Somos el país de la Unión Europea donde más ha crecido la esperanza de vida. Los españoles viviremos un promedio de 83,3 años, frente a los 80,1 de media de los ciudadanos de países de nuestro entorno. Podemos encontrar el origen de estos datos que ofrece Eurostat en el acceso a la asistencia sanitaria, a otras prestaciones del estado del bienestar y también al clima, la dieta mediterránea y a una fecunda vida social. Tanto es así, que se espera que España ocupe en 2040 el número uno en todo el mundo en lo que a longevidad se refiere.
Viviremos más, pero, alcanzada cierta edad, ¿viviremos mejor? En el cuidado que ofrezcamos a la tercera edad está una de las claves, sobre todo, en el contexto actual, en el que las enfermedades neurodegenerativas siguen aumentando a medida que los ciudadanos cumplen más años. Los diferentes tipos de demencias, incluyendo al Alzheimer son devastadoras para quien las padece en sus últimos años de vida. Cierto es que son incurables, explican desde los centros Neurovida, pero se pueden detectar a tiempo y, por lo tanto, ralentizar sus efectos.
Observarles, escucharles y acompañarles
Así, el primer consejo, que podemos dar a las familias para ayudar a sus miembros más mayores es estar pendientes de síntomas que alerten de algún problema de índole neurológico. La atención diaria a sus gestos, movimientos, a lo que nos dicen y sobre lo que hablan son esclarecedores y vitales, explican desde estos centros de día, Teófilo González Villalba y Patricia Durán Sevillano, terapeuta ocupacional y logopeda respectivamente. De esta manera será posible detectar si existe un deterioro cognitivo leve, propio del envejecimiento o si, por el contrario las disfunciones son graves. En este punto, se debe estar alerta a los siguientes síntomas:
– Despistes repetitivos (no saber dónde ha dejado las llaves, cambios frecuentes a la hora de guardar cosas).
– Falta de cuidado en la imagen personal (falta de aseo, ropa sucia o mal combinada).
– Desorientación espacial (no reconocer el entorno o no saber moverse por zonas que ha manejado con frecuencia).
– Descontrol del dinero (despilfarro del dinero, tendencia a esconderlo).
Por supuesto, una vez identificados estos aspectos es necesario un tratamiento profesional por parte del neurólogo y de terapeutas. Pero, antes, mucho antes de la aparición de estos síntomas, y con el fin de que nuestros mayores tengan una buena calidad de vida, desde Neurovida, nos ofrecen los siguientes consejos:
– Fomentar que el entorno de los mayores sea enriquecedor, que mantengan amistades que les permitan relacionarte y poder seguir teniendo encuentros y situaciones conversacionales para estimular el lenguaje, la comunicación y por consiguiente el bienestar emocional.
– Insistirles en que lean, por ejemplo, la prensa, y ayudarles a mantener hábitos relacionados con la lectura. También a que no abandonen sus hobbies, involucrándonos con ellos en sus pasatiempos y juegos, por ejemplo, crucigramas, puzles y juegos de memoria.
– Recordarles el mantenimiento de una adecuada higiene bucodental para prevenir las bacterias que puedan provocar infecciones respiratorias tras un atragantamiento.
– Empujarles a la práctica deportiva, a evitar el sedentarismo y, si posible, acompañarlos a que caminen a diario. El ejercicio, si se pretende hacer alguna actividad distinta, siempre debe estar supervisado por un profesional
– Si no cocinan, prepararles una dieta saludable, equilibrada y rica en los nutrientes necesarios.
– Si precisan ser acompañados, acudir con ellos a citas culturales, exposiciones, eventos deportivos.
– Favorecer que tengan un sueño reparador y que descansen, por lo que deberemos evitarles situaciones estresantes y ruidosas en casa cuando se acuesten.
Una rutina enriquecedora y tranquilizadora
Y, sobre todo, explica el terapeuta ocupacional Teófilo González, debemos estar atentos a que su vida diaria esté estructurada según rutinas, que les aportan seguridad: «Estas rutina favorecen funciones cognitivas como la orientación temporal, la atención sostenida y la memoria episódica; aumentan el nivel de activación, la motivación y la sensación de satisfacción vital. Además, potencian las habilidades sociales. La periodicidad en la realización de actividades de estimulación cognitiva va a permitir que estas mejoras se mantengan en el tiempo, ya que, no se trata de una intervención puntual sino de hábitos que aporten calidad de vida a la persona».
Llegados a este punto, la recomendación, si, por cuestiones personales de tiempo o accesibilidad o si padecen, precisamente, algún tipo de dolencia relacionada con la edad, no podemos estar pendientes de ellos, es que acudan a un centro de día, donde ya están implantadas este tipo de rutinas que son, además, supervisadas por neuropsicólogos, fisioterapeutas, logopedas, etc.., pero, sobre todo, lo más importante, donde van a estar acompañados por otras personas con sus mismas capacidades y estilo de vida. Esta independencia, destacan por último desde Neurovida, les hace más fuertes mental y físicamente, pero, sobre todo, más felices.
Marina Berrio
Asesoramiento: Teófilo González Villalba y Patricia Durán Sevillano, terapeuta ocupacional y logopeda respectivamente de centros Neurovida
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