La vida es un largo camino en donde hay momentos buenos y malos. La familia es un buen círculo en donde compartir cada una de estas ocasiones, ya sea para transmitir la felicidad de cuando las cosas han salido bien o porque se necesita el apoyo de los miembros de un hogar.
De hecho la familia puede ser un buen núcleo desde el que inculcar valores que ayuden en el día a día como el optimismo. Con pequeñas acciones, se puede hacer que la forma de ver las cosas de cada uno cambie de forma que, aunque vengan malas rachas, nunca falten ganas de salir adelante y el futuro se vea algo menos negro.
Mejorar el optimismo en la familia
Con estos consejos aplicados en el día a día, se puede conseguir que el nivel de optimismo en la familia aumente:
– Reducir las quejas. La vida no siempre es de color de rosa, y en ocasiones aparecen contratiempos: un atasco, un café aguado, un mal día en el colegio. Todo ello puede minar la moral, pero se debe apostar por un cambio de visión y reducir el nivel de quejas. Desahogarse y tratar de reír es el mejor consejo en estos puntos, buscar cosas que hayan ido bien y centrarse en ellas.
– Expectativas altas. Aceptar las cosas como son no es recomendable, si viene una mala etapa no hay que hundirse sino buscar el medio por el que cambiar la situación y conseguir el objetivo a largo plazo. La familia debe apoyarse en la consecución de estas metas.
– Aceptar los riesgos. En algunas ocasiones se ganará, en otras se perderá. Asimilar esto hace que las personas entiendan que habrá riesgos a lo largo de su vida y que podrán hacerlos tropezar. Pero también deben saber que tendrán cerca a sus familiares, quienes los apoyarán para volver a empezar de nuevo.
– Cuidado con los impulsos. Puede ser que en algunas ocasiones se tome una decisión sin valorarla demasiado. Los familiares deben hacer entender que aunque puede ser una buena decisión a largo plazo, deben valorarse los riesgos y si estos merecen la pena. Evitar la caída en un pozo por culpa de un fracaso hará que se pueda prevenir la tristeza a largo plazo. Hay que aceptar que hay caminos que no merece la pena recorrer.
– Aprender a pelear. Nadie regala nada y aunque la familia es un apoyo no va a hacer nada. Los miembros de un hogar deben saber que tendrán que pelear sus propias batallas en el día a día, hacerse fuerte y aprender cómo manejar las malas situaciones harán que pasen pronto y antes llegue la felicidad.
– Recordar que se puede. A veces la oscuridad de la situación hace que las personas se suman en un pozo del que es difícil salir. La familia debe recordar en estas ocasiones que al igual que cuando se levantaron tras caerse al aprender andar, ahora también es posible encontrar salida a la situación.
Damián Montero
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