¿Cómo son los padres del siglo XXI? ¿Han cambiado su manera de afrontar la paternidad respecto a sus padres y abuelos? Todo indica que sí, y Javier Romero Zabaleta nos aporta en el estudio Mi padre vive en el siglo XXI, las claves para entender este cambio y las consecuencias que se derivan de ello, así como las diferentes maneras de ejercer la paternidad que podemos encontrar actualmente en la sociedad.
Cambios económicos y sociales en las familias
Los motivos que han llevado a este cambio de modelo familiar y a una paternidad que exige más implicación son varios. De los distintos cambios económicos y sociales de las pasadas décadas, destaca el desempleo, las causas del envejecimiento de la población y la participación de la mujer en el mercado laboral.
Evidentemente, todos estos cambios han afectado a la paternidad y la maternidad, porque afectan de lleno a las familias. Hay que considerar ante todo sus posibles consecuencias económicas: disminución del ahorro, de la inversión, del consumo (PIB) y del poder adquisitivo de las pensiones, incremento de la demanda de los servicios de salud y de las diferencias en la imposición y de la demanda inmobiliaria, etc. Las consecuencias de esto en las familias no son positivas: el bienestar de los hijos y sus intereses están en peligro, ante lo que los padres reaccionan de formas diversas. Algunos de ellos tratan de lograr el sustento sin irse de casa, pero otros la abandonan porque piensan que no van a ser capaces si se quedan, dando paso a un divorcio o, al menos, a la emigración a otro país para conseguir un trabajo mejor y poder mantenerles.
La presencia paterna y la ausencia paterna
1. La presencia paterna es la de los padres varones que están en casa y se ocupan de sus hijos tras todos estos cambios. Estos padres están habitualmente más implicados en sus vidas, les dedican tiempo y se involucran en sus actividades.
2. La ausencia paterna. Podemos distinguir cuatro formas de ausencia paterna:
– Originaria: cuando no hay ningún padre varón presente desde el nacimiento, por los motivos que sean. Sus efectos en los hijos dependen de cómo consideren la responsabilidad del padre por esa ausencia (desde ninguna en el caso de fallecimiento a toda en caso de descuido voluntario).
– Sobrevenida: cuando el padre ha ‘desaparecido’ en un momento dado. En este caso, los efectos serán más perjudiciales, dependiendo también de la edad a la que suceda.
– Laboral: a veces, los padres pueden ‘evadirse’ de su responsabilidad y encontrar en el trabajo un ‘refugio’ y un ‘pretexto’ para no hacerle frente, incluso si están físicamente presentes, o bien ausentes por emigración. En esos casos, la madre tiene que cargar con toda la responsabilidad de sus hijos, a veces con la ayuda de los abuelos.
– Intencional: cuando el padre teme no ser capaz de cumplir con su tarea, por las actuales dificultades para ello, dando origen al reciente fenómeno de la ‘abdicación’ o la ‘renuncia’. Ni siquiera se limitan a intentarlo, lo que probablemente resulta más perjudicial que las otras formas, porque es muy sutil y los hijos pueden tener la impresión de que en eso consiste ‘tener un padre’, confundiendo la mera apariencia con la realidad.
La maternidad y sus cambios en los últimos años
La maternidad ha resultado más afectada por estas transformaciones que la paternidad. El Movimiento Mundial de Madres ha realizado una interesante encuesta a 11.000 madres. Los resultados muestran que las mujeres experimentan cambios muy profundos cuando se convierten en madres, y también que no dejan por ello de querer trabajar: el 63% se muestran dispuestas a compartir un empleo con la atención a sus hijos, pero la mayoría reconocen que no pueden hacerlo. Cuando los hijos crecen, entonces sí que se sienten capaces de integrarse -o reintegrarse- en el mercado laboral.
Consecuencias para los hijos
Las transformaciones de las últimas décadas han tenido un profundo impacto en las circunstancias en las que los padres deben ejercer su tarea. El trabajo de la mujer y los cambios culturales son otras tantas llamadas a los hombres que son padres para que se den cuenta de lo importante que es que cumplan su función.
La participación de las mujeres en el mundo laboral es mayor que la que se había concebido en cualquier otra época, pero no pueden disponer del tiempo que necesitan sus hijos, y lo mismo sucede con los hombres, a los que resulta difícil la dedicación para atenderles cuando su mujer no está en casa.
Aunque esto afecta directamente a los padres, hay que entender que los que sufren más las consecuencias son los hijos y que sólo los padres pueden formar el contexto adecuado para la maduración de los hijos, porque el bienestar del individuo exige una atención individualizada.
Cambios a mejor: la mayor implicación paterna
Pero aunque los padres lo tienen más difícil para sacar tiempo para su familia, también hay que reconocer un cambio positivo que ha traído el cambio cultural, y este es la mayor implicación del padre con sus hijos. Atrás se van quedando el modelo de padre severo que delega por entero la educación y atención de la prole a la madre tierna y amorosa. Los padres de ahora parecen disfrutar con su paternidad, y prueba de ello es la cantidad de blogs, páginas web y libros dedicados a los papás primerizos.