersonal alcanzó durante el siglo XX una gran importancia entre los sociólogos, psicólogos, pedagogos, educadores y otros especialistas de las relaciones humanas. Concluyeron que muchos de los problemas que existían entre las personas estaban relacionados con la falta de comunicación, así como con una manera inadecuada de transmitir ideas y emociones.

Desde entonces, distintos estudios se han dedicado a comprobar una de las máximas que nuestros antecesores tenían muy clara: hombres y mujeres son diferentes, y la forma de comunicarse también lo es.

No debemos olvidar que, lo que para uno es muy importante, para el otro no lo es necesariamente. Formar una familia implica abandonar, mejorar o asumir diferentes comportamientos y hábitos que antes, en la propia de origen, nos eran muy útiles o, al menos no causaban malestar a otros implicados. Esto es así también en la comunicación.

Para escuchar bien, tienen que ‘sintonizar’ ambos

Un matrimonio que comienza su andadura se beneficiará en gran medida si aprende a conocer los significados de los gestos, los tonos de voz, las posturas de cada uno. Tanto para comprenderse mutuamente como para resolver conflictos naturales, las habilidades comunicativas son de gran interés.

Cuando conozcamos a la familia del otro, es importante establecer una relación lo más natural posible, no forzar las situaciones, ya que esto puede perjudicar en lugar de ayudar. Cuando el otro conozca a la nuestra es mejor no pretender ser una familia perfecta. Cada familia es diferente y tiene sus propias características.

Límites que debemos poner a las familias

Las parejas que no han conseguido establecer una buena relación con sus propios padres o aquellos que no han logrado encontrar la distancia adecuada y cierta independencia de ellos, pueden vivir situaciones difíciles con los suegros. En el fututo, cuando vengan los hijos, es necesario entender que los niños ven a sus abuelos a través de los ojos de sus padres. Si éstos tratan a sus padres con respeto, el hijo lo percibirá y, en consecuencia, respetará a sus abuelos; por el contrario, cuando los padres les critican o tratan despectivamente están enseñando a sus hijos a hacer lo mismo.

Es importante señalar que son los padres los que deben establecer las normas, y los abuelos deben apoyarla. En última instancia, han de ser los padres quienes tomen las decisiones y marquen las líneas básicas en la educación de sus hijos.

La coherencia educativa es de suma importancia para el desarrollo integral de los niños y además, es necesaria para generar un buen clima emocional. Para ello, los padres deben clarificar a los abuelos los objetivos y fines educativos que pretenden con sus hijos. De dicha coherencia y/o racionalidad dependerá el éxito educativo.

En el caso de que los suegros, los padres de él o ella, hayan aprendido algunas normas que realmente resulten incómodas, debe ser el hijo o la hija el que lo hable con cariño con ellos. Si aun así, no da resultado, sí que se pueden utilizar otro tipo de acciones que siendo sutiles faciliten a los suegros que cambien la conducta. Por ejemplo, si dejando la llave para que la tengan, y a pesar de haber dicho que por favor no la usen a menos que sea necesario, sencillamente lo siguen haciendo… tal vez recoger esa llave diciéndolo en un tono amable les haga comprender la situación: «vamos a tener la llave por un tiempo nosotros». O si se ha comentado que el domingo prefieren comer juntos en familia y los abuelos parecen ofendidos, hacerles ver que pueden alternar el domingo que vayan con ellos, pero que también hay otros planes que pueden hacer en familia o con amigos.

Puede ser que los abuelos rectifiquen o que realmente no sepan cómo actuar; son situaciones nuevas para todos, pero en este caso, son los cónyuges los que con cariño y paciencia deberán explicarles qué es lo que desean para guiarles hacia la adaptación de las conductas.

Mar García Sánchez. Psicóloga del Instituto Valenciano de Pedagogía Creativa – MSM

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