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Inteligencia emocional: cómo ayudar a que expresen sus sentimientos más difíciles

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Son muchas las emociones que siente un ser humano a lo largo de su vida. En ocasiones son fáciles de gestionar, como por ejemplo la risa o el afecto. Sin embargo, qué ocurre cuando estas son negativas. Lidiar con la tristeza o el miedo es una misión que puede volverse difícil para los más pequeños de la casa, quienes no saben cómo expresar estas sensaciones y pedir ayuda a sus padres.

La inteligencia emocional tiene la respuesta para estas situaciones. Gracias a ella los niños podrán reconocer sus sentimientos, lidiar con ellos y compartirlas con sus padres para liberarse de ellas (en especial cuando son negativas). ¿Cómo conseguir este objetivo? Los especialistas de la Universidad Vanderbilt proponen varios consejos a los padres para poder ayudar a sus hijos en este camino.

Etapas de desarrollo

Alcanzar el control emocional es un camino largo y con varias etapas que componen el correcto desarrollo de los niños:

– Primeros meses:

Los padres deben mantenerse cerca de sus hijos. Una buena idea es la de elegir cuentos que hablen sobre sentimientos a través de ilustraciones, así comenzarán a reconocer cómo se manifiestan cada una de ellas.

– De los 18 meses a los 2 años:

En esta etapa el juego tiene un papel fundamental en el desarrollo de los niños y debe aprovecharse para este fin. Una idea es usar la empatía indicando que algunos juguetes se sienten tristes, ¿qué se puede hacer para que mejoren sus ánimos?

Además, en esta etapa comenzarán las primeras rabietas. Los padres deben tratar de que sus hijos hablen de sus sentimientos y no centrarse en el pleno enfado, tratar de que ellos comprendan la emoción que los ha llevado a esta situación de enfado.

A partir de los tres años:

Tras esta primera fase, el desarrollo emocional de los niños continuará, tal y como explican desde el Centro Psicológico Madrid:

– A partir de los dos años su interacción con otras personas aumenta, tanto con adultos como con otros niños. En esta etapa se les debe enseñar a reconocer emociones básicas, como la tristeza, la alegría, el miedo, el enfado. Cuando experimenten sentimientos negativos, o extremos como el enfado o la ira, los padres deben hacerles ver alternativas (en especial a estas últimas).

– A partir de los tres los niños conocerán el nombre de las emociones habituales, los padres deben escuchar cuando sus hijos hablen de ellas y ayudarlos a encontrar el nombre que buscan en cada situación. Si se le ve con dificultad para identificar un sentimiento, se le debe enseñar el vocabulario oportuno para que lo aprenda poco a poco y no les falten recursos.

– Entre los cinco y diez años los niños estarán preparados para afrontar sus emociones, la misión de los padres es la de ayudarles mostrándoles que es mejor expresar con palabras lo que nos molesta en lugar de pegar o gritar. En esta etapa desarrollarán su empatía, que podemos reforzar haciendo que se pongan en el lugar del otro, pudiendo razonar poniéndose en la piel de otras personas.

Damián Montero

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