Todas las familias quieren mantener la armonía en el hogar. Para ello, es imprescindible forjar buenas relaciones entre todos y facilitar la comunicación. La relación con los hijos cambia a medida que crecen y, por eso, es necesario adaptar nuestra forma de hablar con ellos a su edad y a su etapa vital.
Establecer una relación de confianza entre padres e hijos es un objetivo fundamental dentro del ámbito de la familia y conlleva importantes beneficios para todos. Qué duda cabe de que una relación de confianza con los progenitores favorece la seguridad y autoestima de los hijos. A través de relaciones estables con los padres, los niños interiorizan un buen concepto de sí mismos que les lleva a mantener relaciones más profundas y duraderas con sus iguales.
Además, contar con un espacio seguro para expresar sus emociones y preocupaciones mejora la manera de afrontar los problemas y la capacidad para resolverlos. Por otro lado, en el caso de los padres, mantener una relación de confianza con sus hijos puede mejorar su papel de educadores, hacer que consigan una mayor influencia sobre ellos y, en consecuencia, mejorar su propio bienestar y dinámica familiar.
Ideas para iniciar un primer acercamiento
Conseguir una relación de confianza con los hijos puede resultar en muchas ocasiones una tarea compleja que requiere dedicación, tiempo y capacidad de adaptación a las diferentes etapas del desarrollo de los hijos. En este sentido, entendemos que no será lo mismo ni requerirá las mismas habilidades ganarse la confianza de un niño que la de un adolescente. Sin embargo ambas etapas comparten aspectos comunes y, por tanto, estrategias similares de acercamiento.
1. Interesarse por sus aficiones. Esto va a depender de cada hijo y de su momento vital. Puede ser desde el último juguete hasta el cantante de moda, cualquier realidad que les interese va a ser una herramienta para acercarnos a ellos. A través de sus aficiones, entramos en su mundo, accedemos a esa parcela más allá de las normas, el colegio y las tareas, con lo que conseguimos demostrar que nos interesa lo que es importante para ellos. Esto hará que aumenten su confianza en nosotros y sean conscientes de que podemos compartir con ellos también esa parte de sus vidas.
2. Conservar espacios familiares, hacer planes juntos. En la vorágine social, familiar y laboral que vivimos se puede decir que tenemos de todo menos tiempo. El trabajo, las reuniones del colegio, los cumpleaños, el gimnasio, las actividades extraescolares y los deberes… En medio de tanto horario y responsabilidad se hace imprescindible sacar un rato para el ocio; para el ocio en familia. Es importante que haya un espacio y un tiempo para estar en familia, para que, si hay algo que contar o compartir, se pueda hacer en ese momento. A veces es tan sencillo como organizar una comida juntos o pasar un rato jugando o viendo una película. Otras veces, puede ser recomendable dedicar este tiempo a hacer algún plan distinto que nos permita salir de la rutina: un deporte, una excursión… Son momentos que ayudan a fortalecer la relación familiar y cuyo recuerdo permanecerá siempre en la memoria de todos.
3. Elegir batallas, evitar posturas enfrentadas. Se suele decir que «quien mucho abarca poco aprieta» o lo que es lo mismo, quien pretende hacer muchas cosas al mismo tiempo no puede hacer bien ninguna. No cabe duda de que la educación exige estar atento a muchos aspectos muy distintos e importantes. Sin embargo, si intentamos hacer frente a todos a la vez podemos conseguir el efecto contrario. Si queremos que nuestros hijos adquieran un hábito de estudio, buenos resultados académicos, una disciplina de orden, que se responsabilicen de sus cosas, se porten bien, obedezcan, aprendan a tomar decisiones, se relacionen con facilidad*, y todo ello al mismo tiempo, podemos terminar por ‘desgastar’ la relación que tenemos con ellos y no conseguir que alcancen ninguno de los objetivos que nos proponíamos. Por ello, es mejor elegir qué batallas debemos dar. Cada etapa tiene un objetivo prioritario y en ese momento los demás pueden pasar a un segundo plano. No olvidemos que la educación es un proceso. Vayamos paso a paso.
4. Ser un modelo para ellos, en lo bueno y en lo malo. Sin duda, una de las mejores formas de enseñar es a través del ejemplo. Esto nos orienta a cambiar la perspectiva, pasar de centrarnos en el «pide las cosas por favor», «da las gracias» o «siéntate bien» y centrarnos más en hacer nosotros todo esto para convertirnos en modelo de conducta. Y con ello no nos referimos únicamente a modelo de cómo nos gustaría que fueran las cosas, sino también a ser modelo de vulnerabilidades e imperfecciones y que puedan ver que nos equivocamos y cómo lo afrontamos. Lejos de lo que podría parecer, mostrar cierta debilidad en momentos concretos nos humaniza y puede acercarnos a nuestros hijos y mejorar nuestra relación de confianza con ellos.
Gánate la confianza de tus hijos pequeños
Con estas claves como telón de fondo, cabe destacar que cada etapa del desarrollo tiene características específicas que nos obligan a matizar algunos aspectos de este largo camino hacia una relación de confianza con nuestros hijos, en el caso de la infancia habría que tener en cuenta lo siguiente:
5. Acercarse a ellos mediante el juego. Si anteriormente mencionábamos la importancia de interesarse por las cosas que les gustan, en el caso de la infancia, esos intereses suelen estar relacionados con el juego. Aunque pueda parecer trivial, jugar con ellos ayuda a establecer una buena relación de confianza. Pero para que esto sea así, es importante bajar a su nivel a la hora de jugar e interactuar como iguales. Alejarnos momentáneamente del rol de padres puede ser una manera eficaz de acercarnos a ellos y ganarnos su confianza. Una buena idea es elegir juegos de mesa aptos para toda la familia.
6. Implicarse en cuestiones relacionadas con el colegio. Si el primer puesto en intereses lo ocupa el juego, el segundo es para el colegio, por las horas que le dedican y la importancia que tiene en su desarrollo personal y social. Estar activamente presentes en este contexto puede ser otra buena ocasión para afianzar la relación con nuestros hijos durante la infancia.
7. Pedirles opinión. Las relaciones de confianza suelen ser recíprocas, por ello, si queremos ganarnos la confianza de nuestros hijos es importante hacerles ver que nosotros también confiamos en ellos. Existen infinidad de maneras de alcanzar este objetivo. Una de ellas tiene que ver con hacerles partícipes de lo que ocurre en la familia. Interesarnos por su opinión acerca de ciertas decisiones que se toman en casa es un gesto de confianza hacia ellos que favorece la relación.
Gánate la confianza de tus hijos adolescentes
La infancia da paso a la adolescencia, una etapa de transición muchas veces complicada, en la que establecer una relación de confianza con nuestros hijos se convierte en un reto cuanto menos complicado. Sin embargo, hay algunas cosas que podemos tratar de tener presente si queremos acortar esa distancia con los adolescentes:
8. Estar al día. Imprescindible, inevitable. La sociedad avanza muy deprisa y los adolescentes van a la cabeza. Redes sociales, aplicaciones móviles y toda la terminología que les acompaña deben ser nuestra base a la hora de relacionarnos con ellos. Entenderlas y manejarlas es fundamental para comprender lo que les ocurre y les preocupa. No es fácil que un adolescente confíe en nosotros para contarnos sus preocupaciones o problemas, pero si además piensan que no les vamos a entender, se lo estamos poniendo más difícil.
9. Respetar espacios de intimidad. Si bien estar al día y mostrar interés por las cosas que les interesan es una estrategia útil para mejorar la relación de confianza con nuestros hijos, la clave está en balancear el interés con el respeto hacia su intimidad. Transmitir un doble mensaje que aúne las posturas de interés y respeto. Por un lado, interés por lo que les preocupa y disponibilidad para que cuenten con nosotros y, por otro lado, respeto hacia ciertas parcelas que corresponden a su privacidad y a las que no pretendemos acceder.
10. Evitar juicios y permitir que tomen sus propias decisiones. Una posición de respeto significa no juzgar constantemente ni sus opiniones, ni sus gustos, ni sus amigos, ni la ropa que llevan… aunque cueste. Quizás en esta etapa cobra especial importancia elegir batallas y coger distancia para respetar ciertas decisiones si queremos que confíen en nosotros. Uno de los grandes aprendizajes de la adolescencia es, precisamente, la toma de decisiones que va ayudando a configurar la personalidad del adolescente. Por eso en ciertos ámbitos, no es tan importante el resultado de la decisión en sí, como el proceso de aprendizaje de toma de decisiones que muchas veces implica equivocaciones de las que seremos testigos.
Es posible que existan tantos tipos de relaciones como personas, por eso, lo fundamental es conocerse, conocerles y conocer la relación que tenemos para saber cómo podemos estrecharla y mejorarla. En líneas generales, el objetivo final que guíe nuestros pasos debería ser que con nuestra conducta consigamos transmitir el mensaje “confía en mí, estoy contigo”.
Carmen Laspra. Unidad de Diagnóstico y Terapia Familias (UDITEF)Clínica Universidad de Navarra (Pamplona y Madrid)
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