La risa es sana y necesaria. El estudio y la exigencia son fundamentales en la educación de un niño, pero también la risa y el juego resultan imprescindibles para que un niño se desarrolle con normalidad y viva una infancia feliz. Y es que jugar es una manera de aprender y de divertirse, por tanto para los padres es muy importante conocer cómo educar la sonrisa de los niños.
Los niños aprenden por medio de la participación activa en el mundo que les rodea y, precisamente, jugar y bromear con ellos constituye una de las mejores maneras de ayudarles a comunicarse con su entorno y enriquecerse como personas.
Vosotros también fuisteis niños. Reíros y cuando juguéis con vuestros hijos, nunca olvidéis que también vosotros tuvisteis tres, cinco, seis años. Y, sobre todo, recordad que no hay nada malo en permitir que la inocencia y la curiosidad por el mundo de vuestros hijos os convierta de nuevo en niños por unas horas.
Para pasar un buen rato con vuestros hijos, no hace falta ser la persona más divertida y graciosa del mundo ni tampoco gastarse dinero. Ni mucho menos. Tan sólo es necesaria mucha imaginación, mucho cariño y muchas ganas de escuchar reír a vuestros hijos. Pensad que, con una buena historia o una simple caja de cartón, podéis crear todo un mundo para vuestros hijos.
5 ideas para pasar un rato divertido con los niños y reír a carcajadas
1. ¡Qué traviesos eran mis papás!
Si a los niños les encanta ver una y otra vez las fotos en que sus papás eran pequeños, imaginaos si conocieran todas las travesuras que protagonizasteis de niños. Seleccionad vuestras anécdotas más simpáticas y contádselas a vuestros hijos, mientras coméis palomitas en el cuarto de estar o dais un paseo. Por supuesto, optad por narrarles las historias más inocentes, siempre recordándoles que asumisteis las consecuencias de vuestras acciones. Y, aunque al final os quedasteis un mes sin postre, a vuestros hijos les gustará saber que un día su papá se dedicó a colgar monigotes en la espalda de todos los vecinos del barrio o que, una tarde que la abuelita había salido, su mamá intentó cocinar una tarta de chocolate, dejó todo perdido y, al final, sólo consiguió preparar una masa informe de color extraño que acabó de comida para el gato.
2. Risas en el coche
Los trayectos en coche pueden convertirse en una inmejorable oportunidad para compartir juegos y risas con vuestros hijos. Para ello, nada mejor que recurrir a juegos tan clásicos como el «veo veo», para el que sólo se necesitan los ojos, la voz y muchas ganas de divertirse. Para animar a vuestros hijos y recordarles la cancioncilla del «veo veo, ¿qué ves?», es recomendable que sea uno de los papas quien comience eligiendo el objeto de adivinación, que debe encontrarse siempre a la vista y ser un término conocido incluso para los más pequeños. Precisamente, la edad de los niños obligará en ocasiones a revelar la primera sílaba de la palabra como pista, en vez de la primera letra. Se lo pasarán tan bien que, cuando lleguéis a vuestro destino, no querrán bajarse del coche.
3. ¿Quién soy?
Invitad a algunos amiguitos de vuestros hijos a casa y pedid a cada uno que escoja un personaje que le guste o divierta, pero advirtiéndole que no deben contar a nadie a quién ha elegido. Después, proporcionadles cartulinas de colores, pinturas, rotuladores, pegamentos y toda la ropa vieja que encontréis por casa y pedidles que se fabriquen un disfraz para parecerse lo más posible al personaje que van a imitar. Cuando hayan terminado, sentadlos en corro y que, de uno en uno, vayan levantándose e imitando al personaje que han escogido. Los demás tendrán que adivinar a quién está representando su amigo y, al final, ganará aquel que ellos mismos consideren que lo ha hecho mejor y ha sido más original con su disfraz. Una piruleta a cada uno como premio no estaría mal para concluir esta tarde de risas y diversión.
4. Vacaciones desafiantes
De los padres depende que las próximas vacaciones familiares se queden en unos simples días de recreo y descanso o que se conviertan en una aventura apasionante que los niños nunca olvidarán. Una manera de conseguirlo consiste en reunirlos unos días antes de la partida y proponerles que piensen cosas sorprendentes, nuevas o un poco locas que les gustaría hacer durante las vacaciones, para confeccionar una lista de retos que habrá que conseguir durante estas semanas. Visitar un lugar donde un letrero diga «El mejor del mundo», «El único en el mundo», o «El mayor del mundo» o probar una fruta nueva y un dulce nuevo pueden ser algunos de estos desafíos. Seguro que la ilimitada imaginación infantil os ayudará a todos a pensar muchos más.
5. Comer divirtiéndose
Aunque la escasez de tiempo puede impedir que diariamente os detengáis a cocinar un plato especial, de vez en cuando sí podéis imprimir un poco de fantasía y originalidad en las comidas de los niños, con el fin de que estos se diviertan al tiempo que se alimentan. Por ejemplo, podéis convertir unos huevos duros en unos simpáticos ratoncitos que harán las delicias de los peques y asegurarán una alimentación sana.
Para cuatro niños, sólo se necesitan cuatro huevos duros, 25 gramos de queso rallado, 25 gramos de queso blando, ocho rábanos y dieciséis pasas.
Tras pelar los huevos y partirlos por la mitad, extraed las yemas y mezcladlas con el queso blando y el rallado hasta conseguir una pasta bien fina. Rellenad las claras de los huevos y alisad la superficie. Después, colocadlos poca abajo en el plato y, tras practicarles pequeñas incisiones en el extremo más delgado, introducid en ellos pequeñas rodajas de rábano, que harán la vez de orejas. Con dos pasas en cada huevo se obtendrán los ojos de los ratoncitos y con un trocito de rábano, la nariz. Para acabar, las raíces de los rábanos representarán, colocados en el otro extremo del huevo, las colitas de los roedores. El resultado será muy simpático y los niños comerán felices los ratoncitos de huevo.
Marisol Nuevo Espín
Te puede interesar:
– Cómo educar la sonrisa de los niños: consejos prácticos
– Riéte y disminuye el riesgo de padecer un infarto