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Hijos desafiantes, cómo afrontar la situación con calma

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El tastorno desafiante puede terminar por derivar en conductas antisociales.

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Que un hijo se oponga a las opiniones de sus padres es parte de su evolución natural. A medida que los niños crecen y se acercan a la adolescencia, la rebeldía se hace latente. Una situación que da lugar a contextos violentos en donde los padres no saben cómo hacer valer su autoridad sin crear un conflicto en el hogar, dando lugar tensiones que no son necesarias si se sabe cómo manejar estos momentos.

Sin caer en la pasividad, ni en las fórmulas más extremas de hacer valer la autoridad (como insultos o verbalizaciones negativas), hay que manejar la situación con toda la calma posible. Saber reconocer cuándo se trata de la típica rebeldía en adolescentes y cuándo hay un trastorno a tratar también es importante. Para ello desde el centro Psicodiagnosis se dan las siguientes pautas.

Trastorno desafiante por oposición

Los expertos de este centro definen este trastorno como «un patrón recurrente de conducta negativista, desafiante, desobediente y hostil hacia figuras de autoridad que se mantiene por lo menos durante seis meses.» Esto hijos presentan una terquedad persistente y una nula tolerancia a las órdenes o a ceder ante la opinión de sus padres y las normas establecidas.

Terquedad que puede traducirse en una hostilidad hacia sus padres. En algunos casos este desafío puede manifestarse ante sus compañeros al molestarse cuando no es su opinión la que termina por darse como válida. De nuevo insultos, palabras despectivas o alejamiento de sus amistades son las señales de que hay un problema a tratar. ¿Cómo reconocer este problema y diferenciarlo de un trastorno antisocial? Aquí las claves:

– A menudo se encoleriza o incurre en pataletas.

– A menudo discute con adultos.

– A menudo desafía activamente a los adultos o rehusa cumplir sus demandas.

– A menudo molesta deliberadamente a otras personas.

– A menudo acusa a otros de sus errores o mal comportamiento.

– A menudo es susceptible o fácilmente molestado por otros.

– A menudo es colérico y resentido.

– A menudo es rencoroso o vengativo.

Tratamiento desde el trastorno

Los expertos de Psicodiagnosis mencionan el enfoque cognitivo-conductual como estrategia de acercamiento al problema. En este sentido se puede apreciar una doble vía:

– Entrenar a los padres. Es evidente que los primeros en padecer las consecuencias del trastorno son los propios padres. El malestar que se genera suele ser importante y se consolidan métodos de interacción coercitivos o negativos. No es de extrañar, pues, que parte del tratamiento se dirija a proporcionar recursos a los padres para regular y atenuar toda la sintomatología disruptiva.

El entrenamiento no tan solo comprende la enseñanza de estrategias para controlar las conductas negativas sino también de reforzar las positivas. En definitiva, se trata de aprender a ser más eficientes con el niño desarrollando nuevas habilidades y eliminando los métodos ineficaces.

– Interacción con los hijos. La intervención individual con niños pretende enseñarles habilidades cognitivas para que sean capaces de gestionar sus emociones y afrontar situaciones difíciles. Este entrenamiento puede llevarse a cabo individualmente o utilizando pequeños grupos.

Los procedimientos utilizados incluyen instrucciones, modelado, representación de papeles, ensayo de la conducta, retroalimentación y refuerzo positivo. También suelen incorporarse estrategias de autoinstrucciones verbales y de la solución de problemas.

Damián Montero

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