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Aprender a acompañar a las familias

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Acompañar a las familias
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El reciente Sínodo sobre familia ha recordado a todos los creyentes que el camino para la nueva evangelización pasa por la familia. A pesar de la crisis que parece estar sufriendo esta institución -abandono, soledad, separaciones, descenso de la fecundidad y de la nupcialidad- el deseo de familia permanece vivo también entre muchos jóvenes. Tal como ha recordado la reciente exhortación apostólica «Amoris Laetitia«, para hacer frente a esta situación como iglesia y como sociedad se precisa una profunda «conversión pastoral» que supone acompañamiento a las familias en crisis por parte de otras familias. Para esta tarea se necesita formación.

¿Qué nos está pasando?

La familia, ese lugar donde se aprende a conjugar el «nosotros», ha sido invadida en la actualidad por formas de vida profundamente individualistas. La vida cotidiana se ha acelerado. Los académicos hablan ya del «family caos». La vida profesional de ambos cónyuges tiene mucho que ver con esta realidad. Por otra parte la influencia de los estereotipos procedentes de la ideología de género – la dimensión sexuada de la persona es un simple producto de la biología que puede ser «reprogramada»- deriva en un igualitarismo -«si tú ganas, yo pierdo»-propio de la lógica del mundo laboral pero no de la vida familiar. Por ello es preciso reconsiderar que significa hoy «comunidad de vida y amor».

La familia parece arrastrada por el mercado y por las ideologías. Otras prioridades parecen ocupar el primer lugar en la vida de las personas. Ante esta situación, familias, educadores y profesionales de diverso tipo se encuentran sin las herramientas adecuadas para comunicar adecuadamente la verdad sobre la familia y acompañar eficazmente a las que están en crisis. Las principales causas por las que hoy se rompen muchas familias no son irreparables. Bastaría conocer mejor de la dinámica de las relaciones familiares: que significa amar y cómo se construye eficazmente una relación.

Aprender a acompañar

Aprender a acompañar

El pasado 18 de mayo visitó la Universitat Internacional de Catalunya (UIC Barcelona) el profesor Juan José Pérez-Soba del Instituto Juan Pablo II sobre la familia. En su conferencia «Amoris Laetitia ¿ruptura o continuidad? planteaba una cuestión esencial, la ausencia de acompañamiento y de la formación para hacerlo.

¿A dónde van las personas sin recursos? a instituciones concretas, bien conocidas. ¿Dónde acuden los enfermos? A especialistas que curen su mal. Pero ¿dónde van las familias en riesgo? Eso no está tan claro. Estas familias muchas veces no necesitan psicólogos ni psiquiatras. Sus problemas no suelen ser patologías; por lo menos al principio. Sin embargo sí necesitan ayuda para aprender a construir relaciones sanas y estables.

¿Quién puede ayudarles? Lo más lógico es que sean personas en su misma situación, otras familias que les acompañen. Pero para esta tarea se requiere formación.
En ocasiones esta función ha estado cubierta por la mediación familiar. Tal como se entiende hoy en la mayor parte de las legislaciones civiles, la mediación ha quedado reducida a una ayuda para que la familia pueda «morir sin dolor». Llega tarde. Esto no significa que la mediación -junto a las otras técnicas que se utilizan en la resolución de conflictos en diversos ámbitos- no pueda ser un medio a través del cual se pueda realizar el acompañamiento sin embargo la tarea de formar, prevenir, acompañar y consolidar la relación conyugal y familiar no precisa de un mediador sino más bien de un experto en consultoría y orientación familiar.

Un programa pionero

Desde el Instituto de Estudios Superiores de la Familia hemos lanzado el Postgrado en Consultoría y Orientación Familiar se ha lanzado un programa pionero en este tema. Se desarrolla completamente on-line y cuenta con docentes de altísimo nivel. Su carga lectiva es de 30 créditos docentes impartidos a lo largo de diez meses.

El programa aborda los fundamentos, estructura, funcionalidad de la familia así como la naturaleza de las relaciones familiares y de la educación Familiar. Dedica un amplio capítulo a la comunicación Familiar, las disfunciones familiares y técnicas de resolución de conflictos. El curso está tutorizado y cuenta con un trabajo final de postgrado en el que el alumno demuestra su habilidad en la implantación de lo que es una verdadera «revolución antropológica» no reducible a conocimientos teóricos sino que precisa ser vivida desde la realidad de la familia postmoderna.

La tarea de acompañamiento es especialmente importante en los primeros años que es cuando se adquieren hábitos y herramientas de comunicación y negociación para que los cónyuges sepan comunicarse y así compartir; respetarse y admirarse para resistir la adversidad; aprender a resolver conjuntamente las dificultades; respetar las diferencias inmodificables; dedicar tiempo y ternura al otro; esforzarse por llevar una vida conyugal plena y activa y establecer y respetar el necesario ámbito de libertad personal del otro; mantener un reparto equilibrado y flexible de tareas y roles y finalmente fomentar una cierta complicidad añadida: además de esposos y padres, los cónyuges deben ser compañeros inseparables de la vida de cada uno.

Para abordar este reto se precisa formación que adecue los instrumentos y técnicas de resolución de conflictos a la naturaleza específica del ámbito familiar.
Como en otros temas, el auténtico problema no es el conflicto, sino qué respuesta le damos. Por eso, las técnicas que se ponen en práctica en los procesos de acompañamiento familiar deben siempre adecuarse a las necesidades de la familia en general y de cada familia en particular.

Pilar Lacorte. Coordinadora del Postgrado en Consultoría y Orientación Familiar

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