La felicidad en este 2020 se ha tornado un poco más difícil. La pandemia, el confinamiento y la incertidumbre económica hace que muchas familias se sientan entristecidas. Por este motivo hay que cuidar el entorno familiar y el ambiente en casa para poder asegurar un reducto de alegría. Y así lo asegura el estudio Journal of Enviromental Psychology.
De cara a las próximas navidades, las personas que decoran sus casas y jardines muestran un mayor nivel de felicidad, así como un alto grado de sociabilidad. Una conclusión que se aplica, también, a aquellos hogares que aprovechan otros momentos para dar un toque especial y ornamental. Al fin y al cabo, lo que cuenta es crear una experiencia en familia.
Felicidad e ilusión
Los datos de esta investigación demostraron que decorar la casa en Navidad hace que los padres vuelvan a recordar la felicidad de su infancia. Una sensación que se transmite a los pequeños y que permite lidiar con las responsabilidades y el estrés del día a día. «En un mundo de estrés y ansiedad a las personas les gusta recordar las cosas que les hacen felices y la decoración navideña es algo que despierta fuertes recueros de su infancia», explica Steve McKeown, psicoanalista y uno de los autores de este trabajo.
«Hay varias razones que llevarían a alguien a decorar antes de tiempo, una de las más comunes es la nostalgia que les lleva a recordar la magia», concluye McKeown. El psicoanalista explica que las vacaciones sirven como recuerdo de lo que han querido mientras han vivido, un aspecto que en especial despierta la felicidad en los más mayores de la casa.
En este 2020 tan distinto, se hace más necesario la creación de un reducto de felicidad. Decorar la casa en este año puede valer para recordar las vacaciones de otras épocas y los sentimientos que experimentaron. Además, vivir estas fechas en familia también contribuye a entrelazar sus lazos y a sentir que tienen un lugar al que acudir si se sienten asolados o entristecidos por la situación.
Amiente familiar
Tal y como recuerdan Paula Andrea Suárez y Maribel Vélez Múnera la familia es el primer espacio en el que se desarrollan los niños. Es un punto importante a la hora de definir el rol del niño y su rol en la sociedad ya que juega un papel fundamental en el desarrollo de cada uno de sus miembros. También supone una red de apoyo de las personas que forman parte de ella.
Las complejas relaciones intrafamiliares influyen en las emociones y juegan un papel muy importante. Esto se traduce en un aprendizaje del manejo de respuestas emocionales, facilitando el establecimiento de respuestas maduras que permitan a los más pequeños a aprender interacciones interpersonales marcadas por la asertividad y la empatía.
La comunicación familiar se convierte en un eje fundamental en el desarrollo de los niños siendo un proceso simbólico transaccional que se genera en el hogar a partir de todos los eventos del día a día. Representa un modelo de interacción diferente al resto ya que está marcada por una mayor carga de sentimientos, emociones y filiaciones.
Damián Montero
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