Antes, la conciliación estaba unida al horario escolar, pero el estado de alarma y el teletrabajo lo han cambiado todo. El confinamiento que hemos vivido va a traer consigo una nueva manera de entender la conciliación. María Campo, profesora del Máster en Orientación Educativa Familiar de UNIR y fundadora de Eduka&Nature, aborda cómo compaginaremos familia y trabajo a partir de ahora.
Una nueva manera de entender la conciliación
P. ¿Cómo será el escenario laboral tras el confinamiento?
R. Parece que se quiere que haya una mayor flexibilidad en horarios y un ambiente de trabajo mixto en presencial y semipresencial. Esta flexibilidad permite llevar mejor las responsabilidades laborales con las familiares, pero por otro lado hemos visto que el confinamiento ha sido complicado porque no es lo mismo que los niños estén casi todo el tiempo en el cole a que estén todo el tiempo en casa.
P. ¿Qué nuevos criterios van a prevalecer en la vuelta al cole?
R. Todavía no sabemos muy bien cómo va a ser el escenario escolar de la vuelta al cole. En principio, se apuesta por una reincorporación normalizada en el colegio, pero aún no sabemos si se mantendrá en el tiempo. Que exista esa flexibilidad laboral o teletrabajo de cara a conciliar las jornadas que puedan ser diferentes en cuanto al colegio puede ser una ventaja. En ese sentido, se ha avanzado un poquito, pero no solamente son importantes las medidas que se puedan adoptar a nivel empresarial para que los trabajos puedan ser más flexibles, a nivel familiar también debemos tener una serie de normas y un funcionamiento que facilite esa conciliación.
P. ¿Quiere decir que la conciliación efectiva también debe darse en la pareja?
R. Ya hemos visto todos que la conciliación familiar tiene dos partes: la parte laboral y de empresa que tiene facilitar esa flexibilidad horaria, la posibilidad de tener teletrabajo y por otro lado también está la parte familiar, es decir, que sepamos respetarnos los espacios, los tiempos, los horarios…
P. ¿Y qué hacemos con los niños en casa?
R. Cuando estamos teletrabajando, los niños deben estar haciendo otras cosas, no pueden interrumpir. Hay que educar a los niños en el respeto y enseñarles el espacio que necesitamos para poder trabajar. Por otro lado, nosotros debemos ser conscientes de que los niños con independencia de la edad que tengan necesitan de nosotros y no podemos estar haciendo una jornada laboral igual que la estábamos haciendo cuando ellos estaban en el cole. Los niños necesitan de nosotros, que estemos disponibles, para darles seguridad, responder a ciertas preguntas cuando necesiten, estar pendientes de lo que hacen, marcarles las normas, hacer un seguimiento… Hacer las dos cosas a la vez es lo que genera conflicto y es lo que ha pasado en muchas familias.
Se ha intentado teletrabajar a la vez que los niños estaban haciendo las tareas escolares o estaban conectándose online y entonces el ambiente se ha crispado mucho porque no podías hacer ni una cosa ni otra.
Es mejor separar y decir «a mi me toca trabajar y tú estás entretenido, tranquilo con tus cosas y después yo no trabajo y estoy para ti, para ayudarte, para resolver tus dudas, para jugar contigo, para lo que necesites. Marcar las pautas es la clave para conciliar.
P. ¿Cómo impedir que las mujeres sean las grandes sacrificadas en esta crisis?
R. Lo más importante es que sepamos hacer una buena repartición de roles. La igualdad no está en el 50 por ciento sino en la equidad. Al final es muy importante que desde la empresa se de la misma oportunidad tanto a hombres como a mujeres, en cuanto a medidas más flexibles que faciliten la conciliación, y cuando estemos en casa todos seamos conscientes de que ahora le toca trabajar a papá y luego a mamá, y que todos respetemos esos momentos. Entre los cónyuges, es decir, la propia pareja es la primera que tiene que saber respetar.
P. ¿Qué es necesario para que exista una buena conciliación?
R. Para que haya una buena conciliación tiene que haber una buena planificación, es la clave. Dentro de esa planificación entran las tareas y las responsabilidades de todos y el ocio de todos. Esto exige también pequeños sacrificios: quizá el tiempo de ocio es menor, las horas a las que te toca conectarte a trabajar se pueden adelantar a las 7 de la mañana en vez de a las 9 antes de que los niños se levanten… Hay que combinar horarios y sacrificio para que luego el resultado sea mejor. La familia es un equipo y para que esto funcione bien todos los miembros tenemos que colaborar, no puede ser solo una parte, no puede ser solo la mujer porque si no eso acaba generando una presión emocional sobre la propia madre y eso revierte finalmente en los hijos porque como no está bien, pues acabamos generando más tensión y provocando conflictos.
P. La situación escolar de los niños puede llegar a ser incompatible con la situación laboral de los padres, ¿qué medidas podemos tomar para conciliar de aquí en adelante? ¿Cómo nos deberíamos organizar las familias sin colegio?
R. No lo tenemos fácil la verdad, porque tenemos menos recursos por parte de las instituciones para que los niños estén atendidos y que a la vez estén aprovechando el tiempo, y luego encima tenemos unas figuras que son los abuelos, que siempre han hecho un papel muy importante durante estos últimos años, y ahora no podemos contar con ellos del mismo modo porque si somos responsables, todavía hay que tener un cierto cuidado por la posibilidad de contagio y la protección que debemos tener con ellos. A pesar del levantamiento del estado de alarma, hay que analizar que en muchas empresas se está favoreciendo esa flexibilidad de cara a la conciliación, y en cada caso particular intentar hacer relevos para que la pareja pueda combinar. Ahora vamos a tener que ser capaces de organizarnos un poco más entre nosotros, con las limitaciones a nivel de contagio.
P. ¿Qué planes de igualdad son necesarios para que las mujeres no tengan que renunciar a su carrera laboral y el país no desperdicie el talento femenino?
R. Los planes de igualdad a nivel de empresa tienen que ser equitativos tanto para hombres como para mujeres. La flexibilidad horaria la debemos tener ambos, no solo la mujer de manera natural. Parece que en el trabajo el núcleo principal es el marido y la mujer es la que reduce jornada o renuncia dejando su desarrollo profesional hasta que los hijos crecen. La principal clave tiene que estar en que en las empresas se facilite por igual esa flexibilidad tanto a hombres como a mujeres y que la mujer sienta que no está sola y que las madres se valoren a sí mismas y que sean las primeras que a la hora de planificar no sean ellas las únicas que pueden estar predispuestas para que gracias a ellas se consiga una conciliación. A veces somos las propias mujeres las que no dejamos que los hombres se puedan implicar. A la hora de conseguir una conciliación todos somos importantes.
P. ¿Por qué el tema de la reducción de jornada sigue siendo algo muy femenino?
R. Hay una conciencia social que justifica que sea la mujer la que reduce su jornada para el cuidado de los niños. Primero tiene que haber un cambio social y ellos mismos como hombres y padres de familia tienen que ver que no pasa nada porque hagan esto y que están apostando por su familia y por su pareja. El cambio social y de mentalidad tenemos que generarlo todos. Por un lado, el hombre y por otro lado, la propia mujer debe darse valor. Si quiere seguir trabajando y potenciar su desarrollo profesional que no se sienta mala madre por no querer reducir la jornada porque parece que no quiere a sus hijos.
Una mujer no debe sentirse una mala madre por no querer reducir su jornada.
Se puede ser buena madre y a la vez querer tu desarrollo profesional y llegar a un acuerdo con tu pareja para que sea él el que haga una reducción de su jornada. Hay una mentalidad que tenemos que cambiar y la crisis sanitaria que hemos sufrido ha hecho reflexionar a muchas familias sobre la importancia que tiene el estar con los hijos y el valor tan importante que tiene pasar tiempo con ellos.
P. El 88% de las excedencias por cuidado de familiar se la cogieron mujeres frente al 12% disfrutadas por hombres en el primer trimestre de 2020. ¿Cómo invertir esta tendencia?
R. Hay que defender que el puesto de trabajo es tuyo e independiente de las decisiones de vida que hayas podido tomar. Parece que el puesto de trabajo se concibe desde un punto de vista de empresa, como si fuera la empresa la que posee ese puesto de trabajo, y sin embargo es el trabajador el que lo ha conseguido por su valía, dedicación, años de experiencia, formación… Como personas podemos defender que necesitamos unos años para la formación de una familia, para el cuidado de los hijos y eso no significa que perdamos valor como trabajadores. Las decisiones personales no deben influir para nada en lo que nosotros somos como profesionales. La Ley tiene que ser la que al final nos ampare y darnos unas garantías y una seguridad ya que muchas personas no optan por esa medida como posibilidad de conciliación porque no tienen la seguridad de que después se les vaya a respetar su puesto de trabajo en las mismas condiciones.
P. ¿Va a haber un antes y un después a la hora de entender la conciliación?
R. Sí, los primeros que hemos valorado el tiempo con los hijos hemos sido los padres. Muchos padres han tenido ahora la oportunidad de disfrutar de los hijos como nunca lo habían hecho y lo han vivido como una maravilla. Eso simplemente ya genera un cambio para lo que queremos en la familia. Por otro lado, ver que somos capaces de trabajar y de estar con nuestra familia y conseguir aprovechar mejor el tiempo evitando el transporte y la rigidez horaria que produce mucho estrés y se transmite al rendimiento del trabajo. La calma y la paz produce una mayor estabilidad familiar. El confinamiento nos ha aportado un cambio de visión y nos ha abierto nuevas puertas para llegar a una conciliación efectiva.
P. ¿Ese cambio de mentalidad lo ha vivido el empresario de igual manera?
R. El empresario se ha visto en una situación extrema y ha visto que de alguna forma es posible. Ha visto que el trabajador puede rendir desde su casa mucho más, que ha dedicado más horas y que al estar más tranquilo es posible que sus resultados igual sean mejores.
P. Las familias tenemos menos hijos de los que queremos porque los salarios son bajos, las ayudas son pocas… ¿con medidas que ayuden a la conciliación se conseguiría incrementar la natalidad?
R. Sin ninguna duda, porque mucha gente tiene miedo de no ser capaz de dar a sus hijos todo lo que necesitan por el tema económico y por el tiempo.
A muchas personas, les preocupa no tener recursos económicos para dar una calidad de vida a los hijos.
En cambio, otras personas que igual tienen buenas condiciones económicas, sus trabajos les absorben tanto que no tienen a penas tiempo para nada más. Si existe un mayor equilibrio entre el trabajo y la familia, seguramente las personas verían con mayor optimismo el aumentar el número de hijos. No obstante, la natalidad también ha bajado porque ha crecido el interés individual de no querer sacrificar otras cosas por tener más hijos.
P. ¿Todavía un embarazo es un freno para la carrera profesional de una mujer?
R. Sí, es una dificultad para el empresario que la mujer se quede embarazada. Hay muchas empresas que todavía ponen esas trabas y mujeres que tienen sus dudas y miedos a quedarse embarazadas porque pueden perder su puesto de trabajo.
P. ¿Qué supone para las familias llegar al embarazo tan tarde, más allá de los 35 años?
R. Supone que luego tengamos menos tiempo y posibilidades para tener más. Por eso se tienen menos hijos, porque empezamos tarde y tu vida biológica se agota. El cuerpo está diseñado para ser padres jóvenes, y por eso tenemos esos años en los que somos fértiles. Cuanto más mayores somos, tenemos menos paciencia, menos fuerza y energía. Eso también te produce un desánimo a la hora de tener hijos a esa edad o más hijos.
Marisol Nuevo Espín
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