Las ansiadas vacaciones en las que tanto pensamos y proyectamos durante el resto del año, cuando el cansancio y la rutina nos agobian de forma desmedida pueden ser una fuente de conflictos. Para pasar unas vacaciones sin conflictos en familia toma medidas y traza un plan.
Las vacaciones son un tiempo de descanso, constituyen una excelente forma de superar la ansiedad, el estrés y el agotamiento que hemos ido acumulando a lo largo de los meses anteriores. Suponen un momento de alegría y de ilusión que experimenta toda la familia en el momento de salir de casa.
Pasar unas vacaciones sin conflictos en familia es lo ideal, pero, en ocasiones, estos días de descanso, de disfrute y de compartir pueden acabar convirtiéndose en un cúmulo de discusiones y malos entendidos, que acaban por arruinar el viaje a toda la familia.
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Causas de conflictos familiares en vacaciones
Son muchas las causas que pueden desencadenar en un conflicto familiar durante las vacaciones. Estas son las que se repiten con mayor asiduidad.
– Cambio de rutina. Pasamos radicalmente de una rutina diaria a compartir el tiempo, casi a «jornada completa», con la pareja o la familia. Esto lleva a que los pequeños conflictos que intrínsecamente se derivan de la convivencia, se acrecienten y, en ocasiones, a descubrir en el otro hábitos o realidades desconocidas para nosotros.
– Incremento no previsto de gastos. En vacaciones se multiplican las salidas a restaurantes para comer o cenar, así como los gastos que, por sí misma conlleva una estancia fuera de casa: hotel o apartamento, combustible para el coche o compra de billetes para transporte (avión, barco, tren*), compra de ropa adecuada para el disfrute de la playa o la montaña* En definitiva, es la suma de todos estos importes los que puede ocasionar entre el matrimonio o la familia un grave desencuentro que impida el disfrute de unos días en familia.
– Dificultad para armonizar cambiantes estados de ánimo. En ocasiones puede ocurrir que la toma de determinadas decisiones sean las desencadenantes de conflictos y desavenencias. Y es que, si nos encontramos con que uno de los miembros del matrimonio o de la familia cede siempre ante los deseos de los demás, puede llegar un momento
-cuando menos se espere-, en que estalle con un «no» lleno de indignación y frustración.
– Contraste entre lo ideal y lo real. Otras veces son las grandes expectativas que nos creamos ante las vacaciones, las que nos llevan a la desesperación ante cualquier mínimo contratiempo que se nos presente. En efecto, son tantos los días y meses que llevamos pensando en nuestras vacaciones ideales, que antes de salir de casa ya nos hemos hecho un planteamiento general lleno de ilusiones y esperanzas sobre lo que debe ser nuestro tiempo de descanso. Pero ya sabemos por experiencia que los ideales son muy difíciles de conseguir y que lo que en la realidad sucede más bien es el surgimiento de contrariedades y adversidades. En función de cómo las afrontemos, el balance que podamos hacer de nuestro tiempo de descanso será muy diferente.
– Reaparición de tensiones o desavenencias matrimoniales y/o familiares. En este caso no son las vacaciones las causantes de estas controversias sino que, por el hecho de compartir el don preciado del tiempo, salen a la luz todas aquellas cuestiones irresueltas que durante meses habían permanecido escondidas.
Este conjunto de situaciones puede dar lugar a un verdadero cóctel que estalla cuando menos lo esperemos, en mitad de la playa o la montaña, dejando muy atrás las idílicas vacaciones que habíamos soñado.
Consejos para unas vacaciones sin conflictos
1. Planificar bien las vacaciones, esto es, con tiempo elegir bien el destino teniendo en cuenta los gustos y deseos de todos.
2. Confeccionar un presupuesto económico para las vacaciones, aprobado por todos y desviarnos lo menos posible de él.
3. Distribuir entre todos las tareas menos gratas, como por ejemplo hacer la compra, la comida o la limpieza.
4. Tratar de disfrutar lo máximo posible de estos días de diversión, sin pensar en los pocos días que nos quedan hasta regresar a casa o al trabajo.
Y si, a pesar de todo, surgen conflictos en la pareja o en la familia, convendrá que hagamos un esfuerzo para no ponernos a la defensiva y, desde la calma y el diálogo, tratar de llegar a un acuerdo.
Mar Aranda. Miembro de «SerFamilia». Instituto de la familia
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