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Ideas creativas para la conciliación familiar y laboral

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Si en este siglo la conciliación de la vida laboral y personal está suponiendo un problema para muchas familias, aún lo es más la carga de culpabilidad que genera en ocasiones haber tomado una decisión y no otra. Es decir, mientras las empresas y la sociedad avanzan en la concienciación necesaria para la conciliación, cada familia necesita adaptarse a circunstancias que posiblemente no son las mejores y tratar de hacer con ellas los malabares necesarios para que esa conciliación no pase factura.

Podemos defender a ultranza que vayamos adoptando los cambios necesarios -sociales, económicos, políticos, empresariales, familiares- para mejorar la conciliación. Pero mientras tanto, la mejor alternativa para que las familias no se desquicien es tomar la decisión que se considere más adecuada según las circunstancias para aunar trabajo y familia y seguir adelante sin lamentarse.

El doctor Fernando Sarráis, psiquiatra y psicólogo, explica que «un pequeño nivel de estrés no es malo porque nos ayuda a resolver mejor las situaciones a las que nos enfrentamos». Ese estrés, que los especialistas llaman ansiedad, se convierte en patológico cuando es tan elevado y sostenido en el tiempo que acaba por marcar nuestra rutina. En el problema de la conciliación actual, el reto está en que esa tarea de mantener un nivel de exigencia muy elevado y una alta dedicación al trabajo y a la familia no acabe por desestabilizar nuestro equilibrio.

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¿Hay un tiempo correcto para dedicar a la familia?

No hay porcentajes correctos. No existe una regla. La norma básica establece, de manera general, que es beneficioso para los hijos pasar tiempo con sus padres. Ese tiempo será, en ocasiones, de dedicación exclusiva, y otras veces, bastará con que «estemos» aunque podamos hacer tareas diferentes.

El problema radica en que las circunstancias socioeconómicas de la mayoría de las familias obligan, en muchas ocasiones, a realizar trabajos fuera de casa que plantean dificultades de conciliación. Y no hay posibilidades de elegir porque el mercado laboral en España no ofrece demasiadas opciones, sumado a unos horarios de trabajo tan extendidos que dificultan aún más la tarea.

De modo que la clave está en adaptarnos lo mejor posible de acuerdo con las circunstancias que nos corresponden. Es decir, cuando con enormes dificultades hemos conseguido un equilibrio razonable y hemos elegido las opciones que mejor compatibilizan cuidar de la familia y garantizar su adecuado sostenimiento económico y nuestro desarrollo personal en todos los ámbitos, tenemos que tomar conciencia de las renuncias que, en ambos terrenos -laboral y familiar- va a suponer nuestra elección y, a partir de ahí, tratar de vivir en armonía con las decisiones tomadas minimizando el ‘coste’ que pueda tener para la familia.

Para lograrlo, es necesario considerar la conciliación desde un enfoque casi ‘profesional’ y analizar los comportamientos que tenemos tanto hacia el trabajo como hacia la familia. Aunque falta mucho terreno por recorrer para lograr el reto de la conciliación, tenemos en nuestra mano el poder hacer de nuestro caso particular un ejemplo de vida familiar bien llevada que cale en nuestros hijos.

Ideas creativas para familias conciliadoras

Aunque no podemos cambiar los horarios que nos han tocado, sí tenemos la opción de darle un giro creativo a la organización de nuestro tiempo que mejore nuestra vida familiar y nos ayude a conciliar.

– Higiene digital. Como tenemos los tiempos de trabajo y familia muy pautados, lo ideal es que, cuando estemos dedicándonos a cada actividad, tengamos la atención plenamente centrada en ella. Uno de nuestros mayores enemigos en este terreno es el teléfono móvil, que ha trasladado nuestra oficina al salón de nuestra casa. Por eso, cuando prestamos atención a la familia deberíamos aparcar el móvil en otro lugar.

– Teletrabajo. Los expertos en conciliación muestran que uno de los caminos más adecuados pasa por fomentar en las empresas el teletrabajo. En función de nuestras circunstancias y a medida que nuestros hijos crecen, podemos plantear formatos que eviten el consumo innecesario de tiempo en desplazamientos o que nos permitan trabajar un tiempo desde casa, por ejemplo, mientras nuestros hijos hacen los deberes. Y así, además, verán reflejadas sus tareas en las nuestras.

– Los momentos clave. Que las cenas son el momento perfecto para la familia queda bien en los libros, pero no siempre es posible. En cada casa podemos organizarnos para ver cuál es el rato en el que podemos disfrutar juntos. Y nada impide que sea el desayuno. Eso sí, habrá que prepararlo con amor y con tiempo para que no sea un momento de estrés, sino un rato de compartir.

– Aprovechar la ocasión. Si nuestras condiciones no son las ideales, podemos aprovechar ratos aparentemente inútiles para fomentar la unidad familiar. Por ejemplo, podemos dejar de oír la radio en el coche camino del colegio y charlar de todo un poco, o podemos acompañar todos juntos a cada hijo cuando tenga un partido para que se sienta alentado.

María Solano

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