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¿Por qué tus hijos empiezan a pedir ya volver al colegio?

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¿Por qué nos apetece volver a la rutina después de las vacaciones de verano? ¿Por qué los niños nos empiezan a pedir ya volver al colegio? Es como si de repente el universo decidiera decir: «Vale, chicos, ha sido divertido, pero es hora de volver al camino de la responsabilidad». Y aunque al principio podamos resistirnos y extrañar la libertad de las mañanas sin alarmas, hay algo mágico en la rutina que puede rescatarnos del caos veraniego.

Durante el verano, todo parece volverse un poco más… relajado, por decirlo de alguna manera. Las mañanas se convierten en una batalla contra la tentación de quedarse cinco minutos más en la cama, que inevitablemente se convierten en treinta. Y las comidas son como aventuras culinarias improvisadas, donde cualquier cosa vale para eliminar la sensación de hambre.

Pero luego llega septiembre, y con él, la gloriosa rutina. Por fin, la alarma se convierte en nuestra aliada, sonando como un sargento cómplice que nos grita: «¡Arriba, tropa! Es hora de empezar el día». Y, curiosamente, en lugar de quejarnos, descubrimos que nos sentimos más enérgicos, más listos para conquistar lo que sea que nos depare el mundo.

Las comidas dejan de ser algo improvisado. No más luchas por decidir qué preparar. La rutina nos da un menú implícito: el lunes es noche de pasta, el martes de pollo, el miércoles de ensalada, y así sucesivamente. Y a pesar de que podamos extrañar las cenas improvisadas al aire libre, hay algo tranquilizador en tener un plan gastronómico predefinido.

Y no olvidemos la organización que la rutina nos brinda. Las listas de tareas pendientes vuelven a ser útiles y, por alguna razón, el caos del verano se disuelve en la memoria. Los horarios escolares y las actividades extracurriculares se convierten en nuestros amigos nuevamente, guiándonos a través de los días como un mapa de tesoros de la vida cotidiana.

Así, aunque las vacaciones de verano sean como un descanso mental bien merecido, la vuelta a la rutina trae consigo un aire fresco de orden y propósito. Así que, aunque puede que extrañemos la brisa despreocupada del verano, no hay nada como el abrazo acogedor de una rutina que nos devuelve la sensación de que tenemos todo bajo control, ¡o al menos eso nos gusta creer!

Mamá, papá… ¡quiero volver ya al colegio!

A medida que el verano se va despidiendo de nosotros, algo mágico comienza a suceder: los niños empiezan a dar pequeños saltos de emoción pensando en regresar al cole. ¡Sí, lo sabemos! Puede parecer extraño que el final de las cálidas y desenfadadas jornadas veraniegas despierte tal entusiasmo, pero hay algo asombroso en esta transición que va más allá de lo obvio.

Resulta que en lo más profundo de cada uno de nosotros hay un anhelo por volver a la vida estructurada. Aunque las vacaciones de verano sean como un cajón de tesoros lleno de diversión y actividades sin fin, en algún momento los niños pueden sentir que extrañan un poco esa rutina escolar que les guía. El colegio les regala un horario predecible, con clases, actividades, almuerzos y recreos que nos dan una sensación de estabilidad y seguridad que puede perderse en el caos veraniego.

Y por supuesto no nos podemos olvidar de los, ¡amigos y compañeros de clase! Durante el verano, es normal que algunas amistades se vean un poco menos debido a viajes y otras escapadas. Pero el regreso a la escuela es como una gran fiesta de reunión, una oportunidad de abrazos y risas compartidas. Se reaviva la camaradería que nace en el ajetreo escolar.

La vuelta al cole también alimenta el espíritu inquieto de la curiosidad y el deseo de aprender. A medida que crecemos, ese hambre por saber más y explorar nuevas fronteras se vuelve contagioso. La escuela, con su atmósfera de conocimiento en el aire, nos invita a sumergirnos en una diversidad de temas, a aventurarnos en territorios inexplorados de la mente y a retar nuestros propios límites. Es como una búsqueda interminable que nos hace anhelar el ambiente educativo.

Un nuevo año escolar llega con toda su magia: profesores nuevos, retos académicos por conquistar y tal vez la oportunidad de explorar nuevos intereses en actividades extracurriculares. Todo esto es como abrir un regalo lleno de emoción y sorpresas, una anticipación que hace que cada día cuente.

Así que aquí está la clave: la vuelta al cole, ese momento de emoción contenida, es una mezcla única de búsqueda de estructura, el placer de reencontrarse con amigos, el amor por aprender y la anticipación de lo nuevo. Aunque el verano sea como una brisa refrescante, el colegio trae consigo un caleidoscopio de oportunidades y desafíos que hacen que nuestro crecimiento personal y académico cobre vida. ¡Es como un nuevo capítulo emocionante en un libro lleno de aventuras!

Marisol Nuevo Espín

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