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Los abuelos y su relación con la familia

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Desde un principio, debemos establecer bien los límites, que nos ayudarán a tener una relación más cordial entre abuelos, padres y nietos. Una tentación es que los abuelos quieran entrometerse en la vida del matrimonio, o en la educación de los nietos, sin respetar los límites; o, por el contrario, que los hijos no sepan ponerlos, porque les cueste mucho.

En este caso, suele ocurrir que los abuelos tienen un poder excesivo sobre los padres y éstos pierden su capacidad de decidir, delegando su papel educativo en los abuelos.

En ocasiones, y sobre todo si trabajan ambos cónyuges, se abusa de la disponibilidad de los abuelos y no se respeta su descanso bien merecido.

Los abuelos, a veces, sienten, por las diferencias con los patrones familiares de su época, que los padres de sus nietos, sus hijos, no están suficientemente presentes; ese sentimiento les hace preocuparse más por su educación e interferir en la vida del matrimonio y en su planteamiento educativo. A veces, los abuelos no sienten las fuerzas suficientes para realizar tareas con los nietos que requieren más juventud o mejor salud, suponiéndoles una carga.

Consejos para los padres: la relación con los abuelos

A la hora de resolver el cuidado de vuestros hijos es importante buscar opciones que ayuden a todos a llevarlo bien y con holgura. Debemos respetar los límites que los abuelos necesiten para cuidarse y tener su propio espacio, haciéndoles ver que vosotros tenéis el vuestro, como familia y como matrimonio.

Si los abuelos acceden al cuidado de los nietos, no se puede caer en chantajes ocultos: «yo sé que mi madre espera esto; que mi padre desea lo otro; no podemos dejarle al niño y luego; nos han pagado la habitación del niño y no podemos hacer …». Ser libres y generosos ante ellos. Hay que tener en cuenta las opiniones de los abuelos y más tarde decidir vosotros qué hacer. Y siempre, valorar mucho la labor que hacen, pues tener un buen abuelo cerca favorece la salud psíquica de los niños. Es un  verdadero esfuerzo para ellos, aunque quieran mucho a los nietos y les alegren la vida.

Cuando los abuelos han fallecido

Si uno de los abuelos es viudo es muy aconsejable que cuente al nieto historias del cónyuge fallecido; de este modo, el otro abuelo se lo da a conocer y el niño lo reconoce como parte de sí mismo, de su historia. También es muy beneficioso que los abuelos expliquen la relación que tuvieron entre ellos, que sepan cómo se quisieron. Si los dos han fallecido, deben ser los padres los que acometan esto, les enseñen fotos, favoreciendo así que el niño se encuentre con sus raíces y aprenda de la vida de los otros.

Y si nos llevamos mal con los abuelos

Los niños perciben casi todo. Si no me llevo bien con mi suegra-suegro, yerno-nuera, deberé valorarles como padres de mi cónyuge, o como cónyuge de mi hijo o hija. Hay que respetar el derecho que tienen los niños a conocer a sus abuelos y a valorarlos por sí mismos. Cuando existe una mala relación, suelen aparecer los bandos, las preferencias y las críticas; así, solo ponemos al niño en situación de elegir, de preferir, de rechazar. Esto es muy duro y peligroso para un niño. Por ello, es importante sobreponerse a las desavenencias y valorar que es el abuelo de mi hijo, que tiene derecho a tratar con él y que, aunque a veces lo crea difícil, le enriquecerá ese trato. Y aquí, son los hijos -yernos o nueras- los que siempre deben ceder más.

Los abuelos alejados geográficamente

Abuelos, su relación con la familia

La relación con los abuelos siempre debemos fomentarla, auque vivamos en ciudades diferentes. Esto supone, en ciertos momentos, un mayor esfuerzo, pero que siempre tendrá su recompensa. Los nietos deben llamar todas las semanas a sus abuelos para contarles sus pequeñas vivencias. Así, aunque físicamente no les acompañen, les hacen partícipes y cercanos a sus cosas. Los abuelos disfrutarán escuchando las explicaciones de cada uno.

Además, dentro de las posibilidades de cada familia, debe planificarse un viaje a casa de los abuelos, al menos una vez al trimestre, y animar a los abuelos para que vengan a visitarnos de vez en cuando.

Con la llegada de las vacaciones se nos ofrece otra oportunidad para intensificar el trato de abuelos y nietos. Los niños pueden ir turnándose para pasar unos días con los abuelos, haciendo de esta circunstancia una oportunidad exclusiva para conocerse más.

Los padres educan, los abuelos disfrutan

En el trinomio abuelos-padres-nietos hay que diferenciar bien las funciones de cada uno. Los nietos saben que la relación con los abuelos es diferente a la que tienen con sus padres. Estar con los abuelos debe suponer un momento de relax y, quizá, de algo más de permisividad. Los padres, por su parte, tienen que ser conscientes que no está en su tarea cambiar a los abuelos, ni educarlos, ni exigirles un comportamiento concreto. Deben ser flexibles, comprensivos y concientes que ante ellos deberán ceder siempre un poco más. No podemos crear tensiones innecesarias porque los abuelos perdonen la comida a los nietos, les dejen comer en el salón o poner los pies encima del sofá. Los nietos diferencian perfectamente las normas en uno u otro lugar. Y, quizá, los abuelos disfruten ofreciéndoles a los nietos este pequeño momento de libertad.

Ana Aznar
Asesora:  Charo González Martín. Dra. en Pedagogía. Experta en Terapia de Familia. 

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