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Hazme caso a mi: cómo hacen para monopolizar la atención de los padres

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Solamente quien no tiene hijos, o sólo tiene un hijo único, se ve libre de las peleas y riñas entre los hermanos. Sacarse la lengua, gritarse, romper los juguetes del otro, acusarse mutuamente… todo un catálogo de estrategias guerrilleras que harían perder los nervios a más de unos padres.

Es el lado menos atractivo de los hijos, cuando la casa parece una jaula con tantos gritos, lloros y nervios. Sin embargo, hay que hacerse a la idea de que el tener hermanos conlleva, casi por necesidad, algún tipo de rivalidad.

Las relaciones con los hermanos marcan de un modo profundo a los hijos y suelen desempeñar un papel primordial en su futura personalidad. Durante la infancia, los hermanos y hermanas constituyen un parte muy importante de su vida.

Con frecuencia pasan más tiempo entre ellos que con los padres: viven juntos, comen juntos, pelean juntos, se defienden unos a otros, etc. Esto da lugar a un relación muy íntima… pero también muy competitiva.

Envidias entre hermanos

La rivalidad entre hermanos es prácticamente inevitable. Resentimientos, envidias, celos y sentimientos ambivalentes son, por tanto, algo normal entre hermanos. El que no se superen depende casi siempre de una actitud equivocada por parte de los padres. El gran peligro reside en que esa competencia natural entre hermanos se transforme en celos ansiosos y hostiles. Celos y envidias que, en ocasiones, llegan a durar muchos años.

A pesar de tratarse de algo natural, no debemos esperar a que los celos y las envidias entre hermanos se resuelvan por sí solos. Tienen más importancia de lo que muchas veces somos capaces de apreciar.Muchos enfrentamientos de adultos pueden tener su origen en esas relaciones fraternas mal llevadas de la infancia.

Monopolizar atención padres: visibilidad para los hijos

«Un chico y su primo comenzaron a discutir por una tontería y pasaron después a golpearse con los puños. Los dos padres estaban cerca y decidieron dejar que la pelea siguiera su curso natural. Durante el primero de los asaltos, uno de los chicos echó una mirada hacia los adultos que les observaban pasivamente y dijo: «¿No va a parar nadie esta pelea antes de que nos hagamos daño?». La violencia estaba directamente relacionada con la presencia de los adultos y los chicos se hubieran comportado de otra manera en el caso de haber estado solos».

Una de las principales causas de la envidia y de las riñas es el deseo de monopolizar a los padres. Algunos chicos preferirían que se fijaran en ellos, aunque fuera como ladrones en un supermercado, como conflictivos en el colegio, o como desobedientes en casa… antes de que, al contrario, nadie les hiciera caso en absoluto. Aquí reside el nervio de las envidias y los roces entre hermanos: la mayoría de las veces son una forma de captar la atención de los padres.

Se trata de una especie de «instinto de territorialidad», o lo que nos queda de él. Nuestro hijo intenta defender lo que él considera «su territorio». Cuando siente que está amenazado, aunque la amenaza provenga de su propio hermano, reacciona para defenderlo.

La forma de actuar de los padres: origen de las peleas

Por otra parte, el origen de las envidias y las riñas puede estar en nuestra propia forma de actuar como padres. Si nos preguntaran, casi todos diríamos que queremos a todos los hijos por igual. No obstante si les preguntamos a ellos, quizá nos sorprenda que sí tienen claro quién es el preferido de cada uno.

Nosotros manifestamos, quizá inconscientemente, nuestras preferencias y favoritismos: porque se parece más a nosotros, porque es el mayor, porque nació cuando ya éramos más maduros, porque es varón, porque es chica, por su temperamento más tranquilo…

Los hijos tienen una aguda sensibilidad para captarlo y evalúan continuamente quién recibe cuánto y de quién. Con frecuencia, podemos avivar sin querer los resentimientos: al tomar parte en sus peleas, al comparar o al alentar la competencia entre ellos.

Marisol Nuevo Espín
Asesoramiento: Teresa Artola. Doctora en Psicología, Master en Educación Familiar por el EIES, profesora universitaria, autora de diversas publicaciones y asesora familiar.

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